Los problemas de higiene oral representan un gran problema de salud pública al que se debe prestar atención. En un informe publicado en noviembre del año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) evidenció que cerca de la mitad de la población del planeta (el 45 % de las personas) padece de una enfermedad bucodental.
En esa medida, es clave hacer un uso adecuado de las distintas alternativas de cuidado e higiene oral que están disponibles. Entre los principales elementos que permiten cuidar de la salud bucodental están el cepillo de dientes, la seda dental y el enjuague bucal.
Aunque la mayoría de personas presupone que sabe cómo se usan estos elementos, lo cierto es que hay que seguir algunos parámetros para utilizarlos correctamente. En el caso de los enjuagues bucales es clave tener en cuenta algunas recomendaciones que dan marcas y entidades odontológicas.
La clínica dental española Ferrus & Bratos publicó en su página web una serie de mitos que rodean a estos productos y que incluso pueden resultar nocivos para la salud. De acuerdo con esa institución, hay soluciones caseras que utilizan ingredientes como aceite de coco, bicarbonato o agua oxigenada que pueden afectar el bienestar de las mucosas y de las encías debido a que son “muy abrasivos”.
Es clave prestar atención a los ingredientes de los enjuagues que hay en el mercado, pues esa fuente señala que los que incluyen alcohol pueden tener efectos negativos en la segregación de saliva.
La clínica también indica que los enjuagues bucales que prometen blanquear los dientes generalmente no tienen los efectos que los pacientes esperan. Por esa razón, señalan que la mejor forma de tener unos dientes más blancos es someterse a un tratamiento odontológico de más largo aliento destinado a ese fin.
Mientras tanto, otras fuentes médicas advierten que hay personas que tienen la creencia errónea de que los enjuagues bucales pueden reemplazar otros hábitos y elementos de higiene como el cepillado (que debe realizarse tres veces al día) y la seda dental. Dejarlos de lado, por supuesto, puede facilitar la aparición de infecciones y otras molestias bucodentales.
“No importa cuán confiado estés sobre los buenos hábitos que mantienes en tu boca, no dejes de programar citas con tu dentista al menos cada 6 meses. Si no se trata, la placa puede avanzar y convertirse en sarro, que solo puede eliminarse con las herramientas profesionales que usan los dentistas en las limpiezas”, recomienda, por su parte, la marca Listerine.
Ahora bien, lo cierto es que la forma adecuada de usar estos productos es combinándolos con el cepillo de dientes y el hilo dental.
La clínica Ferrus & Bratos sostiene que lo ideal es usar los enjuagues bucales una o dos veces al día, aunque señala que eso depende directamente de la recomendación del odontólogo tratante. Y concluye que usarla más de dos veces puede generar efectos negativos en la salud, en tanto no se haga bajo una recomendación médica explícita.
Si bien muchas personas lo usan antes de cepillarse, la verdad es que los expertos coinciden en que debe utilizarse después.
“Es conveniente esperar media hora entre el cepillado y el uso del colutorio (enjuague) dental, o bien realizar un primer enjuague con agua. Esto se debe a que los componentes presentes en los dentífricos (cremas de dientes) podrían anular la acción del producto”, indica la clínica Ferrus & Bratos.
La cantidad del enjuague generalmente viene indicada en el empaque del producto, pero generalmente basta con unos 20 mililitros en cada ocasión. Se agregan a un recipiente y luego se viertene en la boca. Sin pasar la solución, hay que hacer gárgaras generalmente durante unos 30 segundos. Hay que asegurarse de que el líquido se distribuya de forma uniforme por todos los recovecos de la boca. Luego, simplemente se escupe.