En todas las etapas de la vida, la alimentación es determinante si se quiere tener un organismo saludable, pero en los primeros años de vida, sí que es importante alimentarse bien, pues esto interfiere en el crecimiento y el desarrollo no solo físico sino cerebral.
La alimentación de los menores debe incluir productos variados y ricos en nutrientes y proteínas, además de generarles buenos hábitos alimenticios, pues esto es fundamental para su salud tanto en el presente como en el futuro, dado que en la infancia se establecen las bases de una buena conducta alimenticia para toda la vida.
Durante los primeros años, el organismo de un niño se encuentra en crecimiento y formación, razones por las que es más vulnerable ante cualquier deficiencia nutricional, la cual puede afectar no solo su organismo, sino su cerebro.
Según el portal Familia y Salud, de España, la leche y los derivados lácteos son muy importantes en esa etapa, ya que son la principal fuente de calcio. Lo ideal es que un niño consuma unos 500 mililitros al día entre leche y derivados lácteos, es decir, dos vasos. Pero es necesario restringir las mantequillas, margarinas y quesos que contengan muchas grasas.
La fruta entera debe ser de preferencia frente a los jugos, incluso si estos contienen 100 % de fruta. “Es mejor servir el juego con la comida, ya que el juego puede ocasionar caries dentales cuando se consume entre comidas”, precisa el portal Healthy Children.
La dieta de los menores de cinco años también debe incorporar carnes, las cuales deben ser preferiblemente bajas en grasas. De acuerdo con los especialistas, es importante evitar la piel de las aves, sesos y vísceras y limitar el consumo de embutidos por la gran cantidad de grasa que contienen. En cuanto a otras proteínas como los huevos, lo ideal es que los menores no ingieran más de uno al día.
La información de Familia y Salud indica que es importante que los niños coman dos o tres veces a la semana legumbres, en tanto que otros productos como cereales deben ser consumidos a diario debido a que son una importante fuente de energía.
Es necesario que los niños ingieran dos o tres porciones de fruta al día, así como verduras frescas todos los días, ya que son alimentos que les aportan vitaminas y minerales.
Los expertos de Mayo Clinic recomiendan servir una variedad de verduras, ya sean frescas, enlatadas, congeladas o secas. Lo ideal es que cada semana se les ofrezcan variedades diferentes, incluidas las de color verde oscuro, rojo y naranja, frijoles y guisantes. Lo más conveniente es que sean productos frescos, pero si se escogen congelados o enlatados, lo recomendable es buscar las opciones con menor contenido de sodio.
En lo referente a granos, lo aconsejable es que los menores se acostumbren a comer los integrales, como pan integral, avena, quinua y arroz integral o silvestre. Es mejor evitar o limitar los granos refinados, como pan, fideos y arroz blanco.
Menos procesados
Healthy Children indica que en esta etapa, como en otras de la niñez y la adolescencia, se deben restringir los alimentos procesados y las bebidas azucaradas, tales como las gaseosas, jugos de frutas, limonada, té azucarado y bebidas deportivas. Estas pueden ocasionar caries dentales y pesos corporales poco saludables.
También es importante limitar las grasas saturadas, las cuales provienen principalmente de alimentos de origen animal, como la carne roja y los lácteos enteros. Lo recomendable es reemplazarlas con aceites vegetales y de frutos secos, que proporcionan ácidos grasos esenciales y vitamina E. Las grasas más saludables también están presentes de manera natural en las aceitunas, las nueces, los aguacates y los mariscos.
Otro producto que no les hace bien ni a los menores, ni a los adultos es el sodio en exceso. Por esta razón es clave revisar las etiquetas nutricionales y buscar productos con bajo contenido de sal.
Por último, es importante prestar atención al tamaño de las porciones. Los niños de cuatro y cinco años deben consumir porciones más pequeñas que los adultos y una de las formas de hacerlo es servirles en un recipiente con un tamaño adecuado.