Alcanzar la felicidad es una meta de vida que la mayoría de personas tiene en mente. Usualmente, este sentimiento se puede experimentar de varias formas y, en la búsqueda de mitigar lo negativo y atraer lo positivo, es necesario dejar de adoptar acciones o pensamientos que no combinan muy bien con la alegría.

De acuerdo con el portal web Vida Lúcida, el entorno puede incidir en la felicidad de una persona, pero lo que realmente cuenta es la decisión propia de serlo sin culpar a otros factores. Aunque es casi imposible estar en una buena actitud todo el tiempo, hay hábitos que no son para nada efectivos y, en ocasiones, atrapan a las personas en una burbuja de la que se les hace difícil salir.

En ese sentido, es necesario desistir en la normalización de algunas características que, desde la personalidad y el comportamiento, no aportan significativamente al ser. Para psicólogos y especialistas, ser feliz es una cuestión de actitud, serenidad y fuerza.

Malos hábitos que eliminan la felicidad

Críticas a sí mismo

Suele pasar que en algunos momentos de la vida las personas no están conformes con lo que ven en el espejo o su entorno. En efecto, la sociedad ha mostrado una exposición, del espectáculo y sin intimidad, que como dice el filósofo surcoreano Byung-Chul Han es ”un mercado en el que se exponen, venden y consumen intimidades”.

Vida Lúcida consigna que la sociedad se ha convertido en una competencia y por ello es necesario dar cuenta del valor y la fuerza personal, en especial de la confianza. Sumado a esto, el respeto debe primar por encima de todo porque las personas crónicamente infelices tienden a faltarse el respeto a sí mismas y a criticarse una y otra vez, aseguran.

No todo puede ser positivo, pero si se trata de situaciones poco formidables se deben aceptar con la mejor disposición sin culparse a sí mismo.

Hombre envejecido medio molesto con alopecia mirando en el espejo, concepto de pérdida de cabello. Calvicie. | Foto: Getty Images

Lamentos sin control

Si bien es cierto que el ser humano puede ser frágil, hay un dicho popular que dice que “la palabra tiene poder” y, en este caso, quejarse constantemente daña la felicidad del ser. Desde luego, para dejar de lamentarse por todo la persona debe empezar a depurar aquellas acciones nocivas que no aportan al estilo de vida. Los sujetos que se quejan se encuentran en un circulo vicioso que repercute directamente en la infelicidad.

Negación de la realidad

Una persona que no experimenta la felicidad suele negar la realidad y apartarse de lo que acapara la atención de los demás. El citado portal dice que es más fácil buscar excusas que aceptar los errores.

Sin embargo, tratar de esconder los errores no hace que desaparezcan. Por el contrario, pueden acumularse hasta el momento en el que es difícil salir de ellos.

paranormal, ovni, extraterrestre | Foto: Getty Image

Culpar a los demás

Si bien es cierto que muchas personas buscan un refugio interior que demanda fuerza y tenacidad, no siempre es lo más viable. Culpar a los demás y despojarse de los problemas propios incide en la poca felicidad. Para expertos en comportamiento actitudinal, un cuadro de acción que presentan las personas infelices es la estrategia de la culpa colectiva, una acción que es comparada con la cobardía.

Requerir de aprobación de los demás

La esencia personal es el sello diferencial de cada sujeto. No obstante, quien es infeliz busca compañía e incorporarse a espacios que no le complementan. Vida Lúcida explica que cuando una persona busca aceptación y apropiación del mundo externo las consecuencias a largo plazo brotan; obstaculiza el estado de ánimo y genera ansiedad.

Mujer hiperventilando, ansiedad, estrés, fatiga, palpitaciones, trastorno | Foto: Copyright Dazeley

Celos, tristeza y envidia

Por lo general, la felicidad está vinculada con cualidades positivas como la generosidad, el amor y el respeto. No obstante, cuando la infelicidad ataca al ser se tiende a permear en características de insatisfacción como los celos, la tristeza y la envidia. Psicólogos y neurocientíficos advierten que sentir envidia y odio puede llevar a la muerte, a un estado de tristeza inimaginable y la desorientación del espacio-tiempo.