Esta semana, la ciencia logró un hito que podría significar un gran avance para aquellos que necesitan un órgano de trasplante. La hazaña consistió en que expertos del NYU Langone Transplant Institute, en Manhattan, bajo la dirección de Robert Montgomery, le trasplantaron un riñón de cerdo a un paciente. No obstante, ni el procedimiento ni los detalles del trabajo han sido publicados en una revista científica, y tampoco ha sido revisado aún por pares.
El cerdito ‘donante’ fue modificado genéticamente para que desarrollara un órgano que tal vez no sería rechazado por el cuerpo humano. Esto se logró mediante la eliminación de un gen que codifica en estos animales una molécula de azúcar que provoca una agresiva respuesta de rechazo humano. Montgomery y su equipo también trasplantaron el timo del cerdo, una glándula que incide en el sistema inmunológico. Lo hicieron para evitar las reacciones inmunitarias del riñón.
Y así fue. El riñón trasplantado hizo sus tareas normalmente como lo habría hecho el del propio paciente. Aunque es muy temprano para decir qué posibles complicaciones a largo plazo pueden presentarse, los médicos creen que con este caso se abre la posibilidad de encontrar una nueva fuente de órganos para trasplante. Algunos expertos señalan que es necesario conocer más la longevidad de estos órganos. Pero, aun con esas observaciones, la mayoría calificó la noticia como un gran hallazgo.
Como todos saben, conseguir un órgano de un donante humano se ha convertido en una tarea difícil. Algunos pacientes pueden esperar mucho tiempo antes de encontrar uno compatible. Además, muchas personas aún no ven con buenos ojos la donación de órganos y, por ello, escasean. El tema de los pacientes renales es particularmente duro, pues deben someterse a diálisis para seguir viviendo.
Algunos mueren esperando un órgano. Ante esto, la ciencia ha buscado alternativas. Y el prospecto de los cerdos modificados genéticamente podría ser una fuente sostenible de órganos no solo para el riñón, sino para el corazón, dice Montgomery. La cirugía se practicó en un paciente declarado con muerte cerebral y cuya familia autorizó que fuera objeto de experimentación debido a que estaba registrado como donante de órganos.
Aunque no se implantó propiamente dentro de su cuerpo, como sucede con los trasplantes convencionales, sino que se conectó a los vasos sanguíneos de la pierna, el riñón trabajó con normalidad produciendo orina y creatinina de manera inmediata. Después de unir el riñón a los vasos sanguíneos en la parte superior de la pierna, los cirujanos lo cubrieron con un escudo protector y lo dejaron en observación por 54 horas. En ese lapso todo funcionó bien y no hubo signos de rechazo.
Esto es una confirmación de que el órgano también trabajará bien si se implanta dentro del organismo. “Fue incluso mejor de lo esperado”, dijo el médico a The New York Times. “Parece como cualquiera de los trasplantes que he hecho de un donante vivo”, agrega el experto, quien asegura que muchos de los riñones de gente muerta no funcionan de una vez, sino días o hasta semanas después. “Este funcionó al instante”, reportó el médico sobre el procedimiento, que se conoció primero en el diario USA Today.
Desde ya se prevé que esta alternativa será muy polémica no solo porque implica que los humanos produzcan cerdos como fábricas de órganos, algo que los defensores de animales no verán con buenos ojos. También habrá que esclarecer muchos aspectos de la ciencia, pues a largo plazo podría haber rechazo del órgano, algo que puede ocurrir incluso cuando donante y recipiente son compatibles, y no hay que cruzar la barrera entre especies.
Además, este órgano, como otros del cuerpo humano, es complejo y debe filtrar las toxinas de la sangre. Muchos temen que un virus porcino pueda infectar a los recipientes del órgano. Por esta razón, a pesar de que hay consenso en que se trata de un paso muy grande, otros prefieren ser más cautos sobre los alcances de la cirugía. Habrá que aguardar, pero por ahora hay esperanza.