El pasado 24 de enero, el presidente Duque aprobó la Ley 1951 de 2019 para crear el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y fortalecer el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, entre otras disposiciones. El Gobierno tiene un año para crearlo. Pero la ley es escueta, pues no propone muchas herramientas y exige que para iniciar su labor, “no debe generar gastos adicionales de personal ni generales a los que al momento de su creación tenga presupuestado Colciencias”. Con estas premisas, las dudas y la desconfianza en el tema no tardaron en aparecer. En una entrevista en el diario El Espectador el director de Colciencias Diego Hernández señaló que habría una transformación de Colciencias en ministerio. Esta idea tiene algunas voces en contra, como la de Moisés Wasserman, bioquímico y miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Físicas y Naturales quien, en el programa de radio “Panorama de la Ciencia” de la Universidad Nacional, confesó su temor de que “todo se quede en un mero cambio de nombre”. Sin embargo, cree que es una excelente oportunidad para diseñar una estructura que genere políticas a largo plazo y otra que se encargue de ejecutarlas. A su vez, la rectora de la Universidad Nacional de Colombia, Dolly Montoya, dijo a El Colombiano que convertir Colciencias en un ministerio “sería un fracaso” pues el departamento debe “conservar la independencia” y poder seguir gestionando las áreas que le corresponden. Lea también: ¿Vale la pena crear un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación? Hoy sabemos que lo único que tendrá ese ministerio en el momento de su creación será una silla en el consejo de ministros, lo cual está bien pero no es suficiente porque, si de verdad queremos crear una estrategia nacional basada en el valor al conocimiento, el camino es mucho más complejo. El colombiano Stephan Kuster, secretario general de la organización Science Europe, con base en Bruselas y que reúne a todos los grandes entes que financian la ciencia en Europa dice que “uno de los factores fundamentales para que una estrategia nacional de desarrollo basada en el conocimiento funcione y genere tanto innovación como soluciones a problemas reales de la sociedad, es el valor que la sociedad le da a la producción del conocimiento, a la actividad científica. Y, hay que aceptarlo, este es un valor subjetivo que puede cambiar con el tiempo si las políticas para fomentarlo no son adecuadas o si la población no ve solucionados sus problemas más cercanos”. Si no creamos el conocimiento estaremos entonces destinados a utilizar el que los demás han creado. “El conocimiento también se puede comprar a través de patentes y productos de innovación, pero el retorno y su impacto no son iguales” añade Kuster. “Es cierto que crear ciencia es más difícil en países con una economía de base más tradicional, pero incluso en esos países su industria agrícola o extractiva necesita ese conocimiento para competir a cualquier nivel y para poder ofrecer soluciones a sus propios problemas”. En contexto: Conservadores reclaman a Duque por un nuevo ministerio Otro factor esencial para fomentar este desarrollo es una financiación estable a lo largo de muchos años. Y esto solo se consigue con voluntad política. “Brasil utiliza también las regalías del petróleo como base de su sistema de financiación de ciencia, pero, como sabemos bien, este no es un sistema estable y sí muy frágil” dice Kuster. “Esta frágil estabilidad lleva a un problema mayor que es el de no tener fondos que sustenten los planes, lo cual produce la famosa fuga de cerebros. Con esto se derrumba toda la estructura del plan”. Hoy en día el país gasta gran parte de sus recursos en la formación a nivel básico (máster y doctorados), pero no hay suficiente financiación para que los científicos desarrollen su carrera en el país, ni tampoco para crear nuevas infraestructuras, o impulsar las existentes para continuar. Esta gente, que tiene las ganas, el talento, el conocimiento y la red internacional de contactos, tiene que irse a otro lado donde sí existan las herramientas para hacerlo, ya sea en Estados Unidos, Europa, China, México o Brasil. Este es un problema tan viejo como Colciencias, pero que los políticos del país, de todas las épocas, no han querido resolver trabajando en conjunto y pensando a largo plazo y más allá de la gloria personal o de partido. Que esta ley haya obtenido el respaldo unánime de todas las corrientes políticas, que uribistas, petristas hayan estado de acuerdo en medio del lodazal que es la arena política colombiana, es algo muy positivo. Pero también es verdad que era muy difícil que alguno votara en contra de un tema como la financiación de la ciencia. Todo será mucho más creíble cuando voten de forma unánime por un plan estable a largo plazo. Estaremos pendientes a ver qué pasa. Hay poco tiempo, un año se pasa volando! @juansarasua