La enfermedad o mal de Alzheimer es un trastorno cerebral que destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar y, con el tiempo, la habilidad de llevar a cabo las tareas más sencillas del día a día, según el Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos. Se le reconoce como la forma más común de demencia entre las personas mayores.

La demencia es la pérdida del funcionamiento cognitivo, es decir, pensar, recordar y razonar. La gravedad varía y va desde la etapa más leve, cuando apenas comienza a afectar el funcionamiento de la persona, hasta la más grave, cuando debe depender de los demás para efectuar tareas básicas.

Este es un padecimiento que, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, avanza lentamente afectando las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje.

“Las causas del Alzheimer de inicio tardío, la forma más común de la enfermedad, probablemente incluyen una combinación de factores genéticos, de estilo de vida y ambientales. La importancia de cualquiera de estos factores para aumentar o disminuir el riesgo puede diferir de persona a persona”, precisa la mencionada fuente.

Los primeros síntomas de esta afección varían de persona a persona. Para muchos, la disminución de los aspectos de la cognición no relacionados con la memoria, como encontrar las palabras adecuadas, tener problemas visuales o espaciales y presentar un razonamiento o juicio deteriorados, puede ser un indicio de las etapas más tempranas de la enfermedad.

El Instituto Nacional del Envejecimiento indica que son muchos los factores que influyen en cómo comienza y cómo evoluciona la enfermedad de Alzheimer, siendo la edad el mayor factor de riesgo. También son aspectos en contra los antecedentes familiares y la genética, el sexo, el deterioro cognitivo leve, un traumatismo craneal, el consumo excesivo de alcohol, la falta de ejercicio y ser un fumador activo o pasivo.

Si bien no existe una fórmula mágica que pueda evitar que esta enfermedad se desarrolle, lo que sí hay son formas de retrasar su aparición y para ello es determinante adoptar unos hábitos saludables del estilo de vida, como llevar una buena alimentación, hacer ejercicio y no fumar. Estas son cinco cosas que se deben hacer para prevenir este mal, según la Fundación Pasqual Maragall, de España, que se dedica al desarrollo de investigación sobre esta enfermedad.

1. Dieta saludable. La opción más recomendada en la dieta mediterránea, que incluye alimentos como el aceite de oliva virgen extra, frutos secos, legumbres, verduras, frutas y pescado, especialmente el azul, que ofrece importantes cantidades de ácidos omega 3, que son grasas insaturadas. Es importante evitar el exceso de alimentos procesados, grasas saturadas, carnes rojas y embutidos.

2. Plantear pequeños retos a la mente. Los especialistas de la mencionada fundación recomiendan participar en talleres, cursos, leer o sencillamente resolver crucigramas. Estas son actividades que se pueden realizar en el día a día y que ayudan a mantener activo el cerebro.

3. Control de enfermedades crónicas. Controlar la hipertensión, el colesterol, la obesidad y la diabetes, que tienen características crónicas, es determinante, dado que estos padecimientos pueden generar diversas complicaciones, en general, en el organismo.

4. Realizar actividad física. El ejercicio físico moderado es valioso. “No es necesario hacer grandes esfuerzos, pero sí salir todos los días a andar y moverse. Cualquier actividad adaptada a las características de cada persona puede ser francamente saludable”, precisa la Fundación Pasqual Maragall.

5. Tener una vida social activa. Las relaciones sociales son una buena opción para mantener activas las conexiones neuronales. Relacionarse y estar en contacto con el entorno familiar y el círculo de amigos, así como conocer gente nueva, es beneficioso para el cerebro.