Una regla del ejercicio recomendable prescribe dar a diario por lo menos 10.000 pasos para lograr desde reducir el riesgo de diabetes tipo II hasta combatir la ansiedad y la depresión. Pero  muchos no saben que esa medida resultó  un tanto al azar por una compañía japonesa que desarrolló un aparato para contar pasos (podómetro) en la década de los  sesenta. Los médicos aún recomiendan esa meta, pero recientes estudios han revelado que no es necesario caminar tanto para recibir esas ventajas. Además de esto la ciencia ha establecido que más que la cuenta de pasos lo importante es el ritmo. 

Lo encontró un estudio hecho por I-Min Lee, profesor de medicina de la Universidad de Harvard.  Para el trabajo, publicado en Journal of the American Medical Association utilizó una muestra de 17.000 pacientes que registraron sus pasos con un podómetro entre 2011 y 2015. Al cotejar el número de pasos con los índices de mortalidad del grupo, Lee encontró que las mujeres que habían hecho el mínimo de pasos diarios, 2.700 murieron en el período de estudio. A partir de 4.500 pasos diarios la gente empieza a recibir beneficios en salud Las que dieron en promedio 7.500 pasos diarios tuvieron un riesgo significativamente menor. Lo sorprendente es que aquellas que caminaron 4.500 pasos diarios también tuvieron 40 por ciento menos probabilidades de morir. Esto indica que a partir de 4.500 pasos diarios la gente empieza a recibir beneficios en salud, pero mientras más pasos se den mejor. En esta investigación la intensidad del esfuerzo no marcó diferencia. Otros trabajos sí lo han percibido. Por ejemplo, el realizado por investigadores de la Universidad Duke en Carolina del Norte, que concluyeron que la velocidad de los caminantes podría mostrar  qué tan rápido se deterioran el cerebro y el cuerpo. A la edad de 45, los que andan despacio mostraron un envejecimiento mayor. Concretamente sus pulmones y su sistema inmune estaban en peores condiciones.  Aún más, los científicos han observado que hacer caminatas con varias velocidades favorece estar en forma.  Un estudio hecho con 679 adultos y  publicado en la revista de la Clínica Mayo ofreció una rutina en la cual los participantes debían caminar rápido (a 70 por ciento del máximo de velocidad posible) durante tres minutos y luego cambiar a un paso más lento (40 por ciento) por el mismo lapso. Los participantes debían repetir esto cinco veces durante cuatro o más días a la semana. 

Al final del experimento, los médicos observaron que los máximos beneficios aparecieron con 50 minutos a la semana de este tipo de rutina. Esto resulta sorprendente porque implica menos tiempo que los 150 a la semana establecido como regla por los médicos. Según Stacy Clemes, de School of Sports, Exercise and Health Sciences en el Reino Unido “cuando uno aumenta la velocidad puede incluso caminar por menos tiempo y distancia”.

En una revisión de 38 estudios publicado en British Journal of Sports Medicine, científicos de la Universidad de Massachusetts establecieron que caminar rápido significa dar 100 pasos por minuto o andar a 4,3 kilómetros por hora. Es posible contarlos con solo sumar los pasos dados en 10 segundos y multiplicar ese resultado por seis. Para los mayores de 60 los médicos recomiendan ir a la velocidad con la que se sientan a gusto.

Aunque el objetivo de los 10.000 pasos está bien, cualquier caminata que reporte menos pasos que esos también será de gran ayuda. Por eso es mejor hacer las diligencias diarias a pie y preferir las escaleras al ascensor. Todos esos pasos sumarán a la meta de una vejez sana.