Cuando se usan exprimidores, licuadoras o extractores, las frutas pierden las vitaminas, fibra natural y antioxidantes y, además, se eleva el azúcar.
Al momento de realizar estos procesos, se exponen las frutas a este desgaste nutricional, disminuye, en gran medida, el valor alimenticio que tienen y se evita que, por ejemplo en edades tempranas, los niños adquieran habilidades fundamentales como el masticar, lo cual ayuda a fomentar el apetito, probar, deglutir nuevos sabores y activar los músculos de la mandíbula.
Al respecto, Juan Pablo Riveros, médico gastroenterólogo pediatra adscrito a Colsanitas, explica que, “es necesario que los padres y cuidadores ofrezcan a los niños las frutas enteras, pues los jugos contienen un alto grado de fructosa, que termina siendo agua con miel o azúcar, es decir, puede incrementar el sobrepeso en los niños”.
“Además, los jugos suelen fermentarse en el sistema digestivo, lo que ocasiona gases, dolor de estómago o inflamación abdominal”.
Dicha afirmación está en línea con las proporciones que explica Adriana Cadena, nutricionista dietista de Clínica Colsanitas, dado que afirma que 100 gramos de mango, cuando se consume como fruta, aportan 80 miligramos de vitamina C y 15 miligramos de carbohidratos.
Si lo anterior se compara con un jugo, el aporte de vitamina C disminuye a 20 miligramos y los carbohidratos aumentan hasta 60 miligramos, lo que da cuenta de la pérdida de valor nutricional en un licuado.
Si a esto se suma que muchas veces las personas eligen endulzar los jugos y agregan azúcar refinada, pues se incrementa, por un lado, el aporte calórico y, por el otro la cantidad de glucosa, sacarosa y fructosa, que de por sí ya tienen las frutas de manera natural.
Razones, además de las anteriores, hay muchas más. En este sentido, se recomienda que desde edades tempranas, se incentive a los niños a que prefieran las frutas enteras:
- Las frutas permiten tener una mejor digestión gracias a su aporte de fibra. De hecho esta es una de las razones por las que se recomienda introducirlas a partir de los seis meses de vida, al dar inicio a la alimentación complementaria.
Se debe optar por introducir en las comidas de los pequeños, frutas en trozos que puedan saborear, inicialmente chupando o en purés, y que luego logren masticar, una vez crezcan los primeros dientes.
Los colores, sabores y texturas variadas de la fruta, así como las sensaciones que provocan al tacto, permiten que los pequeños disfruten una alimentación complementaria desde el principio.
- Además de no alimentar, los jugos tienden a saciar y llenar a los niños. Por esta razón, a la hora de comer, va a ser más difícil que los menores ingieran las comidas que sí les alimentan.
Además, dado que es más fácil tomar líquido que masticar, esto puede traer inconvenientes en el desarrollo de la masticación o casos de inapetencia selectiva.
- El exceso de jugos puede producir caries. Dar a los niños una cantidad grande de jugos al día, o permitirles tomar estos de forma constante en el tetero o vaso, hace que sus dientes de leche estén expuestos excesivamente a los carbohidratos de las frutas, lo cual se asocia con caries.
- Los jugos no sirven para la diarrea. Cuando un niño se encuentra enfermo y con episodios de diarrea, siempre será mejor priorizar la ingesta de sueros de rehidratación oral y continuar la alimentación normal, bajo supervisión médica.
De hecho, el consumo de jugos de fruta podría empeorar la situación dado el alto contenido de carbohidratos, lo que ocasiona que el intestino exceda su capacidad para absorberlos.