Marlene Rodríguez de Montaner es cineasta y escritora. Por estos días presenta El libro del corazón, en cuyas páginas plasma una guía para alcanzar una vida más espiritual y sana emocionalmente. En diálogo con SEMANA, la esposa del cantautor venezolano Ricardo Montaner confiesa que se hizo escritora precisamente “por la necesidad de dejarle a su hija, Evaluna (pareja del artista colombiano Camilo), un documento que le sirviera a ella y a su descendencia con los secretos de lo que a mí me había funcionado en la vida con mi familia”.
Pero ese ejercicio pronto se convirtió en un oficio y ya completa su sexto libro. “Quería dejarle a ella lo que su abuela había hecho en mí, lo que a mí me ha funcionado y lo que no para que no lo repitiera. Ya ella tendrá su propio camino, pero por lo menos tenía una guía básica de lo que sentía que podía servirle a Evaluna, que incluso ahora es mamá”.
SEMANA: ¿Por qué la importancia de cuidar el corazón desde lo emocional?
Marlene Rodríguez: La salud emocional es lo que va a permitir que se tenga salud física. Cuando tu corazón emocionalmente no está en perfecto orden, la salud física se ve afectada porque es la última capa del proceso. Empiezas por la salud espiritual y vas pasando por las emociones, hasta que, al final, el cuerpo es el que tira el mensaje de ayuda. Lo tira cuando ya es a gritos que te está diciendo que había algo que tenías que tomar en cuenta hace mucho tiempo atrás y que no lo has hecho. Ya el cuerpo, entonces, ahí chilla, por eso hay que tener cuidado con todas las etapas anteriores.
SEMANA: ¿Qué rituales se pueden practicar cada día para tener un corazón más sano emocionalmente?
M.R.: Eso va a depender de cada persona, lo que le funcione mejor a cada quien. Sin embargo, no cabe duda de que, cuando uno tiene salud espiritual, la salud física funciona mejor. Eso permite que las otras áreas de nuestra vida se alineen con la salud física. Entonces, yo siento que la mejor manera es arrancando con tener una relación con Dios más espiritual, muchísimo más cercana. Hay que buscar de él y de su palabra, buscar de su dirección, porque, de hecho, la palabra de Dios tiene la respuesta para absolutamente todo en nuestras vidas. Adentrarse en la palabra de Dios y tener una relación directa de comunión con él es el primer paso para que todo lo demás fluya correctamente.
SEMANA: En el libro, usted dice: “Bienvenido al viaje más importante de tu vida, en el que vas a abrir la puerta de una casa, de la que solo tú tienes la llave y donde a medida que te adentres irás decidiendo si la quieres mantener limpia o con basura”. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo mantener justamente esa casa limpia?
M.R.: Difícil, muy difícil. Para afuera los viajes son muy sencillos. Lo complicado es el viaje hacia adentro y es el que evitamos toda la vida. La gran mayoría de la gente nunca tiene ese viaje interior, vive en piloto automático o sigue derecho. Pero cuando uno adquiere conciencia de la importancia de revisar ese viaje cuesta muchísimo trabajo. Entonces, suena sencillo, pero es complicadísimo y es un trabajo que uno tiene que hacer a diario. Todos los días hay nuevos retos que uno tiene que enfrentar y uno va avanzando poquito a poquito de las cosas que ha venido guardando por muchos años. Por eso, es importantísimo, fundamental, que nosotros enseñemos, o en mi caso ahora a mis nietos, de hacerlo en su momento con la poca información que tenía, que ellos desde chiquitos cuiden su corazón. Porque es mucho más fácil hacer ese inventario diario de chiquito a cuando ya se es grande, y hay heridas del pasado difíciles de sanar.
SEMANA: Algunos expertos mencionan la importancia del agradecimiento. ¿Eso realmente marca una diferencia para tener una vida plena?
M.R.: Sí lo creo. Soy una adicta al agradecimiento, siempre lo fui y creo que, además, es un ejercicio que es un músculo que uno va desarrollando. Y que a medida que vas todos los días agradeciendo te van surgiendo nuevas cosas y tus ojos se van abriendo a nuevas posibilidades. La gente dice que es muy difícil muchas veces, porque hay muchas cosas por las cuales estoy agradecida, pero trato de no repetirme, porque hay tantos motivos, tantos, que nos pasan desapercibidos. Siento que, en la medida en que uno más agradece, más ganas de agradecer van apareciendo en el día a día.
SEMANA: Por qué cree que hoy en día las personas caen con tanta facilidad en las relaciones tóxicas. No solo amorosas, también familiares o de otra índole.
M.R.: Caemos en ellas porque estamos nosotros mismos intoxicados. Entonces, evidentemente, es muy fácil repetir ese patrón. Una conducta que venimos arrastrando de antes, o de un patrón familiar, de un mapa familiar. Pero, cuando uno toma la conciencia de ser responsable de la limpieza del corazón, empiezas a hacer un trabajo individual para corregir ese patrón. Eso no solamente es beneficio para uno, es beneficio para las personas con las que uno se rodea. Un corazón limpio es agradecido y, si está en constante trabajo, no permite en su vida nada que lo contamine. El día que uno descubre eso todo cambia: se vuelve más selectivo en sus relaciones. Además, pocos tienen en cuenta que darle la entrada a alguien al corazón de uno es un tema serio. En este libro hay un momento fantástico, porque para mí fue una revelación: cuando uno le permite la entrada a alguien al corazón, la otra persona debe descansar y detectarlo como tierra santa. Creo que uno debe ver el corazón de las otras personas como tierra santa. No puedes llegar a dinamitarla, tienes que llegar a sembrar semillas de bondad y eso solamente lo logras cuando en tu propio corazón ya has logrado o has conseguido sacar la raíz de todo lo tóxico.
SEMANA: ¿Qué papel juega la autoestima en este proceso?
M.R.: La autoestima depende de cuando uno tiene claridad de quién es, de su identidad. Y no por lo que dicen los demás, sino por lo valioso que uno mismo sabe que es. Es ahí donde yo busco mi identidad. La autoestima inicialmente arranca con buscar en el lugar correcto la definición de uno mismo. No es lo que piensan la pareja, la mamá, el papá. Hay que buscar interiormente primero y luego será muchísimo más fácil transitar por un camino sano, de amor propio. Uno tiene que amarse profundamente, sanamente. Solo así podremos amar a los demás como Dios manda.
SEMANA: Usted, que es mamá y abuela, ¿qué consejos les da a sus hijos para tener un corazón sano emocionalmente?
M.R.: Que sean organizados y que intencionalmente hagan la lista de cosas que crean que pueden funcionar para cada uno de ellos. Lo primero es que busquen la voz de Dios y él sea su guía, el que marque el camino. Luego, que cada una de las cosas que hagan las hagan con amor. Eso lo percibe la gente, recibe el amor de una manera diferente. No importa lo que tú digas, cuando está dicho con amor, la otra persona lo recibe con el corazón. La gente al sentirse querida reacciona de manera diferente; entonces, las relaciones cambian. Esa, creo, es la fórmula secreta de la felicidad.