Los hábitos alimenticios poco saludables y la falta de actividad física son dos factores importantes que influyen en el colesterol elevado y la obesidad. Ambas afecciones de salud pueden poner en riesgo la vida de una persona, esto si no se comienza un tratamiento médico oportunamente.

El colesterol es una sustancia parecida a la grasa que está presente en todas las células del cuerpo. Es importante para la producción de hormonas, vitamina D y sustancias que facilitan la digestión de los alimentos. El cuerpo produce el colesterol que necesita, sin embargo, también puede obtenerse a través de alimentos de origen animal.

Cuando hay demasiado colesterol en el torrente sanguíneo se pueden formar placas, las cuales se pegan a las paredes de los vasos sanguíneos y pueden provocar enfermedad de las arterias coronarias. “A veces, esos depósitos pueden romperse de repente y formar un coágulo que causa un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular”, explica Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro, dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.

Por su parte, la obesidad también puede ser perjudicial para la salud. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud las cifras sobre este tema cada vez son más preocupantes, especialmente en niños. “La prevalencia del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes (de 5 a 19 años) ha aumentado de forma espectacular, del 4 % en 1975 a más del 18 % en 2016. Este aumento ha sido similar en ambos sexos: un 18 % de niñas y un 19 % de niños con sobrepeso en 2016″.

Tener obesidad aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles como:

  • Las enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares).
  • Diabetes.
  • Trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante).
  • Algunos tipos de cánceres (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).

En caso de presentar cualquiera de estos tipos de afecciones, es importante seguir las recomendaciones que brinde el médico, especialmente aquellas relacionadas con la alimentación.

Vitamina para el colesterol

La niacina es una vitamina B que puede tomarse como medicamento en dosis mayores para combatir el colesterol elevado y otras grasas en la sangre. Solo puede ser ingerida si es recetada por un médico. De acuerdo con Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, esta vitamina ayuda a: “elevar el colesterol HDL (bueno), reducir el colesterol LDL (malo) y a disminuir los triglicéridos.

Esta vitamina actúa en el organismo de la siguiente manera: bloquea la forma en que el hígado produce el colesterol. Mejora los niveles de colesterol en el torrente sanguíneo, esto contribuye a disminuir el riesgo de cardiopatías, ataque al corazón y ataque cerebral.

En caso de presentar los siguientes síntomas, a causa de la toma de niacina, se debe acudir a un centro médico:

  • Mareo
  • Desmayo
  • Ritmo cardíaco rápido
  • Náusea
  • Vómitos
  • Cansancio excesivo
  • Orina de color oscuro
  • Heces de color claro
  • Sangrado o moretones inusuales
  • Falta de energía
  • Pérdida del apetito
  • Dolor en la parte superior derecha del estómago
  • Color amarillento en la piel o los ojos
  • Síntomas similares a los de la gripe
  • Urticaria
  • Picazón
  • Dificultad para respirar
  • Hinchazón de la cara, garganta, lengua, labios, ojos, manos, pies, tobillos o pantorrillas
  • Ronquera.
  • Dolor, sensibilidad o debilidad muscular sin explicación

Vitamina para la obesidad

La Razón destaca un reciente estudio realizado por expertos del Instituto de Tecnología de Shibaura (Japón), el cual encontró una forma para combatir la obesidad y las enfermedades relacionadas con vitamina E.

El equipo investigador encontró que tocotrienoles (T3), un subtipo de vitaminas E tuvo éxito en la prevención de la obesidad y en la reducción del colesterol malo. Los expertos observaron que los T3 disminuyeron la acumulación de tejido adiposo blanco alrededor del hígado y los riñones. Asimismo, ayudaron a reducir los niveles de colesterol malo en el torrente sanguíneo, sin afectar los niveles de colesterol bueno.