Los moretones o hematomas se forman cuando los vasos sanguíneos pequeños que se encuentran debajo de la piel se rompen, la mayoría de las veces debido a un golpe o a una caída. La sangre se filtra a los tejidos que se encuentran debajo de la piel y causa el color negro o azulado.
Los moretones también pueden darse por ciertas enfermedades o problemas de la sangre o del proceso de coagulación. En estos casos, la recomendación de los expertos es acudir directamente al médico para que analice las causas de su aparición.
A pesar de lo anterior, la mayoría de los moretones no son motivo de preocupación y desaparecen por sí solos. El tratamiento en casa puede acelerar la sanación y aliviar la hinchazón y las molestias que suelen acompañar los hematomas que son causados por lesiones.
“La desaparición de un hematoma puede llevar meses, pero la mayoría dura aproximadamente dos semanas. Comienzan de un color rojizo, luego se tornan azul violáceo y amarillo verdoso; antes de volver a la coloración normal”, precisa la biblioteca médica MedlinePlus.
Cuando los moretones aparecen de vez en cuando o son pequeños, generalmente no hay de qué preocuparse, pero en ocasiones se vuelven recurrentes y es allí cuando es importante entender las razones que los generan.
Una de estas es la falta de vitamina K en el organismo. Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NHS, por sus siglas en inglés), la deficiencia grave de vitamina K puede provocar hematomas y problemas de sangrado debido a que la coagulación de la sangre es más lenta.
Así mismo, la deficiencia de vitamina K podría reducir la fuerza de los huesos y aumentar el riesgo de osteoporosis ya que el cuerpo necesita este nutriente para la salud ósea.
Cabe resaltar que la cantidad de esta vitamina necesaria para cada persona depende de la edad y el sexo. Las cantidades promedio diarias expresadas en microgramos, son:
- Bebés hasta los 6 meses de edad: 2.0 mcg
- 7 a 12 meses: 2.5 mcg
- 1 a 3 años: 30 mcg
- 4 a 8 años: 55 mcg
- 9 a 13 años: 60 mcg
- 14 a 18 años: 75 mcg
- Hombres adultos mayores de 19 años: 120 mcg
- Mujeres adultas mayores de 19 años: 90 mcg
- Adolescentes embarazadas o en período de lactancia: 75 mcg
- Mujeres embarazadas o en período de lactancia: 90 mcg
Los alimentos en los que se puede encontrar este nutriente son las hortalizas de hojas verdes como espinaca, col rizada (o berza), brócoli y lechuga; aceites vegetales; algunas frutas como los arándanos azules y los higos, y la carne, el queso, los huevos y los granos de soja.
Del mismo modo, hay suplementos dietéticos con esta vitamina, con otros nutrientes como el calcio, el magnesio y la vitamina D. “Las presentaciones comunes de la vitamina K son en forma de filoquinona y fitomenadiona (conocidas también como vitamina K1), y menaquinona-4 y menaquinona-7 (conocidas también como vitamina K2)”, enfatizó la NHS.
La entidad advierte que la deficiencia de este nutriente es poco común, pues, por ejemplo, en los Estados Unidos la mayoría de las personas obtienen suficiente vitamina K de los alimentos que consumen.
Además, las bacterias en el colon fabrican cierta cantidad de vitamina K que el cuerpo absorbe, pero entre las personas que pueden presentar la falta de esta son los recién nacidos que no reciben una inyección de vitamina K al nacer; las personas con determinados trastornos (como la fibrosis quística, la enfermedad celíaca, la colitis ulcerosa, el síndrome de intestino corto) que disminuyen la cantidad de vitamina K que el cuerpo absorbe; y las personas que han tenido cirugía bariátrica.