La alimentación es de gran relevancia para mantener una buena salud física. Cabe mencionar que esto se debe a que lo que se ingiere, preferiblemente cuando es de origen natural, es la principal fuente de vitaminas, minerales y otra clase de nutrientes esenciales que necesita el organismo para desarrollarse con normalidad en el día a día.

A pesar de los agigantados pasos que dan la ciencia o la tecnología día tras día, los profesionales han decidido volcar la mirada hacia la naturaleza, debido a que los tratamientos industrialmente procesados o con influencias químicas pueden presentar más perjuicios que beneficios.

Una buena alimentación es fundamental para cuidar la salud y permitir que las personas se sientan bien. | Foto: Abel Mitja Varela

De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha destacado tal importancia siempre que le ha sido posible.

“Llevar una dieta sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas, así como diferentes enfermedades no transmisibles y trastornos. Sin embargo, el aumento de la producción de alimentos procesados, la rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado lugar a un cambio en los hábitos alimentarios. Actualmente, las personas consumen más alimentos hipercalóricos, grasas, azúcares libres y sal/sodio; por otra parte, muchas personas no comen suficientes frutas, verduras y fibra dietética, como por ejemplo cereales integrales”, indica la entidad.

En ese sentido, es importante destacar que cada uno de los tipos de alimentos enlistados anteriormente ayudan a que se den beneficios diferentes, dependiendo de las propiedades que cada uno tiene.

Hay dos efectos que son muy buscados por la mayoría de las personas que son, poder limpiar el organismo, depurando el cuerpo y liberando las toxinas, así como cuidar el hígado, que es el encargado de regular la mayor parte de niveles químicos en la sangre y excreta algo llamado bilis, que se centra en descomponer las grasas y prepararlas para su posterior digestión o absorción.

Cuando lo anterior no sucede con normalidad hay consecuencias perjudiciales como el hígado graso o la hepatitis.

El hígado graso es una afección que puede derivar en complicaciones de salud. La alimentación puede ayudar a evitar ello. | Foto: Getty Images

Por otro lado, de acuerdo con el portal web de la Clínica Mayo, “el hígado es un órgano de un tamaño similar a un balón de fútbol. Se encuentra justo debajo de la caja torácica en el lado derecho del abdomen”.

Entre las afecciones que pueden aparecer está “la enfermedad hepática que puede ser heredada (genética). Los problemas hepáticos también pueden ser causados por una variedad de factores que dañan el hígado, como los virus, el consumo de alcohol y la obesidad”.

“Con el tiempo, las afecciones que dañan el hígado pueden provocar cicatrización (cirrosis), esto causa insuficiencia hepática que es una afección potencialmente mortal. Pero el tratamiento temprano puede dar al hígado tiempo para sanar”, expone dicho portal.

La clínica explica que esta afección no siempre causa síntomas perceptibles. Sin embargo, sí hay algunos que pueden dar indicios de que algo no está funcionando como debería, por ejemplo:

  • Color amarillento en la piel y los ojos (ictericia).
  • Hinchazón y dolor abdominal.
  • Hinchazón en las piernas y en los tobillos.
  • Picazón en la piel.
  • Orina de color oscuro.
  • Color pálido de las heces.
  • Fatiga crónica.
  • Náuseas o vómitos.
  • Pérdida del apetito.
  • Tendencia a que aparezcan moretones con facilidad.
Cuando el hígado sufre puede haber fuertes dolores y malestares. | Foto: Getty Images

Algunos alimentos permiten que este órgano se proteja como, por ejemplo, aquellos que son ricos en fibras, tales como las frutas o los cereales integrales. De la misma manera, las especias y los alimentos amargos como la cúrcuma, el boldo o la salvia también son de gran provecho.

Lo mismo ocurre con las verduras, las cuales son grandes fuentes de antioxidantes necesarios para la expulsión de todas las sustancias tóxicas. Asimismo, el aceite de oliva ha sido ampliamente identificado como un hepatoprotector.