Ejercitar el cerebro y poner en práctica hábitos de vida saludables son dos aspectos clave para reducir el riesgo de sufrir deterioro cognitivo, mantener la memoria, minimizar la posibilidad de demencia, así como evitar el encogimiento de este importante órgano.

Si no se estimula, el cerebro puede atrofiarse, acomodarse y perder capacidades, además de perder materia blanca y gris que lo quede ir contrayendo. Por tanto, si se quiere mantener joven, cuidar la memoria y alcanzar un envejecimiento saludable, es necesario adoptar prácticas tendientes a estimularlo.

La estimulación cerebral favorece el desarrollo de nuevas interconexiones neuronales, lo que posibilita compensar el deterioro natural que se puede generar por el paso de los años.

Los especialistas aseguran que las personas que tienden a ser muy sedentarias y que no realizan algún tipo de ejercicio o actividad diaria productiva para su salud pueden sufrir pérdida de la memoria, pero también motivar que el cerebro se reduzca.

Algunos de los cambios más notables que se registran en el cerebro se evidencian en la pérdida de la zona cortical, pérdida de tejido gris y blanco y disminución de neuronas, especialmente en el hipocampo.

Un artículo publicado en el portal Psychology Today, asegura que hay investigaciones que han demostrado que el peso del cerebro humano típicamente disminuye aproximadamente en un 5 % cada década después de los 40. Después de los setenta años, la contracción cerebral generalmente ocurre a un ritmo aún más rápido.

Por su parte, una publicación del diario La Vanguardia, de España cita un estudio realizado por científicos de las universidades de Oxford y Oslo, en el cual se concluye que las capacidades del cerebro pueden reducirse por el uso de drogas o alcohol e incluso por hábitos cotidianos a los que no se les presta atención.

Uno de los principales motivos por los que esto puede ocurrir, de acuerdo con la investigación, es por dormir poco y mal. Durante el estudio los investigadores pidieron a los participantes que respondieran a preguntas sobre la calidad y patrones de su sueño, y lo adormilados que estaban durante el día.

No al sedentarismo

Ante la susceptibilidad a la que está expuesta la salud y condición general del cerebro, evitar el sedentarismo es la principal recomendación para prevenir que este órgano se afecte de manera prematura y por ello los expertos recomiendan realizar actividad física de manera regular, como caminar, bailar y nadar.

Un artículo publicado en el diario The New York Times asegura que el ejercicio puede refrescar y renovar la materia blanca del cerebro, lo que podría mejorar la capacidad de pensar y recordar a medida que las personas envejecen.

Cita un estudio publicado en la revista NeuroImage en el cual se demuestra que la materia blanca, que conecta y sostiene las células del cerebro, se remodela cuando las personas se vuelven más activas físicamente. En cambio, en quienes permanecen sedentarios, la materia blanca tiende a deshacerse y encogerse.

A los voluntarios que participaron en la investigación se les realizaron pruebas de escáner para determinar la condición de su cerebro. Luego fueron divididos en grupos, uno de los cuales comenzó un programa supervisado de estiramientos y entrenamiento del equilibrio tres veces a la semana, para servir de control activo. Otro realizaba sesiones de caminatas tres veces por semana, a paso ligero, durante casi 40 minutos. Y el último empezó a bailar, reuniéndose tres veces por semana. Todos los grupos se entrenaron durante seis meses y luego volvieron al laboratorio para realizar pruebas y compararlas con las iniciales.

El artículo de The New York Times indica que en el caso de muchos, sus cuerpos y cerebros habían cambiado, de acuerdo con lo descubierto por los científicos. Los caminantes y los bailarines estaban en mejor forma aeróbica y lo más importante fue que su materia blanca parecía renovada. En los nuevos escaneos, las fibras nerviosas de ciertas partes de sus cerebros parecían más grandes, y cualquier lesión de tejido se había reducido.

Un estudio de referencia realizado por el New England Journal of Medicine hizo el seguimiento de adultos mayores durante más de 20 años y halló que bailar regularmente redujo el riesgo de demencia en un 76 %, mientras que otro análisis publicado en la revista Current Alzheimer Research determinó que las terapias con baile mejoran la función cognitiva en los pacientes con demencia, a la vez que evita la reducción del tamaño del cerebro.