El pasado 27 de junio, al tiempo que las Farc abandonaban las armas para convertirse en partido político, eran presentados en el II Foro de la Biodiversidad los resultados parciales de las nueve expediciones científicas realizadas en el Caribe y el Pacífico, Caquetá, Santander, Antioquia, Chocó, Guaviare y Vichada dentro del programa Colombia Bio. Esta feliz coincidencia no es fortuita, ya que varias de las exploraciones se hicieron en territorios que las Farc habían ocupado, y que pudieron ser explorados luego de que la guerrilla y el gobierno nacional acordaron el cese bilateral del fuego.Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, explicó que con el proceso de paz y desescalamiento del conflicto armado los investigadores “hemos tenido la oportunidad de visitar lugares que tradicionalmente estaban vedados para cualquier tipo de expedición, pues estaban minados o con presencia de actores ilegales, como en el caso de El Carmen de Viboral, en Antioquia, un lugar que ha sufrido el flagelo de la violencia”. En otras palabras, el fin del enfrentamiento con las Farc ha permitido redescubrir el territorio nacional, como una prueba más de los beneficios de la paz.Según el viceministro de Ambiente, Carlos Alberto Botero, las nueve expediciones han encontrado 88 nuevas posibles especies y más de 200 nuevos registros –animales o plantas no detectadas antes en el territorio– junto con innumerables hallazgos. Entre las posibles nuevas especies se encuentran un reptil y un pez descubiertos en el Peñón del Santander. En El Carmen de Viboral registraron tres plantas nuevas, así como un anfibio, un pez y un escarabajo, mientras que en el cerro Tacarcuna, en Chocó, describieron seis plantas y un pez.También hubo redescubrimientos como el ocurrido en la expedición al cerro Tacarcuna. Allí los investigadores volvieron a encontrar un reptil no registrado desde 1982, así como un anfibio que no se había vuelto a ver desde 1971.Otra noticia que han dejado las expediciones es que pese a los peligros de la deforestación y de la minería ilegal, la biodiversidad colombiana tiene un alto grado de conservación. Julia Miranda, directora de Parques Nacionales, al igual que Baptiste coincidieron en afirmar que lugares como el Chiribiquete son prácticamente vírgenes, lo que se convierte en una esperanza para encontrar nuevas especies en futuras expediciones.Si bien el posconflicto abre una ventana para la investigación científica de territorios antes vedados, también hay que reflexionar sobre cómo en esta nueva etapa los colombianos preservarán la biodiversidad de esos lugares. Por paradójico que parezca, la guerra contribuyó a proteger ciertas zonas del país, y ahora muchos investigadores y ambientalistas temen que la ‘pacificación’ de esas zonas genere procesos de deforestación y destrucción del medioambiente. En este sentido, Wade Devis, antropólogo y profesor de la universidad de British Columbia, cuenta que, “como me lo dijo un mamo amigo mío, la paz no puede significar la unión de los colombianos para acabar con la naturaleza”.