La mayoría quiere encontrar una dieta simple, rica y rápida que en un abrir y cerrar de ojos los lleve a adelgazar los kilos que sobran. Y no solo eso, sueñan con que esa estrategia sea suficiente para modificar el estilo de vida para siempre. Pero la realidad es otra. Según los médicos, las dietas milagrosas no existen y el peso ideal es un asunto que se logra día a día.
No es que las dietas del atún y o de la piña no funcionen. Alguien que corta sustancialmente la ingesta diaria de comida en el marco de una dieta hipocalórica bajará de peso. Pero lo cierto es que no logrará ni sostener ese régimen alimenticio de esas condiciones ni sostener ese peso perdido en el tiempo. Bajo estos regímenes estrictos, dice el epidemiólogo Jaime Ordóñez, “la obesidad y el sobrepeso regresan sin que el individuo se de cuenta”. Por eso hay que adoptar un estilo de vida sano a largo plazo pues para bajar el peso “la mejor estrategia debe ser la perdida de peso lenta y pausada”, agrega el experto.
Bajar rápido de peso no es bueno porque se produce el llamado efecto rebote y esto significa que ese cambio abrupto genera un desequilibrio en el funcionamiento de ciertos órganos como el páncreas y el hígado, lo que lleva a volver al peso de antes y hay riesgo de trastornos metabólicos y enfermedades. Según el experto Diego Fernando Ocampo esto le sucede a las personas que se someten a cirugías para bajar de peso porque no adoptan estilos de alimentación saludable después de la intervención. Para él, lo ideal es bajar 10 por ciento del peso al año pues eso garantizará que lo perdido no se vuelva a ganar.
Además, el estilo de alimentación sano que la persona adopte debe ser diseñado por un especialista de acuerdo con sus necesidades. Según los expertos consultados por SEMANA, no es bueno hacer las dietas de otros. En dichos casos, y a pesar del esfuerzo, es posible que no reduzcan de peso. A esto se le conoce como el síndrome de la dieta del vecino y está demostrado que no funciona porque cada individuo tiene un metabolismo diferente al otro. “La dieta mía es mía -dice Ocampo- y debe haber un grado de recomendación médica nutricional”. Aconseja una cita con expertos en nutrición en diferentes momentos de la vida para ajustar la alimentación a la edad, ya que el metabolismo no es el mismo después de los 30 ni de los 50 años.
Pero de nada sirve comer sano y en las cantidades adecuadas si este esfuerzo no viene acompañado de actividad física. Este término abarca el movimiento que hace el cuerpo en el día, desde vestirse hasta caminar al trabajo. Hay que dejar espacios para lograr este tipo de ejercicio: subir escaleras en lugar de tomar el ascensor, bajarse del bus una parada antes para caminar un poco o dar vueltas por el parque los fines de semana. El ejercicio, por el contrario debe ser prescrito por el médico, pues algunas personas pueden tener hipertensión o diabetes y necesitan un entrenamiento guiado.
En el tema de ejercicio es importante la motivación porque a muchos les da cierta pereza inicial ante la idea de hacerlo. El experto Carlos Mendivil recomienda aplicar la teoría de las decisiones pequeñas. “Esto significa llegar a la casa y ponerse la pinta del gimnasio enseguida, y ya vestido es más fácil salir al gimnasio, y ya en el gimnasio es más fácil hacer el ejercicio”.
Según los expertos, comer bien no implica sacrificios ni pasar hambre. Otro dato clave es que el aumento de peso no es un proceso natural que viene con los años. Por último, todos los expertos coinciden en que, aunque no es fácil mantener el mismo peso a través de las décadas, sí es posible controlarlo.