Desde que fue identificada en la India, la variante delta ha sido el dolor de cabeza de los especialistas en el manejo de la pandemia. No solo resultó ser mucho más contagiosa que las demás, sino que posiblemente podría provocar una enfermedad más severa.
Esta semana, el ministro de Salud, Fernando Ruiz, anunció que es “ineludible que la variante llegue a Colombia”, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguró que está en la ruta de convertirse en la dominante en el planeta.
No son noticias muy alentadoras. Aunque se ha demostrado que las vacunas de Pfizer y AstraZeneca protegen contra este linaje, la llegada de delta (antes conocida como B.1.617.2) supone un riesgo para aquellos que aún no han recibido su esquema de vacunación completo. A su vez, esto significa un nuevo reto para las autoridades sanitarias, que deberán acelerar el proceso para tener a la mayor cantidad de ciudadanos inmunizados antes de que aparezca.
Delta fue catalogada como una variante de preocupación por la OMS, junto con alfa, beta y gamma, que fueron identificadas primero en Inglaterra, Sudáfrica y Brasil, respectivamente. Pero hoy a delta se le considera la más preocupante, y por una sencilla razón: los expertos creen que es casi hasta 50 por ciento más contagiosa que la cepa original del virus.
Ya ha sido reportada en 80 países, entre ellos Gran Bretaña y Estados Unidos. En este último, la variante fue detectada en marzo y alfa aún prevalece; aunque no lo hará por mucho tiempo. A comienzos de abril, delta apenas representaba 0,1 por ciento de los casos en Estados Unidos, según el CDC, organismo de control de las enfermedades. No obstante, en mayo ya era del 1,3 por ciento, y a comienzos de junio, del 9,5 por ciento de los casos.
Anthony Fauci, director del Centro de enfermedades infecciosas de ese país, señaló que hoy representa el 20,6 por ciento de los nuevos casos, que con delta se están doblando cada dos semanas. Así, se espera que sea la variante prevalente en agosto.
En Gran Bretaña es responsable del 90 por ciento de los casos y ha truncado el camino hacia la libertad, como llama su primer ministro Boris Johnson a la apertura de la economía. A ese ritmo, no hay duda de que “la variante creará más retos”, dijo a diversos medios estadounidenses Michael Osterholm, director del Center for Infectious Disease Research and Policy de la Universidad de Minnesota.
Delta tiene la mutación L452R, clave en la proteína que el virus usa para introducirse a la célula humana. Eso significa que “el virus es más apto que otros”, como afirma Wendy Barclay, viróloga del Imperial College London. Ella ha encontrado en su laboratorio que dicha mutación hace que se replique más fácilmente en las vías respiratorias del huésped, lo que implica que un individuo emita más del virus cuando está infectado. Por lo tanto, se requeriría de un periodo más corto de exposición entre él y otra persona susceptible para que se dé el contagio.
Así las cosas, algunos especialistas señalan que por cada ser humano infectado con la variante delta, se infectarían siete; mientras que con la alfa esa tasa es de entre cuatro y cinco.
Marcela Mercado, epidemióloga clínica y directora de Investigaciones del Instituto Nacional de Salud (INS), explica que este proceso es normal en los virus, pues con dichas mutaciones ellos logran garantizar su estadía en el huésped. “Son mecanismos que tienen para adaptarse –dice– y cada persona infectada le da la oportunidad al virus de mutar”. Mientras más casos haya, más mutaciones se pueden esperar porque el virus en un paciente tiene más probabilidad de duplicarse.
Doble riesgo
Sobre la mayor letalidad de este linaje aún hay dudas. En el Reino Unido, los expertos han reportado que los síntomas aparecen más rápido y se tornan más severos que con las otras variantes. Asimismo, las cargas virales suben más rápido y declinan mucho más lento y, según un estudio escocés, aquellos infectados con la variante delta tendrían doble riesgo de ser hospitalizados que los infectados con alfa.
De acuerdo con el CDC, la variante podría evadir los anticuerpos creados después de la vacunación o de la infección y hacer que los tratamientos con anticuerpos monoclonales resulten menos efectivos. A pesar de esto, “hasta el momento no se sabe a ciencia cierta si es más letal que las demás”, enfatiza Mercado.
Peter Hotez, decano de la facultad de medicina tropical en Baylor College, asegura que las personas con vacunación completa sobrevivirán esta fase de la epidemia. Pero eso solo es cierto con la vacuna de Pfizer, ya que, según un estudio, esta es 88 por ciento efectiva contra la enfermedad sintomática causada por delta. Esto es un poco menos que con alfa, ante la cual su protección es del 93 por ciento. No obstante, una sola dosis de esa vacuna representa solo 33 por ciento de efectividad contra delta, en consonancia con el mismo trabajo. Por lo tanto, las personas que solo tienen una dosis o ninguna están en riesgo.
Según un ensayo publicado en Nature, la de AstraZeneca tiene una efectividad frente a delta del 60 por ciento, aunque los médicos esperan que su protección sea mayor contra la hospitalización y la muerte.
Por consiguiente, el problema real es la población aún no vacunada, que todavía representa una cifra considerable en ciertas partes del mundo. En Colombia, a pesar de todos los esfuerzos, solo 5.189.283 personas tienen segundas dosis, lo que, de acuerdo con el epidemiólogo Jaime Ordóñez, representa apenas 10,1 por ciento de la población. “Es decir que 46.216.437 personas en Colombia aún son susceptibles de enfermar de la covid-19”.
Coincide con Osterholm, para quien “el riesgo es más grande cuando usted tiene mucha gente no vacunada”. Por eso, numerosas naciones se encuentran en una carrera contrarreloj para lograr que el 70 por ciento de la ciudadanía esté inmunizada antes de que la variante llegue o produzca más brotes.
En Colombia están las variantes alfa y beta, según Mercado, y es posible que ya esté circulando la delta, pero aún no ha sido identificada.
El INS adelanta una tarea ejemplar para detectar a tiempo las variantes existentes. Aun si llega, la epidemióloga afirma que es posible que en ciertas zonas no cause problemas, como en el caso del Amazonas, un departamento donde no hay susceptibles. “Por más de que sea muy infecciosa nunca va a entrar”, dice.
Pero ese no es el caso de otras ciudades como Bogotá, donde todavía muchos no han sido vacunados ni han estado expuestos al virus. Como se ha visto en las últimas semanas, las aglomeraciones, la apertura de la economía y el cansancio de las personas han llevado a un récord de casos y muertes, así como al colapso del sistema de salud.
Para Juan Gabriel Cendales, director de la Fundación Cardioinfantil, quien hoy reporta escasez de recursos para tratar debidamente a los pacientes, “será difícil resistir a ese ritmo mucho más tiempo”.
El mensaje más relevante lo dejó David Leonhardt en su columna del diario The New York Times: “Lo que está pasando es un recorderis de que el progreso en esta pandemia no es equivalente a la victoria definitiva”. La guerra contra este bicho continúa.