El colon, parte final del intestino grueso, es un órgano largo en forma de tubo que se encuentra en el abdomen y el cual transporta los desechos para eliminarlos del cuerpo, de acuerdo con Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.

No obstante, existen muchos trastornos que pueden afectar la capacidad para funcionar adecuadamente y por ello, es importante cuidarlo, pues se pueden acumular toxinas o bacterias que causan diarrea.

Así las cosas, el portal Su Médico reveló que el té de manzanilla “tiene propiedades antiinflamatorias que calman las molestias intestinales y desintoxican el colon”.

Adicional, el portal portugués de salud, nutrición y bienestar Tua Saúde explicó que “gracias a sus propiedades antimicrobianas podría evitar el crecimiento de la Helicobacter Pylori, una bacteria que aumenta el riesgo de formar gastritis y úlceras estomacales”.

En consecuencia, para preparar la infusión de manzanilla solo se debe hervir un litro de agua y agregar un puñado de flores de manzanilla para consumir en el transcurso del día y preferiblemente, después de cada comida.

No obstante, el uso de la manzanilla puede provocar reacciones alérgicas en algunas personas que son sensibles a la familia de plantas que incluye a la manzanilla. Otros miembros de esta familia son la ambrosía, la caléndula, la margarita y el crisantemo, de acuerdo con Mayo Clinic.

Por razón, antes de consumir alguna infusión, lo primero que hay que hacer es consultar al médico tratante o a un nutricionista para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona, pues las anteriores recomendaciones no son las indicadas para todas las personas, ya que la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica.

Por su parte, hay algunos hábitos que ayudan al colon como, por ejemplo:

  • Tener una dieta saludable: esta debe incluir al menos 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día, menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, menos del 30 % de la ingesta calórica diaria procedente de grasas y menos de cinco gramos de sal (aproximadamente una cucharadita) al día y la sal debería ser yodada.
  • Mantenerse lo más activo posible y hacer ejercicio periódicamente. Las nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan por lo menos de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa por semana para todos los adultos, incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad, y un promedio de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.
  • Cuando se sienta el impulso de defecar, no pasarlo por alto y hacerlo en el momento. Además, es importante procurar establecer horarios regulares para evacuar el intestino, especialmente después de una comida.
  • Incorporar abundantes cantidades de alimentos ricos en fibra en la dieta, incluidos los frijoles, vegetales, frutas, cereales integrales y salvado. En general, intentar consumir 14 gramos de fibra por cada 1.000 calorías.
  • Consumir menos alimentos con bajo contenido de fibra, como los alimentos procesados y los productos lácteos y la carne.
  • Comer alimentos probióticos: los alimentos recomendados son: el yogur, el chucrut, el tempeh, el kimchi, el kéfir, las aceitunas y encurtidos, entre otros. Sin embargo, también hay medicamentos con probióticos.
  • Comer despacio y procurar masticar bien los alimentos. Es recomendable masticar los alimentos entre 30 y 50 veces por bocado.