El cerebro es un órgano vital para el cuerpo humano. Se divide en dos hemisferios que están involucrados en casi todas funciones que una persona lleva a cabo diariamente. Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, “las áreas internas del cerebro controlan el funcionamiento de los músculos; también controlan el habla, el pensamiento, las emociones, la lectura, la redacción y el aprendizaje”.

Este órgano transmite sus señales a través de la médula espinal, la cual baja desde la cabeza por toda la espalda. En su interior lleva lo que se conoce como nervios, encargados de llevar las órdenes del cerebro al resto de los órganos o devolver los mensajes que estos transmiten para saber como debe reaccionar el cuerpo.

Cada día se le suministra al cerebro, vía alimenticia, sustancias que lo fortalecen o debilitan. La relación entre la nutrición y el funcionamiento cerebral es muy importante, ya que alimentarse de manera deficiente puede propiciar envejecimiento y alteraciones en los procesos de aprendizaje.

Por ejemplo, según el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales del Gobierno de México, todo alimento que contenga silicio resulta benéfico para el cerebro. Este se encuentra en la avena, la cebada, las manzanas, el pepino, entre otros.

Así mismo, la revista especializada Vidae, publicada a través del portal Mundodeportivo, indicó que los champiñones también son un alimento excelente para el cerebro. El medio asegura que incluirlo en la dieta diaria puede prevenir la aparición de enfermedades neurodegenerativas.

Este efecto fue comprobado por una investigación realizada por el Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) y del Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón de La Rioja (CTICH). Los resultados del estudio fueron publicados por la revista Antioxidants.

“Tras los hallazgos, consideran que una actividad tan sencilla como añadir champiñones a los platos que constituyen una dieta saludable, como la dieta mediterránea, puede ayudar a frenar la preocupante escalada en el número de casos de estas enfermedades”, señala Vidae.

Cabe resaltar que estos hongos son ricos en vitaminas del grupo B, como por ejemplo: riboflavina o B12, folato o B9, tiamina o B1, ácido pantoténico o B5 y niacina o B3, precisa el portal Salud Digital. Las vitaminas de este grupo son las encargadas de ayudar al cuerpo a obtener energía de los alimentos y a formar glóbulos rojos. También pueden ser importantes para tener un cerebro sano.

Igualmente, son fuente de precursores de vitamina D como el ergosterol que favorecen la absorción de calcio y de fósforo de parte del cuerpo. Contienen también minerales esenciales para el correcto funcionamiento del organismo, principalmente selenio, fósforo y potasio, y adicionalmente, su contenido en sodio es muy bajo, lo que permite utilizar estos productos para dietas con menor contenido en sal.

Según el portal Mejor con Salud, los hongos también contienen germanio orgánico, un mineral que ayuda al cuerpo a oxigenarse de forma eficiente. Las hipótesis de estudios realizados hasta ahora sobre los hongos indican que podría haber algunas especies que favorecen la salud del sistema inmune.

En una investigación publicada por la Sociedad Americana de Nutrición, se concluyó que estos alimentos podían promover la función inmune, incrementando la producción de antivirales y otras proteínas generadas para proteger y reparar tejidos orgánicos. Sin embargo, se requiere de más investigación para tener información concluyente.

Para comerlos se aconseja adquirirlos y prepararlos para su consumo inmediato, ya que estos alimentos no aguantan mucho tiempo a temperatura ambiente ni en refrigeración. Existen diversidad de recetas que se pueden elaborar con estos productos gracias a su versatilidad. Se pueden adicionar a ensaladas, prepararse rellenos o guisados, todo depende del gusto del consumidor.