Dejar ‘para después’ cualquier tarea, desde lavar los platos o terminar un informe hasta responder un correo electrónico, es un hábito bastante común. Se llama procrastinación, y es un comportamiento tan antiguo que filósofos como Sócrates y Aristóteles solían llamarlo akrasia. Esto significa que en lugar de cumplir sus deberes, las personas prefieren actividades más placenteras como ver televisión, entrar a YouTube o dormir, aun a sabiendas de que esa decisión las perjudicará tarde o temprano.De acuerdo con los psicólogos, esto sucede porque esas personas perciben ciertas actividades como abrumadoras y estresantes. Además, en algunos casos, temen fracasar o ser criticados, lo que los lleva a postergar hasta el último momento la tarea. Sin embargo, especialistas en el tema aseguran que procrastinar tiene efectos negativos a largo plazo que la mayoría desconoce. “La procrastinación es un hábito como tal, y el hecho de no terminar lo que empezamos nos lleva a vivir una constante frustración al fallar continuamente en lo que nos proponemos”, explicó a SEMANA Juan Gutiérrez, experto en felicidad organizacional. Además, investigaciones hechas en Canadá han descubierto que las personas que tienden a procrastinar no solo presentan problemas emocionales, sino que también tienen mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y presión arterial alta.Puede leer: Once ideas para mejorar la productividadErradicar este mal hábito se ha convertido en un desafío para muchos. Gretchen Rubin, en su libro Happier at Home propone una estrategia muy simple. “Si puedes hacer una tarea en menos de un minuto, hazla”. El método, conocido como la ‘regla del minuto’, consiste en adquirir un nuevo hábito realizando una determinada tarea durante un minuto al día para no dejarse abrumar por la cantidad de cosas por hacer.Estas pueden ser tan simples como llegar a casa y colgar la ropa después del trabajo, tender la cama en las mañanas, responder un correo electrónico, abrir un documento de Word y titularlo, o simplemente tomar el teléfono y hacer una llamada para pedir una cita. Adquirir este tipo de hábitos con las pequeñas labores, según Rubin, es el secreto para reordenar cualquier aspecto de la vida. Como hace algunos años lo confirmó una investigación publicada en la revista Harvard Bussines Review, este mecanismo produce impulsos cortos de felicidad que motivan a seguir realizando más tareas.Debido a que son tan rápidas no es difícil seguir con el hábito, y más pronto que tarde, las personas verán los resultados. Rubin también asegura que con esta técnica muchos de sus amigos han logrado que su apartamento pase de ser “un desastre a estar bastante ordenado sin mucho esfuerzo” o, incluso, que algunos de sus compañeros más holgazanes activen su productividad a tal punto que “hacer tantas cosas pequeñas rápidamente” les deje tiempo de sobra para dedicarse a tareas grandes.Le recomendamos: La mala costumbre de dejar todo para el finalPara Gutiérrez, con la regla de un minuto es posible “adquirir nuevos hábitos a corto y mediano plazo como hacer ejercicio, aprender un nuevo idioma o dejar de fumar. Mientras que a largo plazo, pueden alcanzarse incluso metas mucho más desafiantes”.Agrega que este método resulta efectivo incluso para actividades de largo aliento, por ejemplo, con un trabajo que en un primer momento parece demasiado grande. Fragmentarlo en pequeñas actividades ayuda a reducir su complejidad. Aunque la tarea seguirá siendo la misma, la persona controla mejor la situación y lejos de abandonar la actividad, se motiva y sigue la tarea sin sentir que invierte demasiado esfuerzo en ello.El primer paso, según los expertos, es saber lo que quiere lograr. Luego, lo más simple es dedicar un minuto al día para cumplir la meta y así esta se acercará cada vez más. “La regla del minuto se enfoca en tomar decisiones y la felicidad es precisamente eso, una decisión. Creo que si todos los colombianos usamos la regla del minuto y decidimos ser felices al menos un minuto al día, podríamos construir un futuro brillante para nuestro país”, concluye Gutiérrez.