Durante la pandemia por la covid-19, quizás no hubo un médico más influyente que Anthony Fauci. Ante la incertidumbre que provocó esa catástrofe mundial, desde todas las orillas se buscaba una luz. Y esa lámpara encendida en medio de la oscuridad siempre fue el epidemiólogo. Fauci es la voz más permanente en el sistema norteamericano de salud. Estuvo cinco décadas en el Instituto Nacional de Salud, en donde dirigió sus apuestas más importantes hasta llegar a ser la cabeza del organismo. Desde 1984 lideró el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos.
Durante los últimos años fue el principal asesor de salud de la Casa Blanca. Aunque ha navegado en las más graves tormentas, desde el sida hasta el ébola y el zika, su fama mundial se la debe al más reciente enemigo microscópico que puso en jaque al mundo: la covid-19. Nunca antes un tecnócrata había sido tan protagonista. El presidente Donald Trump en su momento lo catalogó como un “desastre”. El magnate la emprendió contra el médico por cuenta de sus advertencias sobre los serios impactos del coronavirus.
Trump, renuente a aceptar la gravedad de la pandemia y enemigo feroz de los confinamientos y el tapabocas, decidió entonces desprestigiarlo. “La gente está harta de Fauci y todos esos idiotas”, dijo. Al final, era el doctor quien tenía la razón. “Anthony Faucies mejor economista que Donald Trump”, aseguró la revista The New Yorker frente al epidemiólogo. El diario The Guardian lo catalogó en esa controversia como el “hombre vivo más sexi del mundo”. El original tituló explicaba la fanaticada mundial que el galeno, ya encima de sus 80 años, levantaba con sus opiniones autorizadas en la pandemia.
“La base de la popularidad de Fauci es que la gente intuye que se trata de un hombre que dice la verdad y que no permitirá que nada se interponga en su camino”, explicó John Hoffman, el director de un documental sobre su vida. “Él es la señal en medio del ruido. La gente puede sentir que hay mucho ruido y sus oídos están tratando de encontrar la señal, y él es la señal”, agregó. Ante su partida, una columnista de The Washington Post, Robin Givhan, también quiso explicar por qué, cuando el médico se pronuncia, el mundo se tranquiliza.
“Cuando Anthony S. Fauci habla, su voz tiene un toque áspero, mucha arrogancia de Brooklyn y un rayo tranquilizador de optimismo”, dijo. Ante una humanidad confundida y asediada por tanta información maliciosa y falsa, el estandarte del médico fue fundamental para que la ciencia “encontrara un camino a través de la oscuridad y hacia la luz”. El epidemiólogo supo navegar en este planeta de extremos, que han dejado los conflictos y atizados por las redes sociales. Héroe y villano a la vez, demostró que, en un verdadero problema, la voz de los políticos no es suficiente. Y así se convirtió en el Pepe Grillo y la conciencia del planeta.
“El mundo entero se seguirá beneficiando de lo que haga el doctor Fauci en esta siguiente etapa”, dijo el presidente Biden tras lamentar su retiro. Para el primer mandatario, Estados Unidos es más fuerte y más saludable gracias a él. Hay gran expectativa por lo que el médico pueda lograr fuera del Gobierno. Montado en la sabiduría que da el octavo piso de la vida, ha dicho que mientras tenga salud, y ha reconocido que tiene bastante, seguirá aportando a las políticas del ramo. El expresidente Barack Obama resumió bien el sentimiento que guardan quienes lo admiran. “Pocas personas han tocado más vidas que el Dr. Fauci, y me alegro de que aún no haya terminado”, manifestó, agradecido.