Las vitaminas son un grupo de nutrientes determinantes para el buen desempeño del organismo. Participan en procesos como el desempeño celular, el crecimiento y otra serie de funciones.
Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, explica que las vitaminas se dividen en dos: liposolubles e hidrosolubles. Las primeras, que son la A, D, E y K, se almacenan en el hígado, el tejido graso y los músculos; en tanto, que las segundas no se almacenan en el cuerpo: aquí se incluyen la C y todas las del grupo B.
“Los excedentes o las cantidades excesivas de estas vitaminas salen del cuerpo a través de la orina. Deben consumirse regularmente para evitar carencias o deficiencias en el organismo. La vitamina B12 es una excepción: puede almacenarse en el hígado durante muchos años”, precisa la institución.
Los beneficios de la vitamina A
Uno de estos nutrientes esenciales para el organismo es la vitamina A, la cual es clave para ayudar en el buen funcionamiento, entre otros órganos, del corazón y de los pulmones. De igual forma, es clave para tener una buena visión, fortalecer el sistema inmunitario, ayudar a la reproducción, además de que interviene en el crecimiento y el desarrollo de las personas.
Al ser un antioxidante, esta vitamina ayuda a proteger las células del corazón, al igual que las de los pulmones de los efectos que puedan causar los radicales libres, los cuales se producen cuando el cuerpo descompone el alimento o cuando la persona está expuesta al humo del tabaco o a la radiación.
Según Medline Plus, con el paso del tiempo la acumulación de radicales libres es ampliamente responsable del proceso de envejecimiento y es por ello que juegan un papel en la enfermedad del corazón y otros trastornos como la artritis.
En cuanto a los pulmones, se dice que la ingesta de vitamina A reduce el riesgo de sufrir Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). Una publicación de Los Ángeles Times indica que este nutriente es esencial para la preservación de la integridad del epitelio, y ejerce efectos antiinflamatorios en los pulmones. La deficiencia de vitamina A promueve y genera dificultades cuando hay inflamación preexistente.
¿Cómo se obtiene la vitamina A?
Hay dos fuentes diferentes: La vitamina A preformada, que se encuentra en el pescado, en las vísceras (como el hígado), los productos lácteos y los huevos y los carotenoides provitamina A, que se transforman en vitamina A en el cuerpo. Estos se hallan en las frutas, las verduras y otros productos de origen vegetal. El carotenoide provitamina A más común en los alimentos y los suplementos dietéticos es el betacaroteno, según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Los alimentos con los niveles más altos de vitamina A incluyen:
- Algunos tipos de pescado como arenque, salmón y aceite de hígado de bacalao
- Huevos
- Productos lácteos como queso y leche fortificada (escoja opciones lácteas sin grasa o bajas en grasa)
- Cereales para el desayuno fortificados
- Frutas y verduras de color naranja y amarillo, como zanahorias, patatas dulces, mangos y melón
- Brócoli, espinaca y la mayoría de los vegetales de hoja verde oscuro
¿Qué pasa si hay deficiencia?
Cuando una persona no recibe suficiente vitamina A, tiene más riesgo de desarrollar problemas oculares como: ceguera nocturna reversible y daño irreversible a la córnea llamado xeroftalmia. La falta de este nutriente en el organismo también puede causar hiperqueratosis o piel seca y escamosa.
Los Institutos de Salud aseguran que una deficiencia de vitamina A que se prolonga por muchos años es posible que de lugar a un mayor riesgo de enfermedades respiratorias (como neumonía) y a infecciones (como sarampión y diarrea). También puede causar anemia (un trastorno en el que los glóbulos rojos no suministran suficiente oxígeno al cuerpo). En los casos graves, el consumo insuficiente de vitamina A puede aumentar el riesgo de muerte.