No han sido buenas semanas para las vacunas. Primero fue el cuestionamiento a la seguridad de la de AstraZeneca. Luego, el domingo pasado, fue el turno para dudar de la efectividad de la vacuna de Sinovac, y el martes la protagonista fue la de Johnson & Johnson a raíz de los casos de trombos raros que aparecieron en algunos ciudadanos inmunizados en Estados Unidos.

Las tres hacen parte de la estrategia de vacunación en el país, por lo tanto el tema llamó la atención de todos. El temor no se hizo esperar y médicos reportaron que ya han visto reticencia de algunos candidatos para vacunación en varias ciudades ante alguna de estas opciones.

Frente a esto, la comunidad médica y científica tuvo que salir a defenderlas. En el caso de AstraZeneca, tras el comunicado de la EMA, quedó claro que si bien hay un posible vínculo del biológico con esta rara condición, el riesgo es tan bajo que los entes regulatorios decidieron mantenerlo.

El tema con el de Johnson & Johnson es muy parecido. El martes, la CDC y la FDA, organismos regulatorios de Estados Unidos tomaron la decisión de suspenderlo luego de nueve casos de estos mismos coágulos, uno de los cuales tuvo un desenlace fatal. El comité de seguridad de cada entidad se reunirá para establecer qué decisión tomará al respecto, y mientras eso sucede la vacuna fue suspendida.

Ahora bien, la discusión sobre la vacuna de Sinovac no es menos compleja. Todo comenzó el domingo cuando Gao Fu, director del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, dijo en una conferencia que la vacuna no tenía tasas de protección altas. Pero poco a poco fue dando más contexto a su declaración al explicar que los científicos de su país estaban haciendo ensayos de combinarla con otras para aumentar su potencia.

Ese mismo día, el Instituto Butantan, en Brasil, dio a conocer los resultados de un esperado estudio de fase III con la vacuna de Sinovac. A diferencia de las otras, que sí han tenido estudios publicados en revistas indexadas, de esta era poco lo que se conocía. Del estudio en cuestión se sabe que son datos preliminares, aún sin publicar en revistas científicas y, por lo tanto, se divulgaron sin tener la revisión debida de otros científicos ajenos a la investigación. Fue hecho en Brasil, Indonesia, Turquía y Chile.

En el brazo de Brasil, los investigadores se centraron en una muestra de 2.656 personas que se habían sometido a pruebas PCR para las infecciones del SARS-CoV-2 desde enero y hasta la semana pasada. Los científicos identificaron a 786 personas con síntomas aparentes de covid-19, a quienes dividieron en dos grupos de 393 cada uno: los que dieron positivo y los negativos para el virus. Luego, los investigadores verificaron la proporción de personas vacunadas y no vacunadas en ambos grupos.

En el grupo positivo, 18,6 por ciento fueron vacunados; en el grupo negativo, la proporción fue de 24,4 por ciento. Con esos datos, el riesgo de infección por SARS-CoV-2 14 días después de la primera dosis fue de 49,6 por ciento de efectividad en el mundo real. No obstante, la efectividad de la vacuna aumentó a 50,34 frente a la covid sintomática después de dos dosis.

La efectividad de 50 por ciento es baja si se compara con la de más de 90 por ciento que ofrecen otras vacunas. Sin embargo, como lo dice el epidemiólogo Jaime Ordóñez, esto significa que frente a no vacunarse, Sinovac es una muy buena opción. De hecho, si no hubiera otra, esta sería una gran vacuna. “Lo que sucede es que la primera que salió al mercado (Pfizer) puso una vara muy alta con una efectividad de 95 por ciento y si la comparamos con esa, la de Sinovac es regular”, afirma.

Algunos expertos señalan que la efectividad de la vacuna en Brasil pudo producir bajos resultados porque se hizo en una población de alto riesgo, como es un centro médico en donde es posible que ya haya cierta inmunidad por previos contactos con el virus. Eso podría explicar por qué la vacuna mostró más bajos números de efectividad que en Turquía, donde fue de 83,5 por ciento, y en Indonesia, donde registró 65 por ciento.

