El café es uno de los alimentos más consumidos en diferentes partes del mundo. Tiene su origen en la provincia de Kaffa, en el país africano Etiopía. Desde allí, su cultivo se empezó a extender a otros continentes. El del suelo nacional es muy popular por su gran sabor, incluso, son muchas las personas de diferentes países las que compran marcas colombianas por esta característica.
Aunque de sus cultivos se obtienen los frutos y las semillas del cafeto, este alimento se suele consumir en bebida, en una temperatura media-alta. Su principal compuesto es la cafeína, el cual se ha utilizado para constituir otros productos.
“La historia de cómo se extendió por todo el mundo el cultivo y el consumo de café es una de las más atractivas y románticas que pueda haber. Esa historia empieza en el Cuerno de África, en Etiopía, donde el cafeto tuvo su origen probablemente en la provincia de Kaffa. Hay varios relatos, imaginativos pero poco probables, acerca de cómo se descubrieron los atributos del grano tostado de café”, explica el International Coffee Organization.
“Cuenta uno de ellos que a un pastor de cabras etíope le asombró el animado comportamiento que tenían las cabras después de haber mascado cerezas rojas de café. Lo que se sabe con más certeza es que los esclavos a los que se llevaba de lo que es hoy el Sudán a Yemen y Arabia a través del gran puerto de aquel entonces, Moca, sinónimo ahora con el café, comían la suculenta parte carnosa de la cereza del café”, agrega el portal.
Por lo general, un alimento como el café se consume en las mañanas, dado que, su principal efecto es la de despertar el organismo. Por esto, también se suele ingerir en los inicios de la tarde, justo después del almuerzo. Algunas personas, simplemente por gusto, lo combinan con café.
Los profesionales de la salud recomiendan consumir el café sin azúcar ni edulcorantes artificiales, pues estas sustancias estimulan la elevación de los niveles de glucosa en la sangre, lo cual puede ocasionar el padecimiento de una enfermedad crónica y metabólica como la diabetes.
De igual manera, es necesario destacar que el café, como todo alimento, debe ser consumido de forma moderada, un exceso podría generar efectos negativos. Lo aconsejable es ingerir dos o tres tazas de café al día. Incluso, cuando esta bebida se toma en cantidades adecuadas, por ejemplo, dos tazas a diario, le aporta grandes beneficios a un órgano como el hígado, el cual se encarga, entre otros cosas, de excretar una sustancia denominada bilis, la cual es importante en el proceso de la digestión.
“Según diversos estudios, el café contiene más de 1000 compuestos bioactivos, entre los que se encuentran la cafeína, los ácidos clorogénicos, el cafestol, el kahweol y los melanoides. Estas sustancias tienen propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y anticancerígenas, que pueden prevenir o retrasar el daño hepático”, reseña el sitio web La Vida Lúcida.
La plataforma incluye que “el café puede reducir el riesgo de desarrollar fibrosis y cirrosis hepática al inhibir la expresión de genes relacionados con la inflamación y la fibrogénesis. Además, el café puede estimular la producción de glutatión, un antioxidante natural que protege al hígado del estrés oxidativo”.
En este sentido, tomar dos tazas de café al día reduce en un 44 % el riesgo de padecer cirrosis hepática. Por último, cabe mencionar que para que el hígado se encuentre en óptimas condiciones una persona debe mantener una dieta alimenticia saludable y practicar ejercicio regularmente.