Una nueva investigación publicada en la revista Proceedings of the Royal Society B estudió el comportamiento de los perros en la relación a información simple brindada por sus dueños o humanos en general, y con ello poder determinar si los canes “distinguen entre las creencias humanas verdaderas y falsas”.

Para llevar a cabo el análisis liderado por cuatro expertos, entre ellos, Ludwig Huber, director de la Unidad de Cognición Comparada en el Research Institute en Viena (Austria), y Lucrezia Lonardo, estudiante de doctorado de la misma institución, reunieron 260 perros de razas y edades distintas que fueron sometidos a tres ejercicios experimentales.

Para ello, en un primer ejercicio, les enseñaron dos cubos opacos con posible comida oculta en su interior. Luego, un ‘ocultador’ ponía la comida en un recipiente, pero a la mitad de la prueba lo cambiaba al otro cubo, es decir, los engañaba para tratar de observar la reacción posterior de los perros.

Otra persona, a la que llaman en el informe como ‘comunicador’, les indicó a los canes en dónde supuestamente el ‘ocultador’ había dejado la comida. La tarea del ‘comunicador’ era que en un primer intento les dijera a los perros la verdad; para ello, se agachó junto al cubo correcto y les hizo señales para que los animales interpretaran que allí estaba el alimento.

Allí, los expertos descubrieron que las elecciones de los perros eran influenciadas por dicho ‘comunicador’ al escoger, en efecto, el cubo indicado y que tenía el alimento.

Sin embargo, para la segunda fase del experimento, los expertos hicieron el cambio de los cubos de tal manera en que el ‘comunicador’ no lograra ver dónde el ‘ocultador’ volvía a poner la comida, por lo que no tenía seguridad sobre cuál era el cubo correcto.

Con esta situación, el ‘comunicador’ le señaló a los canes el primer balde no bajo una certeza, sino bajo una suposición.

Tras ello, repitieron el proceso al revés, es decir, el ‘comunicador’ sí pudo ver en qué lugar el ‘ocultador’ colocaba los bocadillos y luego les indicó a los perros el mismo primer balde, donde efectivamente estaba oculta la comida.

El ejercicio evidenció que la mayoría de perros domésticos tuvieron más habilidad para identificar la posición correcta de la comida pese a que trataron de ser influenciados o engañados por el ‘comunicador’. Sin embargo, otros canes prefirieron creerle al ‘comunicador’ aun en la oportunidad en la que este no pudo ver donde puso la comida el ‘ocultador’.

Según explican los investigadores, este segundo grupo de perros habría optado por seguir al comunicador debido a la curiosidad de saber por qué esta persona les señalaba el recipiente equivocado.

Pese a esto, estas conclusiones hasta el momento son tal solo suposiciones que no esclarecen el motivo real de porqué algunos de los perros seguían al ‘comunicador’ en vez de confiar en su sentido visual.

“Estas son solo especulaciones y aún se desconocen las razones precisas por las que los perros toman decisiones subóptimas bajo la influencia humana”, dijo Lonardo.

“Se necesita más investigación para examinar con precisión la reacción de diferentes razas a las diferentes intenciones humanas”, concluyeron los autores principales del estudio.