Hasta hace poco, cuando una persona sufría de depresión, ataques de ansiedad o cualquier otra dolencia mental, lo primero que hacía era visitar a un médico psiquiatra para recibir tratamiento especializado que incluyera una consulta de por lo menos una hora. Por medio del diálogo con el especialista, el paciente establecía una relación confidencial en la que este, además de brindarle apoyo psicológico, analizaba su patología y formulaba estrategias para mejorarle su calidad de vida. Sin embargo, estudios recientes demuestran que en la actualidad la duración de estas citas médicas ha disminuido ostensiblemente y la gran mayoría ya no superan los veinte minutos. Ahora los psiquiatras se limitan a hacer una valoración rápida y, una vez tienen el diagnóstico, recetan medicamentos. Este nuevo escenario ha abierto un acalorado debate sobre las ventajas y desventajas que implica aumentar la prescripción de psicofármacos tanto para los pacientes como para los médicos.La psicoterapia es importante, según los expertos, para valorar aspectos afectivos y emocionales del paciente que salen a flote solo mediante el diálogo. Pero en la década de los ochenta, con la aparición del Prozac -un antidepresivo que, a diferencia de los antiguos medicamentos, trata la condición sin causar efectos secundarios mayores-, la situación cambió. A partir de entonces, surgieron nuevos fármacos más eficaces para tratar otros trastornos mentales, lo que aumentó la prescripción. Algunos pacientes hoy prefieren una píldora mágica que revelar ante un extraño detalles de su vida. "No necesito de media hora o una hora para hablar, solo requiero que me den un medicamento y ya está. Estoy bien", dice un paciente que sufre de ataques de pánico y depresión.Una encuesta de la Universidad de Columbia confirma lo anterior, pues establece que hoy tan solo el 11 por ciento de los psiquiatras en Estados Unidos ofrecen la psicoterapia tradicional a todos sus pacientes. En otras palabras, apenas uno de cada diez sienta al diván a un enfermo. Esta tendencia sucede en gran parte por razones económicas, pues es mucho mejor para el bolsillo de un médico y de la compañía de seguros atender a tres pacientes en 45 minutos que a uno solo en una terapia de una hora. Colombia, según los expertos, está heredando este problema de los países desarrollados. Según la IMS Health, compañía encargada de llevar las estadísticas de ventas y prescripciones médicas en más de 100 países, la venta de antidepresivos en Colombia aumentó ocho por ciento en 2010. Además se ha vuelto común la práctica de acortar el tiempo de consulta. Así, los médicos adscritos a una entidad prestadora del servicio de salud pueden atender a más pacientes. Para muchos especialistas esto va en detrimento de la salud de la gente. "Los médicos tienen restricciones con el tiempo de atención para los pacientes. Al tener estas limitantes, el tratamiento realizado no va a ser de la misma calidad", dice Jorge Forero, presidente del Instituto Colombiano de Investigación en Salud Mental. En un artículo publicado en The New York Times, Donald Levin, un psiquiatra estadounidense con aproximadamente cuarenta años de experiencia, cuenta que le tomó por lo menos cinco años aceptar la realidad de no volver a hacer terapias con sus pacientes. "Tuve que entrenarme para no preocuparme mucho por sus problemas. Hoy extraño el misterio y la intriga de la psicoterapia... mi oficina ahora es como un paradero de bus. ¿Cómo puedo hacer un análisis con calma?".La psiquiatra Esther Sandoval, quien tiene su consultorio en Bogotá, reporta una situación similar. Ella dice que con la consulta privada se tiene un margen de tiempo más amplio, pero las que están cubiertas por el seguro médico tienen limitantes. "En ese esquema no se puede pretender hacer una sesión por tiempo indefinido. Entre más se atiende, se hace más dinero, pero eso depende de la ética de cada médico", afirma.Dan Carlat, psiquiatra de la Universidad de Harvard y autor del libro Unhinged, the Trouble with Psychiatry, publicado en 2010, argumenta que los psiquiatras están sufriendo una crisis de identidad porque las universidades los están preparando para formular, pero no para escuchar a sus pacientes. "Si somos solo médicos farmacólogos, no hay ningún problema con las citas de 15 minutos. Pero si queremos ser psicólogos, hay que mirar cómo estamos haciendo esa práctica y cuánto dinero estamos dispuestos a recibir por ella", le dijo a SEMANA. La situación es preocupante si además se tiene en cuenta que el éxito de los fármacos depende, en gran medida, de que se combinen con psicoterapia. "Los medicamentos ayudan a los pacientes desde el punto de vista biológico, pero no desde el psicológico. Por eso, es indispensable que haya un equilibrio entre ambos", explicó a SEMANA Rodrigo Córdoba, presidente de la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas. Sin embargo, reitera que existen limitaciones en el actual sistema de salud para hacer un tratamiento a fondo con el paciente que incluya las dos opciones. Con él coincide Carlat, quien señala que los pacientes merecen el mejor cuidado posible y este, cuando se trata de una enfermedad o problema psicológico, es un tratamiento integral que sea ofrecido por un solo profesional. Pero, como él lo dice, "esto implica pasar mucho más tiempo con los pacientes". Y para hacerlo no solo habrá que cambiar la manera como se entrenan estos profesionales, sino también aprender a diseñar nuevas fórmulas para que se combinen las bondades de ambos tratamientos.