Para hablar de la intolerancia a la lactosa, hay que empezar por lo más básico: ¿qué es esa sustancia? Esta pregunta hace necesario referirse a los azúcares, compuestos que cumplen una función determinante en el suministro de energía del organismo.

Más allá de la imagen problemática que se tiene sobre ellos, dichos compuestos pueden encontrarse de forma natural o añadida en los alimentos, que es el mecanismo a partir del cual los obtiene a su vez el cuerpo.

Como indican desde la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, Medline Plus, se habla de azúcares porque hay más de un tipo y cada uno de ellos varía en su descripción. Así pues, se listan cuatro clases principales: la sacarosa, más conocida como el azúcar de mesa; le sigue la glucosa, que está presente en ciertos ingredientes y que puede generar afectaciones en la salud cuando se acumula; luego está la fructosa o el azúcar de las frutas.

Finalmente, el tipo que ocupa este texto es la lactosa, popularmente conocida como el azúcar de la leche, pues aparece de forma natural en esta bebida. Esta explicación permite comprender que la lactosa no hace referencia a la leche en sí misma, sino que es una sustancia que se clasifica como un tipo de azúcar.

Asimismo, la aclaración es necesaria para diferenciar entre la intolerancia a la lactosa y la alergia a la leche, siendo esta última provocada por determinadas proteínas presentes en la leche, como explican desde los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos.

La intolerancia a la lactosa, entonces, es la incapacidad del organismo para procesar adecuadamente este compuesto. Como explican desde Mayo Clinic, esta dificultad tiende a estar asociada a la ausencia o deficiencia de lactasa en el organismo, una enzima cuya función es la de procesar y digerir este tipo de azúcar.

Al estar presente en los lácteos y, por ende, en sus derivados, es usual que las personas que padecen de dicho trastorno se abstengan de consumir preparaciones que puedan contenerla, como las tortas, los postres o los helados. Lo anterior con el ánimo de evitar cualquier malestar.

Y es que, como explican desde el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales, las molestias producidas tras el consumo de un alimento que contenga lactosa en pacientes de intolerancia se desencadenan de inmediato. Entre los síntomas que señala la entidad se listan el dolor estomacal, las náuseas, el vómito, la diarrea, la hinchazón de la zona abdominal, así como la liberación de gases.

Sumado a esta reacción adversa, algunas personas pueden manifestar cierta vergüenza o incomodidad cuando sucede en medio de un encuentro social.

Para poder mantener al margen este tipo de respuestas por parte del organismo, es debido consultar a los profesionales de la salud para determinar las causas que desencadenaron la intolerancia a la lactosa y el abordaje médico correspondiente para controlarla.

Como explican desde Mayo Clinic, la clase más frecuente de este trastorno es la primaria. En términos sencillos, se trata de un tipo de intolerancia que se desarrolla de forma gradual durante el crecimiento, y una vez llegado el punto de la adultez, la persona no puede digerir correctamente la lactosa.

En cambio, la intolerancia a la lactosa secundaria está supeditada a una afección de base, por ejemplo, tras una alteración en la salud intestinal. Por otra parte, también puede ser un trastorno de nacimiento, por lo que recibe el nombre de intolerancia a la lactosa congénita.

De ninguna manera, este artículo constituye una recomendación médica profesional, por lo que se aconseja consultar con un doctor ante cualquier síntoma.