Uno de los principales sentidos, fundamental para que las personas pueden tener una buena calidad de vida, es la visión. De hecho, la Clínica Baviera de España precisó que la gran mayoría de las experiencias sensoriales que tienen las personas son visuales, razones de peso para trabajar en el cuidado no solo de los ojos, sino de sus funciones.

No obstante, con el paso de los años, los ojos van perdiendo facultades y la facilidad de ver comienza a verse afectada. Una de las principales afecciones que genera el envejecimiento es la degeneración macular, que se constituye, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, en la principal causa de pérdida de visión de personas mayores de 60 años.

La ceguera hace referencia a la pérdida de este sentido que no se puede corregir con lentes convencionales o con lentes de contacto. De hecho, existen dos categorías, la parcial, significa que la persona tiene una visión muy limitada, y la completa, la cual hace referencia a las personas que no pueden ver nada, ni siquiera la luz.

Ciertas vitaminas ayudan a mejorar la vista. | Foto: Getty Images

Pero hay que tener presente que las personas jóvenes suelen presentar más afecciones que las personas con edad avanzada cuando se habla de temas de agudeza visual, esto se debe a que los pacientes de menos edad han estado en contacto con diversos dispositivos desde muy pequeños, a diferencia de sus abuelos.

Por este motivo, las vitaminas son cruciales para prevenir la pérdida de la visión, la ceguera y otras enfermedades, sin embargo, hay algunos nutrientes que son producidos por el propio organismo y otros que no y deben ser adquiridos por medio de lo que un paciente come a diario o por medio de cápsulas o suplementos.

Dicho lo anterior hay que tener dos cosas presentes. Primero que importante alimentarse de manera saludable para así garantizar que el cuerpo pueda obtener la mejor y mayor cantidad de nutrientes; en medio de un plan de alimentación debe haber alimentos de todos los grupos (proteínas, carbohidratos en su estado natural, frutas, verduras, grasas saludables y frutos secos). Lo ideal es variar las frutas y las verduras para poder obtener la mayor cantidad de nutrientes.

También es importante tener presente que cuando se va a ingerir algún tipo de vitaminas por medio de suplementos o cápsulas, es pertinente consultar con un profesional de la salud, es decir, pese a que se vendan sin fórmula médica, estos deben ser recetados por un médico, ya que la sobre ingesta de determinados nutrientes también puede traer consecuencias negativas.

La vitamina A es el nutriente más importante para prevenir afecciones oculares, esta se puede encontrar en diversos alimentos como los vegetales y verduras de hojas verdes, las hortalizas de color naranja (zanahorias, batatas, calabazas), los huevos y en frutas como el melón.

Las vitaminas son esenciales para el correcto desarrollo del cuerpo humano. | Foto: Getty Images

Esta vitamina influye en la creación de los pigmentos necesarios para que la retina del ojo funcione de manera perfecta y puede ver todo el aspecto de luz necesario para que la visión de un paciente esté en buen estado.

La Academia Americana de Oftalmología menciona que carecer de ese nutriente puede traer serias complicaciones para la salud de los ojos. “La deficiencia de vitamina A impide la producción de estos pigmentos, lo que ocasiona ceguera nocturna. El ojo también necesita vitamina A para nutrir otras partes del ojo, como la córnea. Sin suficiente vitamina A, los ojos no pueden producir suficiente humedad para que se mantengan debidamente lubricados”.

Los alimentos ricos en vitamina A no deben faltar en la dieta. | Foto: Getty Images

La deficiencia de vitamina A es la primera causa de ceguera evitable en los niños alrededor del mundo. Se cree que entre 250.000 y 500.000 niños se quedan ciegos cada año debido a una deficiencia de este nutriente. La mitad de estos niños fallecen menos de un año después de haber perdido la vista.

La falta de esta vitamina causa ceguera nocturna en las mujeres en estado de gestación o en periodo de lactancia; además, la falta de este nutriente contribuye a la mortalidad materna debida a daños que se generan en el sistema inmune, aumentando el riesgo y la probabilidad de que la mujer muera a causa de la malaria, el sarampión y la diarrea.