Lo cierto es que el dato hizo desanimar a muchos en los países de mediano ingreso de África, Asia y Latinoamérica, donde se calcula que se han suministrado más de 180 millones de dosis de Sinovac. Aun así, muchos expertos siguen creyendo que este biológico puede ser crucial para controlar la expansión de la enfermedad y señalan que la efectividad no es lo único que hay que observar.

El estudio también mostró que después de 14 días la eficacia contra casos que requerían hospitalización fue de 83,70 por ciento y de ciento por ciento para los casos severos y fatales. Esto quiere decir que ninguno de los vacunados tuvo un episodio grave, “que es el que mata a las personas. Nadie se muere de covid leve”, dice Leonardo Arregocés, director de Medicamentos y Tecnologías de Salud del Ministerio de Salud. “Entonces la vacuna previene completamente de covid grave, que es lo que estamos buscando acá, y eso da una seguridad de que la vacuna funciona”.

Además, el estudio mostraría cómo se comportaría la vacuna frente a la variante P1 de Brasil, lo cual es importante porque se conoce poco. “Esta es una confirmación independiente de que la vacuna es eficiente en un escenario de una nueva variante”, dijo a la revista Science el epidemiólogo Ricardo Palacios, encargado de las pruebas de covid en Butantan.

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Ordóñez, sin embargo, dice que hay que ser cautelosos con ambas conclusiones. En cuanto a la protección de los casos severos, señala que aún es muy temprano para saberlo, puesto que en el grupo del placebo tampoco hubo muertes. Además, señala que estos estudios no están diseñados para estimar la capacidad de protección frente a covid severa o muertes por covid. “Cualquier resultado adicional es secundario, son eventos que les suceden a los integrantes de la muestra, pero el estudio no está en capacidad de establecer si se deben a la vacuna o a otras variables”, dice.

En cuanto a las variantes, “el estudio no da indicación de si la vacuna será efectiva contra ellas”, asegura Peter English, consultor en comunicaciones sobre el control de enfermedades. Con él coincide el epidemiólogo Eric Feigl-Ding, de la Federación de Científicos Americanos, pues dice que el nuevo estudio no hizo secuencias de SARS-CoV-2 en las personas con examen de PCR positivo para asegurar si estas infecciones se estaban produciendo por la variante P.1. “La conclusión de que la vacuna protege contra la variante yace en el supuesto de que esa cepa está causando la mayoría de las infecciones”.

A pesar de esto, Arregocés señala que todas las vacunas previenen la covid grave y que la variabilidad de los resultados de eficacia se debe a que no todos los estudios se han hecho de la misma manera. Por lo tanto, “no necesariamente son extrapolables y comparables con otros”. El de Butantan, por ejemplo, tiene muchos más casos de covid dentro de la población que tomó el placebo porque su muestra estaba más expuesta al virus. “Esto se puede decir con la vacuna de Sinovac, pero no con la de Pfizer, que no ha sido probada en ese escenario”.

Para Diego Rosselli, neurólogo y experto en salud pública de la Universidad Javeriana, las vacunas siguen siendo la única solución. “No tengo ninguna duda de ponerme la segunda dosis ni de ponérsela a mi mamá”, dice. Ana María Porras, Ph. D. y profesora de Microbiología de la Universidad de Cornell, asegura que el estudio confirma que la vacuna protege muy bien contra covid severa. “Si me vacuno con Sinovac hay riesgo de contagio, pero no de terminar en el hospital”.

Por eso, a pesar de estar vacunados con las dos dosis no hay que albergar una falsa idea de seguridad. Todas las vacunas tienen tasas de falla, por lo que hay que continuar con las medidas de bioseguridad. Además, “sin importar la vacuna, siempre está el riesgo de ser portador, lo que pone en peligro a los que no están vacunados”, dice Ordóñez. El estudio de Brasil continúa en desarrollo y, mientras tanto, los médicos instan a la población a vacunarse, pues de no hacerlo implica estar completamente desprotegido contra este bicho, uno de los más contagiosos en la historia de la medicina.