La presión arterial es la fuerza con la que la sangre se transporta en el organismo a través del sistema circulatorio, llevando oxígeno y nutrientes para nutrir los tejidos y órganos, de modo que cuando esta disminuye se diagnostica como baja. De acuerdo con la reconocida institución, Mayo Clinic, el diagnóstico de los niveles puede variar, ya que no en todos los casos es un factor para preocuparse.
La propia sangre es portadora de otras propiedades, como su temperatura. También es la encargada de transportar una de las defensas contra el daño en general, las plaquetas coagulantes, que evitan la pérdida de sangre tras una lesión.
Sin embargo, en lo que concuerdan los expertos en salud es en realizarse un chequeo médico debido a que así es como se descubre este comportamiento en el cuerpo, el cual, en el peor de los casos, puede causar hasta la muerte.
Por lo anterior, es importante cuidar los niveles de presión arterial es vital, pues cuando esta se sube el corazón está trabajando de más y ejerce más fuerza de la que debe, generando posibles complicaciones cardiovasculares y enfermedades coronarias.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) complementan que aparte de la deshidratación, complicaciones como la diabetes o problemas cardiacos pueden provocar presión arterial baja, al igual que la perdida de sangre por una lesión, estar en embarazo, entre otras consideraciones.
Sumado a esto, los médicos norteamericanos dicen que, en la mayoría de casos, la presión arterial baja pasa de manera desapercibida, por lo que hay que saber identificarla si se presentan síntomas como: confusión, mareos o aturdimiento, desmayo, sensación de cansancio o debilidad, visión borrosa, dolor de cabeza, dolor de cuello o espalda, náuseas, y “palpitaciones cardíacas o sensación de que el corazón se saltea un latido, aletea o late con demasiada fuerza o demasiado rápido”.
El tratamiento para la presión arterial es básico, como incrementar el consumo de agua, pero también hay medicamentos que son recetados, según la persona que padezca esta condición. No obstante, aparte de las alternativas médicas, también existen remedios y alimentos, de origen natural, como es el caso de las semillas de lino o linaza.
Las semillas de lino o linaza son consideradas como uno de los alimentos más ricos en micronutrientes, fibra, antioxidantes, manganeso, vitamina B1 y omega-3. A su vez, según información del portal Adelgazar en Casa, estas semillas “tienen facultades diuréticas y son un extraordinario remedio para el estreñimiento”, así como pueden “ayudar a reducir la diabetes, el cáncer y algunas enfermedades del corazón”.
Beneficios del consumo de semillas de lino
La fuente citada también señaló algunos beneficios que tiene el consumo de este alimento:
- Protege el corazón: su consumo regular ayuda a mantener en orden este vital órgano, así como los vasos sanguíneos, evitando la acumulación de colesterol y triglicéridos, previniendo infartos cardiacos y cerebrales.
- Previene el desarrollo de cáncer: “los lignanos que contienen las semillas de lino, tras una serie de acciones regulares del sistema hormonal, llegan a producir un efecto preventivo ante el cáncer de mama y de próstata”. A su vez, ayudan a “prevenir los tumores relacionados con el incremento de actividad de las enzimas desintoxicantes, eliminando agentes cancerígenos o pre cancerígenos. Reduciendo de esta forma el riego de sufrir el cáncer de colon, por ejemplo”.
- Combate alteraciones neurológicas: el aceite o las semillas de lino ayudan a conservar y potenciar facultades intelectuales, previniendo y reduciendo los síntomas de algunas psicosis y trastorno bipolar.