El 2024 se convirtió en el año con la mayor caída de nacimientos en el país de la última década. En su más reciente informe de Estadísticas Vitales, el Dane reportó un total de 145.416 nacidos vivos. Esto es 14,6 % menos en comparación con 2023.
El año pasado, la disminución fue de 9,7 %; en 2022, la caída fue del 2,3; en 2021 llegó al 3,9; en 2020, a 3,4; en 2019, a 0,6; para 2018 fue de 0,9; en 2017, el 2,3; en 2016 se alcanzó el 1,0 %. Una década atrás, en 2015, los niños que nacieron en Colombia fueron 211.452, 66.000 más que los del último registro.
Es la primera vez que se presenta una estrepitosa caída de dos dígitos en la natalidad. En otras palabras: los colombianos sienten cada vez menos deseos de tener hijos.
Piedad Urdinola, directora del Dane, lo tiene claro: “La tendencia de los nacimientos viene en caída y se profundizó en la pandemia”, pero luego de este periodo el panorama no cambió, aseguró la funcionaria.
Lo que indica Urdinola es que Colombia atraviesa una transición demográfica: “Se presenta una caída paulatina en la fecundidad y en los nacimientos desde la década de los setenta”. Y esa caída ahora se está profundizando.
Un detalle sobresale en medio de la crisis de natalidad: los colombianos cada vez aplazan más su deseo de convertirse en padres y madres. En ese sentido, creció el porcentaje de habitantes por encima de los 30 años que deciden traer hijos al mundo.
Otro dato que llama la atención es que también se presentó una caída en el aporte que hacen las migrantes venezolanas a la tasa de natalidad. Cayó del 8,5 % en 2020 al 4,5 % en 2024.
Pese a esto, marzo, según el Dane, desplaza a septiembre, siendo actualmente el mes que registra el número más alto de nacimientos.
Se trata, en todo caso, de un fenómeno que no es exclusivo en Colombia. El Banco Mundial, con corte a 2021, revela que se presenta una constante reducción en la tasa de natalidad en todo el planeta, desde el mayor pico histórico en 1963, cuando se registró una tasa de 36 recién nacidos por cada 1.000 habitantes.
De acuerdo con Miguel Gómez Martínez, decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario: “Los 140.000 nacimientos menos que ahora tiene el país impactarán en unos 24 años al mercado laboral colombiano. El desplome de la natalidad nos priva en el futuro de gente sana, con energía y capacidad de trabajo, que además estará formada en las nuevas tecnologías”, analiza el experto.
Esta caída en la tasa de nacimiento es una señal de alerta en el sentido de que la sociedad colombiana está envejeciendo.“Menos posibilidad de tener personas que trabajen y personas que hagan aportes al sistema de seguridad social, personas que generen ingresos, personas que paguen impuestos”, sostuvo Carlos Prieto, profesor del Observatorio Laboral de la Universidad Javeriana.
Este proceso de envejecimiento de la sociedad colombiana se adelantó. Expertos dicen que se esperaba que sucediera unas décadas más adelante.
“A este ritmo, en diez años no vamos a tener nacimientos. Es decir, estaremos hablando de un volumen de nacimientos por debajo de los 100.000 en un país de 60 millones de habitantes”, afirmó Ángela Vega, funcionaria del Instituto de Salud Pública de la Universidad Javeriana.
Por qué no quieren hijos
Arturo Arenas, médico salubrista, asegura que detrás de la tendencia en la que tener hijos dejó de ser una prioridad hay varios factores en juego.
Uno de ellos tiene que ver con las conquistas y transformaciones que han vivido las mujeres en las últimas décadas y los cambios en sus proyectos vitales: “Dos generaciones atrás, las mujeres fundaban su proyecto de vida en casarse y cuanto más jóvenes, mejor, para poder tener hijos y realizarse como esposas. Hoy en día, las metas están puestas en prepararse académicamente, especializarse, viajar, ser independientes. La maternidad se aplaza. Por eso, hoy vemos mujeres que se convierten en madres incluso después de los 40 años, en una etapa de la vida en la que cuentan con una mayor estabilidad social y económica”.
En opinión de Juan Andrés Castro, director del área de demografía y población de la Universidad Externado de Colombia, se debe tener en cuenta que hoy en día existe “una mayor inserción de las mujeres en el mercado laboral y en el esquema de educación; un porcentaje superior de las mujeres estudian con relación a los hombres, y eso hace que cambien las perspectivas”, explicó.
Pero los cambios no solo los han vivido las mujeres. Profamilia apunta a que la vasectomía se ha convertido en el segundo método de anticoncepción más realizado en toda Colombia.
Y en este aspecto los números también sorprenden: mientras hace unos años por cada hombre que se sometía a este procedimiento eran diez las mujeres que se hacían ligaduras de trompas, en la actualidad se registran tres vasectomías por cada cuatro ligaduras. La mayoría son personas menores de 30 años.
Juan Carlos Vargas, asesor científico de Profamilia, señala que, a diferencia de lo que sucedía años atrás, la participación del sexo masculino en los procesos de anticoncepción se encuentra en alto crecimiento.
“Esta es una cifra que nos deja ver claramente cómo la vasectomía ha ganado terreno” y considera que, lejos de las preocupaciones de los expertos, “la economía colombiana se adaptará, como ha sucedido en los países en los que la natalidad ha disminuido”.
Vargas agrega que en un estudio hecho por Profamilia se observó cómo aumentó el número de mujeres y hombres jóvenes que piden la ligadura y la vasectomía, aun sin tener hijos. “Son más comunes los hombres que no son padres que se esterilizan que las mujeres que no son madres. Y han superado el 5 % del total de nuestros casos”.
Katherine Correa, directora ejecutiva de Ókolo, una marca de pañales ecológicos, dice que esta industria ya siente los efectos de esta tendencia. En su caso, la marca ha registrado una caída del 30 % en las ventas de pañales para bebé.
Y hace cuentas: el valor de un pañal tradicional es de 1.000 pesos por unidad, si se trata de etapas pequeñas. Cuando son etapas más grandes, ese valor puede llegar a los 3.000 pesos. “Un pañal ecológico como el que nosotros ofrecemos llega a costar 102.000 pesos y se puede reutilizar hasta 1.000 veces”, señala Correa.
Para la empresaria, los altos costos que implica tener un hijo en Colombia, país que no ofrece ningún tipo de incentivos para aumentar la natalidad, desestimulan a la población en edad reproductiva.
Para Castro, este fenómeno tiene profundas implicaciones en las políticas sociales y la planificación del país. “Es un tema clave a considerar al tomar decisiones de política pública”.
La adaptación a estos cambios demográficos será crucial para garantizar el bienestar y el desarrollo futuro de la nación.