Aunque algunos no lo crean, los médicos también sufren. Así se desprende de un libro que está causando una aguda polémica en varios países porque ha puesto al descubierto, en medio de tantos mitos y leyendas que rodean esa profesión, todos los mecanismos síquicos sociales, económicos y personales que forman parte de la relación médicopaciente. Una relación que en la mayoria de los casos sólo es observada desde uno de sus lados, el del enfermo, olvidándose de quienes, según este libro, sufren tanto o más que sus pacientes, especialmente cuando éstos no pueden ser curados ni salvados.El libro, " Los médicos hablan sobre ellos mismos", fue escrito por un médico y periodista norteamericano de 49 años, John Pekkanen, quien a los 12 años se quemó todo el cuerpo en un incendio doméstico, y a los 22 se salvó de morir gracias a que un grupo de médicos corrigió a tiempo una deficiencia congénita de su corazón. No es la clásica encuesta de médicos hablando de su oficio. Es una indagación más sincera y profunda en torno a ese sentimiento de impotencia que asiste a los facultativos cuando contemplan la inminencia de la muerte en el consultorio o el quirófano.Más de setenta médicos aceptaron confesarse por primera vez, hablar de todo cuanto los ha atormentado durante los años de ejercicio de su profesión, exponiendo abiertamente sus sentimientos, frustraciones y esperanzas mientras pelean por salvar una vida y, al mismo tiempo, descubren todas las presiones tecnológicas, financieras y legales que muchas veces frenan el normal avance de la medicina.Médicos de todas las especialidades, contra la imagen de prosperidad, excesivas ganancias y otras ventajas muestran en el libro cómo los atormentan sus fallas personales y profesionales. Cómo la culpa, la codicia, el apetito del poder, el orgullo por los triunfos alcanzados o la frustración también los sacuden. Son tan dramáticas y tambien tan divertidas las historias contenidas en este libro, que el editor había sugerido un subtitulo: "Qué manera miserable de ganarse la vida" .Hay de todo en sus páginas. Incidentes graciosos y también dramáticos, como el del neurocirujano que golpea a un médico residente durante una operación del cerebro, porque no respondió velozmente a una orden en el quirófano. O el caso del cirujano que en un ataque de nervios hiere al paciente con el escalpelo. Y el del paciente que lleva una foto del comediante. W.C. Fields al cirujano plástico y le pide que le haga una nariz bulbosa y grande como la del actor.Nacido en 1939, hijo de una camarera y un mecánico de automóviles, el autor del libro casi muere en un incendio cuando tenía 12 años. Si la madre hubiera atendido el dictamen del médico que lo examinó, hubiera perdido una pierna. Diez años más tarde, fue salvado de morir por un defecto coronario. Desde entonces, sus relaciones con la medicina han sido curiosas. Buscó, para su libro, informaciones y comentarios en facultades de medicina, residencias estudiantiles, consultorios populares, farmacias. Hurgó en las evidencias sobre muertes en operaciones y errores quirúrgicos, abusó en las prescripciones y echó mano de todos los elementos que le permitieran concretar esa "otra imagen" de los médicos como seres comunes y corrientes, que sufren con el dolor de los pacientes, que temen equivocarse, que sienten pavor a ser demandados por un error en el diagnóstico, en momentos en que la legislación norteamericana se ha puesto más dura y exigente.Los médicos aparecen en el libro hablando también sobre temas que los pacientes jamás les escucharán, como la burocratización de la medicina, su relaciones con esposas e hijos, los precios que cobran y lo que reciben, la discriminación a favor de los especialistas y en contra de los médicos generales. El autor detectó además el malestar en algunos sectores por la forma antiética como ciertos colegas ejercen su profesión.En medio de estas historias humanas hay una reflexión del autor que ha levantado ampollas entre los médicos norteamericanos: "El entrenamiento de ciertos especialistas lleva a tal punto la arrogancia, la codicia y la insensibilidad, que reduce la oportunidad de conocer mejor a sus pacientes". -