Suena difícil de creer, pero es verdad: los jóvenes, especialmente aquellos entre los 20 y los 30 años, han perdido interés por el sexo, contrario a lo que han vivido otras generaciones.
Sofía Llanos tiene 26 años y es estudiante de ingeniería de la Universidad de los Andes. Tiene una relación “algo estable” desde hace algunos meses con un compañero de su facultad, pero asegura que sus más recientes relaciones se han apagado pronto.
“Comienzan bien, con mucho interés de parte y parte, salidas, besos, sexo, todo; pero en poco tiempo pierdo interés, deseo, me pierdo en mis cosas”, cuenta esta bogotana, quien asegura que comenzó su vida sexual desde los 14, con la venia de sus padres, que siempre le hablaron sin tapujos de sexualidad y, sobre todo, de autocuidado.
“En mi actual relación he cambiado la estrategia: nos mandamos mensajes, videos, fotos sensuales con frecuencia para que no se pierda la emoción, pero me cuesta. A veces nos vemos, claro, pero siento que nos conectamos mejor de manera virtual. Con el celular en la mano me desinhibo. El sexo, o sea, estar juntos en la cama, la verdad, no es una prioridad entre nosotros”, asegura esta joven amante del ciclismo y el cine.
Lo propio narra Esteban Zambrano, un caleño de la Universidad Icesi, de 23 años, que no cree en el matrimonio y desde hace algunos años decidió apostar por relaciones abiertas en las que las reglas están claras: no existen ataduras y los celos y reclamos están vetados.
“Y así las disfruto más. Cuando hay sexo, es placentero, pero no es una prioridad. Si se da, chévere. Pero uno no está en una relación abierta para el sexo sin compromiso o tener sexo todos los días, como muchos piensan, sino para evitar los compromisos, atarse a una persona”.
Isabel Trejos Linares, psicóloga clínica de la Universidad del Valle, intenta explicar a qué se debe este particular comportamiento entre las nuevas generaciones. Y cree que detrás de esta tendencia pueden existir varias razones: “Estamos ante una generación que ya llegó al mundo con muchas libertades conquistadas, especialmente las mujeres. Hoy día, por ejemplo, no es extraño que los padres de familia les entreguen preservativos a sus hijos, principalmente para prevenir embarazos, no tanto las enfermedades. Entonces, es una generación que no se ha visto enfrentada a vivir esos tabúes y prohibiciones del sexo de otras épocas, cuando los papás escondían las revistas eróticas bajo el colchón o las mujeres debían vestirse de cierta manera para no parecer fáciles. Hoy los jóvenes no ven el sexo como algo prohibido”, analiza la experta.
Agrega que en esta generación viene tomando fuerza una suerte de experimentación sexual mucho más libre: “He tenido en consulta a jóvenes que prueban diversos modos de la sexualidad. Eso me ha sorprendido. Se saben heterosexuales algunos, pero no se privan de estar con personas de su mismo sexo solo por probar. Como quien prueba el cigarrillo para saber qué se siente. Lo interesante es que muchos de esos jóvenes no se sienten conflictuados por esa situación ni sienten que deben salir del clóset o cosas por el estilo. Nada. Probar con el sexo es como probar con las drogas”, dice Trejos.
Nada a la imaginación
Lo cree también Paula Mora, psicoterapeuta de la Universidad Javeriana, quien agrega a la discusión otro factor que considera clave: “Los centennials y los millennials son nativos digitales. Y eso los ha expuesto y también los ha vuelto protagonistas en la última década de plataformas, redes sociales y un sinfín de espacios en los que acceden a contenido de todo tipo sin filtros ni censuras. Basta con hacer el ejercicio de pasarse por Instagram y TikTok, por ejemplo. Son redes creadas para el hedonismo en su estado más puro. Eres mientras más piel muestres y más sexy te veas. Eso te asegura likes, interacciones, relaciones virtuales, lo que sí es muy importante para los jóvenes hoy. De ahí que varios prefieran el sexting al encuentro real”.
Y para muchos de los jóvenes hasta se ha convertido en un alter ego, dice la experta. “Desarrollan personalidades para sentirse atractivos en sus redes. Entonces, como todo se muestra, nada queda a la imaginación o al misterio, que son dos situaciones que a los seres humanos nos despiertan la libido y el deseo”, asegura Mora.
Tal como lo explica, el deseo sexual requiere curiosidad, misterio, juego, “vernos enfrentados a lo prohibido. Sin embargo, en la actualidad los jóvenes son cada vez más explícitos en sus publicaciones; por eso, el sexo no les parece interesante”.
En opinión de la psicóloga, que ha trabajado en varios colegios del país, esa sobreexposición ha hecho que se pierda la motivación de miles de jóvenes hacia el sexo.
Para ella, “el hombre es cazador por naturaleza, necesita estar en búsqueda de algo y ahora la tecnología les facilita todo”.
A esto se suma, agrega Trejos, que “nunca como ahora las mujeres se han sentido tan empoderadas con sus cuerpos. Y no me refiero solo a las que tienen una figura cuidada. Gracias a todo ese movimiento del body positive, las mujeres con más curvas no temen fotografiarse y subir videos mostrando su cuerpo. Y eso va más allá, incluso: muchas jóvenes sienten que no necesitan un hombre para experimentar placer y abiertamente buscan herramientas para la autocomplacencia”.
Sin contar, agrega, con que muchos otros jóvenes se declaran no binarios, es decir, no creen que solo existe lo femenino y lo masculino como parte de su búsqueda de la sexualidad.
Paula Mora, también sexóloga, considera, además, que el factor psicológico forma parte de esa apatía de los jóvenes hacia el sexo. “Esta ha sido una generación altamente permeada por enfermedades mentales como la depresión. Las cifras de 2022 indican que cada 20 minutos se presentó un intento de suicidio en Colombia. Y eso es muy alto. Estamos frente a jóvenes que pasan horas frente a sus dispositivos en lugar de socializar. Tienen ‘muchos amigos’, pero son virtuales, ni se conocen”, dice.
Asimismo, se debe considerar, a juicio de Trejos, que actualmente los jóvenes les dan prioridad a otros temas, como viajar por el mundo. “Es una generación del ahora, del ya. Anteriormente, las juventudes estaban ante el reto de ser profesionales, tener una carrera, construir una familia. Cosas que ahora no les inquietan y de eso forman parte también las relaciones de pareja, tener una pareja estable no es una preocupación. Por eso, hoy apuestan por parejas abiertas que los libran del compromiso”.