Los baños de sauna pueden resultar tan saludables para el organismo como hacer ejercicio, además de que ofrecen una serie de beneficios para la piel.

Entre otras cosas, meterse a un sauna ayuda a relajar los músculos, a desestresarse, a activar la circulación y a aliviar la tensión. Este espacio sirve para desconectarse de las preocupaciones, liberarse del cansancio y despejar la mente, entre otros beneficios.

En lo referente a la belleza, son buenos para la piel. El calor abre los poros y estimula la sudoración, lo que favorece la limpieza de la piel. Además, aumenta el riego sanguíneo y la oxigenación porque el corazón bombea más rápido.

Con los poros limpios, la piel oxigenada y el color rosado que da el aumento de riego, el aspecto rejuvenece, precisa el portal Cuerpo Mente.

Pero más allá de los beneficios estéticos, al transpirar no solo se limpian los poros, sino que el calor estimula el sistema linfático, apoyando la eliminación de toxinas de todo el cuerpo. El aumento momentáneo del riego sanguíneo también favorece la circulación.

Para realizar un mejor aprovechamiento de este espacio y tiempo, los expertos recomiendan algunos consejos:

1. Hidratación: Es recomendable beber mucha agua antes de entrar y al salir con el fin de no deshidratarse y de paso apoyar la depuración del cuerpo.

2. Darse una ducha templada justo antes de ingresar. Esto permite eliminar residuos de jabón y cremas, a la vez que se van abriendo los poros.

El espacio en el sauna es ideal para exfoliar la piel. | Foto: Alen-D

3. Es importante tener en cuenta el calor al que se quiere exponer. Antes de entrar es importante preguntarse en dónde situarse: en los escalones altos que es donde el calor es más intenso o en las zonas bajas en donde es menor. El portal Web del Hidromasaje indica que para mejorar la adaptación al sauna es recomendable sentarse en el banco inferior para empezar a sudar entre 10 y 15 minutos aproximadamente y luego en la parte superior en donde lo ideal es permanecer unos 10 minutos más.

4. Las repeticiones son permitidas, es decir, la persona se puede duchar con agua fría o a temperatura media y volver a entrar a la sauna unos cinco minutos adicionales finales.

5. No olvidar la exfoliación. Una de las ventajas de la experiencia en el sauna es el aprovechamiento que la persona puede hacer para eliminar las impurezas y células muertas, con una crema o esponja exfoliante.

6. Abrigarse. Al terminar es importante tener un proceso de recuperación progresivo. Se recomienda no realizar ejercicios intensos o bruscos y permitir que naturalmente la tensión de tu cuerpo se vaya normalizando.

7. Cuidado con algunas enfermedades. Un baño de sauna en general es positivo y genera bienestar; sin embargo, hay algunos casos particulares en los que se debe tener precaución y hablar con el médico sobre el asunto.

Los expertos recomiendan ubicarse inicialmente en los niveles más bajos del sauna y luego terminar el tiempo en los más altos.

Un sauna no es la mejor opción para las personas que padecen determinadas enfermedades asociadas al corazón, debido a que el proceso de sudor o calor excesivo hace que se concentren los fluidos corporales y la sangre se vuelve más densa, pudiendo ocasionar un ataque cardiaco. Es por ello que los que sufren de hipertensión o cardiopatías, deben valorar la situación con el especialista antes de disfrutar de esta experiencia.

8. Evitar el consumo de alcohol o medicación también es recomendable, indica el portal de la compañía Salud Mapfre.

9. No exceder en la comida: Lo ideal es que antes de entrar al sauna no se coma demasiado y también es importante dejar que transcurra mínimo una hora desde la última comida para que el proceso digestivo esté en un estado adecuado.

10. Evitar el estrés: Si bien las apretadas agendas hacen tener unos días muy agitados, no sirve de nada ir estresado y con muy poco tiempo para disfrutar de este espacio. Con poco tiempo de relajación, la persona no podrá aprovechar el momento para tener una sesión adecuada y reconfortante.