El deseo de muchas personas es tener los dientes completamente blancos, pero la verdad es que la tonalidad dental nunca ha sido exactamente de este color, pues suele tener matices de color marrón, amarillo o incluso grises.

El color de los dientes está genéticamente determinado y existe un alto grado de variabilidad entre diferentes personas e incluso entre los dientes de un mismo individuo. “No existe un sistema estándar odontológico que pueda medir el color de los dientes, ya que cada persona es única”, precisa el portal Colgate.com.

El tono está determinado principalmente por la dentina, que es la segunda capa de tejido debajo del esmalte, el cual normalmente es traslúcido. Aún así, los dientes pueden decolorarse por manchas en la superficie o por cambios que pueden presentarse en su interior.

De acuerdo con un artículo publicado en la revista Muy Saludable del Grupo Sanitas de España, así como ninguna piel es totalmente monocromática, el color de los dientes depende de varios factores: primero, la herencia, y segundo, las capas del diente. Su tono viene definido por el color de la dentina y el grosor y calidad del esmalte.

El esmalte es traslúcido y en función de su grosor y calidad (grado de mineralización) deja que se “transparente” con mayor o menor intensidad el color de la dentina, la cual tiene un tono amarillento. En función de su grosor y calidad es más o menos amarilla.

Los tonos del color de los dientes también pueden generarse por decoloración, la cual puede ser de tres tipos, según información de la Clínica Dental Adeslas, en España.

En primer lugar está el tipo extrínseco que ocurre cuando la capa externa del diente; es decir, el esmalte, se tiñe. El café, el vino, las bebidas oscuras u otros alimentos pueden manchar los dientes. Fumar también causa manchas extrínsecas.

el café, el cigarrillo y algunos alimentos pueden generar machas en los dientes. | Foto: Getty Images

La decoloración intrínseca se presenta cuando la estructura interna del diente, conocida como la dentina, se oscurece más de lo normal. Algunas de las causas más comunes son excesiva exposición al flúor durante la primera infancia, al uso de antibióticos de tetraciclina o algún traumatismo que afectó al diente.

Y una tercera decoloración está relacionada con la edad. En este tipo se presenta una combinación de factores extrínsecos e intrínsecos. La dentina naturalmente intensifica su color amarillento con el paso del tiempo y el esmalte que cubre los dientes se adelgaza con la edad, lo que provoca que se haga más evidente el color de la dentina.

Los dientes ligeramente amarillentos son más sanos

Según la publicación Muy Saludable, los dientes más sanos y más fuertes no son necesariamente los más blancos, sino más bien los que tienen un tono blanco azulado traslúcido, lo que permite que el color amarillento de la dentina se refleje a través del esmalte.

Si los dientes se tornan excesivamente amarillos, es posible que las personas estén abusando del consumo de tabaco o café, o se estén padeciendo algún trastorno metabólico. En tal caso, se puede recurrir al blanqueamiento pero siempre con la asistencia y acompañamiento de un especialista, pues los tratamientos pueden debilitar los dientes de forma permanente.

Cada persona tiene un tono de dientes diferentes.

Por otro lado, los expertos indican que incluso la limpieza excesiva puede ser motivo de la aparición de dientes más amarillentos de lo normal: las cerdas duras de un cepillo de dientes, así como una pasta dental demasiado agresiva, desgastan el esmalte.

También los tratamientos de flúor deben tomarse con mesura, pues su exceso perjudica el brillo natural de la dentadura, originando la llamada fluorosis. Esta ingesta excesiva de flúor a través de agua fluorada, pasta de dientes y enjuagues bucales produce unos dientes moteados, en vez de tener un color uniforme.

Por otro lado, es posible que aparezcan puntos o rayas blancas, los cuales pueden tener su origen en algún problema presentado durante la fase de desarrollo de la dentadura.

“Cuando se forman los dientes, durante la gestación y los primeros cuatro años de vida, la dentina y el esmalte se desarrollan casi totalmente gracias al flujo de cristales de calcio y fósforo que transporta la sangre. Si tiene lugar una abundancia o una carencia de estos cristales, entonces el color de la dentadura también se verá afectado”, indica la revista Muy Saludable.