Partiendo de que la inteligencia, al contrario de lo que muchos creen, al parecer no se trata necesariamente de quien tenga más conocimientos o quien se desenvuelva de mejor manera en entornos donde se requiere de un alto grado de cultura general, sino de aprender a identificar y gestionar las emociones, de tal manera que se tomen las decisiones correctas y se digan las palabras apropiadas en cada circunstancia, una columna publicada en el portal estadounidense Inc reveló detalles de una herramienta que puede ayudar a agudizar esta habilidad y, por ende, a potenciar la inteligencia, por lo menos, a nivel emocional.
Según esto, existe una regla de tres preguntas que ayudarán con este propósito, encaminadas a la asertividad, entendida esta como la capacidad de saber expresar lo que se piensa, quiere y siente, de la mejor forma posible y en el mejor momento posible, según explican las psicólogas Amparo Calandín y Leticia Galeón a la revista GQ.
De acuerdo a Inc, quien habría revelado estos cuestionamientos es el comediante Craig Ferguson, quien hace algunos años en medio de una entrevista dijo que hay tres cosas que todo el mundo debería preguntarse antes de decir algo:
1. ¿Es necesario decir esto?
2. ¿Soy yo quien tiene que decirlo?
3. ¿Es este el mejor momento para decirlo?
Sobre estas preguntas, Justin Bariso, columnista de Inc, quien asegura haber puesto en práctica en más de una oportunidad esta estrategia, reseña algunos ejemplos que podrían ayudar a evidenciar la importancia de repetir estas preguntas ante diversas circunstancias, como las provocaciones a las que muchos se exponen por parte de desconocidos en las redes sociales o cuando la pareja cancela un plan romántico por temas laborales.
Ante cada situación, y antes de tomar la decisión de actuar de cierto modo, opinar o defender una postura, hay que responderse si realmente esto que se quiere decir es tan importante como para decirlo o si, por el contrario, se puede omitir y con ello evitarse un mal rato realmente innecesario. Si se es la persona indicada para opinar sobre el tema o realmente no es de su incumbencia. Y si es este el mejor momento para opinar lo que se piensa o dar cierta noticia, o mejor se debería esperar a que se calmen un poco las cosas y esperar a encontrar una situación más propicia.
Hacer este ejercicio, según explica, no solo hará que se eviten discusiones sin sentido o tener más adelante que retractarse de lo dicho, sino que animará a las personas a decir las cosas cuando conscientemente consideren que es lo correcto, esto cuando la respuesta a cada una de las tres preguntas sea un rotundo: ¡Sí!
En este último caso, tener la certeza de que es el momento justo para hablar hará que las personas tengan más confianza en sus decisiones y, a la vez, sean mucho más asertivas, siendo la comunicación que ayuda, en vez de la que destruye, la característica principal de este tipo de conversación.
Un ejemplo aplicable a la vida cotidiana puede ser una relación amorosa. En el caso hipotético de que la pareja haga algo que en verdad incomode al otro, hay que preguntarse: ¿es necesario decir esto? La respuesta puede ser: claro que sí, dado que es necesario para que las cosas funcionen bien. Ahora bien, ¿soy yo quien tiene que decirlo? Por supuesto, lo debe hablar la persona directamente involucrada. Sin embargo, ¿es este el mejor momento para decirlo? Puede que, en este punto, haya un freno en el proceso, todo depende de si las circunstancias son las mejores para conversar sin que se forme una discusión. En caso de que así sea, hay que aprovechar la situación y expresar lo que se siente de la mejor manera posible.
Ahora bien, cuando es el caso contrario, y se duda mucho al querer decir algo, Bariso dice que se puede añadir una pregunta inicial, y es: si no digo esto ahora, ¿me arrepentiré más tarde?, cuestionamiento que ayudará a quienes lo duden a tomar la mejor decisión.
En términos generales, este truco emocional podrá ayudar a reconocer qué temas y situaciones requieren de una mayor atención y cuáles, en definitiva, se pueden dejar pasar ya sea porque no tienen importancia o porque son temas fuera de su competencia.