El fósforo es un mineral que constituye el 1 % del peso corporal total de una persona. La biblioteca médica MedlinePlus indica que se trata del segundo mineral más abundante en el cuerpo. Está presente en cada célula, pero la mayor parte se encuentra en los dientes y en los huesos.
Precisamente, su función primordial es fortalecer estas dos partes del cuerpo. Además cumple, de acuerdo con MedlinePlus, un papel importante en la manera como el cuerpo usa los carbohidratos y las grasas.
“También es necesario para que el cuerpo produzca proteína para el crecimiento, conservación y reparación de células y tejidos. Asimismo, el fósforo ayuda al cuerpo a producir ATP, una molécula que utiliza para almacenar energía”, asegura la mencionada fuente.
El fósforo trabaja de manera conjunta con las vitaminas del complejo B. El portal Mejor con Salud indica que el fósforo “es un macromineral que no solo se encuentra en los huesos, sino también en el resto de las células. Sin embargo, se suele destacar su papel en el mantenimiento de la salud ósea, ya que forma parte de los huesos, disminuye la pérdida de masa ósea, ayuda a prevenir la caries, al tiempo que realiza otras funciones”.
Precisamente, otro de sus aportes es que ayuda a facilitar la conducción nerviosa, filtrar los residuos en los riñones, mantener y reparar tejidos y células, ayudar en la contracción muscular, mantener un ritmo cardíaco regular, producir ADN y ARN y equilibrar y usar vitaminas del grupo B y vitamina D, así como minerales como el yodo, el magnesio y el zinc, indica la publicación de Mejor con Salud.
Los institutos Nacionales de Salud, de Estados Unidos, indican que la deficiencia de fósforo puede causar inapetencia, anemia (recuento bajo de glóbulos rojos), debilidad muscular, problemas de coordinación, dolor óseo, huesos blandos y deformados, un mayor riesgo de infección, una sensación de ardor o picazón en la piel y hasta confusión.
Fuentes de fósforo
Las principales fuentes alimenticias de fósforo son los grupos de alimentos proteínicos de la carne y la leche, así como los alimentos procesados que contienen fosfato de sodio, asegura MedlinePlus.
Los panes integrales y los cereales contienen más fósforo que aquellos elaborados con harina refinada. Sin embargo, el fósforo se almacena en una forma que los humanos no absorben. Las frutas y las verduras solo contienen cantidades pequeñas de este mineral.
Específicamente se puede encontrar en productos lácteos como yogur, leche y queso; en derivados de granos, como pan, tortillas, arroz integral y avena, en carnes, aves de corral, pescado y huevos. También se halla fósforo en las nueces y semillas, como marañones y sésamo; en legumbres, como lentejas, frijoles rojos y guisantes y en verduras como los espárragos.
Efectos secundarios
Debido a su fácil disponibilidad en el suministro de alimentos, una deficiencia de fósforo es poco común que se presente. Sin embargo, los niveles excesivamente altos de este mineral en la sangre, si bien son poco frecuentes, se pueden combinar con el calcio para formar depósitos en los tejidos blandos, como los músculos.
“Los niveles altos de fósforo en la sangre ocurren solamente en personas con enfermedad renal grave o muy mal funcionamiento en la regulación del calcio”, precisa MedlinePlus.
Por otro lado, “los expertos de la National Kindney Foundation recuerdan que el exceso de fósforo en la sangre puede causar alteraciones relacionadas con la pérdida de calcio en los huesos y su respectivo debilitamiento. Asimismo, indican que un alto nivel de calcio y fósforo también conduce a acumulaciones de calcio peligrosas en los vasos sanguíneos, los pulmones, los ojos y el corazón”, cita Mejor con Salud.