De acuerdo con lo revelado en varios estudios observacionales -es decir, que no pudieron probar causa y efecto- en torno al ciclo del sueño y la vigilia del cuerpo, se ha demostrado que ser un madrugador trae varias ventajas, entre ellas, facilidad para llevar una dieta más saludable, disposición para hacer más ejercicio o padecer menos problemas de salud; a estas situaciones se le suma la reducción de la posibilidad de sufrir de depresión y que podría ser en un primer contexto, resultado de estos y otros factores beneficiosos, más que de ser madrugador.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en JAMA Psychiatry y divulgado por The New York Times ofrece evidencia más convincente de que acostarse temprano y despertarse temprano puede brindar mayor protección contra la depresión, independientemente de otros factores.
A través de la investigación que utiliza un método de estudio llamado aleatorización mendeliana, que ayuda a identificar la causa de lo que puede ser una relación de causa y efecto, los investigadores pudieron comparar grandes grupos de personas en función de variantes genéticas que son independientes de otras características de salud o de comportamiento; en este caso, la tendencia a ser un noctámbulo o una persona madrugadora, rasgos heredados que se asignan al azar durante el desarrollo de los humanos en el útero.
De acuerdo con esto, se han identificado más de 340 variantes genéticas asociadas con el ritmo circadiano del sueño, por lo que los investigadores pudieron comparar las variantes genéticas de una persona madrugadora, con grupos que carecen de esta característica.
Para ello, los científicos utilizaron dos bases de datos genéticos de más de 800.000 adultos con los que pudieron analizar la aleatorización mendeliana del ritmo circadiano y el riesgo de depresión, basados no solo en esta información, sino en diagnósticos de depresión mayor y datos relacionados con las dinámicas de sueño de cada participante, es decir, a qué hora se acostaban a dormir y a qué hora se despertaban.
Con estos datos, recopilados tanto con autoinformes como con registros de laboratorio del sueño, los investigadores lograron rastrear el punto medio del sueño, una medida científica útil a la hora de definir las tendencias de sueño de las personas. Según esto y por poner un ejemplo, una persona madrugadora que tiende a acostarse a las 10:00 p. m. y se despierta a las 6:00 a. m. tendría un punto medio de sueño de las 2:00 a. m.
De este modo, los expertos descubrieron que, en las personas con variantes genéticas de ser madrugadoras, por cada hora antes del punto medio del sueño, había un 23 por ciento menos de riesgo de sufrir de depresión.
Al respecto, el doctor Till Roenneberg, experto en cronobiología citado por Dnyuz y quien no participó en la investigación, señaló que una deficiencia de este estudio era que los científicos no tenían datos sobre cuándo estas personas tenían que levantarse para trabajar u otras obligaciones que pueden modificar sus hábitos naturales de sueño.
Incluso con la aleatorización mendeliana, dijo, no pueden explicar el hecho de que las personas no madrugadoras a menudo tienen que ir a trabajar demasiado temprano, lo que en sí mismo puede contribuir a que se genere depresión.
“Sacaron las conclusiones correctas de sus datos, pero la vida es más complicada que eso”, indicó.
Por su parte, Iyas Daghlas, médico residente de la Universidad de California en San Francisco y autor principal del estudio, señaló que, dado que el estudio analiza grandes grupos de personas, no individuos, no se puede determinar que, si una persona noctámbula cambia de hábitos, alivie la depresión o se reduzca el riesgo de desarrollarla.
“Estos datos nos dan a conocer ciertas tendencias en la sociedad”. Por ejemplo, cómo el uso de teléfonos inteligentes y otros dispositivos de luz azul por la noche y que hacen que sus usuarios se vayan a dormir más tarde “pueden estar teniendo un efecto en el nivel de depresión en la población. Estos resultados no dicen que, si te vas a dormir antes, te librarás de la depresión. Descubrir qué intervención y en qué poblaciones será eficaz, debe dejarse en manos de los ensayos clínicos “, explicó.
Pese a esto, concluyó señalando que “si bien nuestros datos no nos dicen dónde está el punto óptimo, diría que, si eres una persona nocturna, especialmente una que tiene que levantarse temprano, adelantar la hora de acostarse aproximadamente una hora, es una acción segura que podría ser útil para su salud mental“.