En el tratamiento de enfermedades crónicas y no crónicas hay diversos métodos que pueden llegar a ser útiles para los y las pacientes, siempre que se verifique y acompañe por un profesional de la salud que pueda evaluar el progreso.

Dentro de las alternativas que se han presentado en los últimos años, aparece la Medicina Funcional, que, a grosso modo, pretende tratar a las personas de forma integral, buscando el origen de una patología y atacándola de forma personalizada.

De hecho, algunos médicos la han recomendado, principalmente, para personas con afecciones crónicas, que buscan una mejora en su calidad de vida.

Sin embargo, la Medicina Funcional no es tan común como la protocolaria, y puede que muchas personas desconozcan de qué se trata. Esta información podría ser útil para que los pacientes tomen una decisión informada sobre sus tratamientos.

SEMANA consultó al doctor Javier Galvis, especialista en Medicina Interna y certificado en Medicina Funcional, quien explica en qué consiste esta modalidad, sus ventajas y desventajas y los pacientes a quienes va dirigida.

SEMANA: ¿En qué consiste la medicina funcional?

Javier Galvis: La medicina funcional es un sistema de pensamiento que nos enseña a nosotros, como médicos, a buscar las causas raíz de las enfermedades crónicas de manera personalizada y precisa para cada paciente.

Esto nos permite hacer una intervención astuta, priorizando y teniendo como base los factores del estilo de vida del paciente, tales como ejercicio personalizado, nutrición natural y dirigida, aseguramiento de la reparación mediante el descanso apropiado y sueño reparador, correcta adaptación al estrés, entre otros. El médico funcional busca devolverle el funcionamiento correcto a los sistemas corporales y sus interconexiones.

Uno de los componentes de los tratamientos funcionales es el ejercicio, como complemento para mejorar la calidad de vida en pacientes con patologías crónicas. | Foto: Getty Images

SEMANA: ¿Cuáles son las principales ventajas y desventajas de este tratamiento?

J.G.: La principal ventaja de la medicina funcional es que es un sistema para crear salud. Suena obvio, pero no, en la medicina protocolizada -la que nos enseñan a lo largo de nuestra carrera- nos entrenan para sostener al paciente con fármacos, y esto no es sinónimo de crear salud, sino de ralentización del proceso de enfermedad, mucho más si no se trabajan a la par los factores de estilo de vida.

En la medicina funcional existe una esperanza de optimizar recursos del sistema de salud y obtener resultados realmente impactantes en los pacientes, modificando principalmente estos factores y corrigiendo las disfunciones de manera personalizada.

Para encontrar la causa raíz en cada paciente se necesita una inversión, principalmente de tiempo. Una barrera para su implementación es el estándar de atención dentro del sistema de aseguramiento de la “salud” actual. Nunca será posible ayudar a recuperar la salud a un paciente en una consulta de 15 minutos, ni tampoco ignorando su estilo de vida.

Aquí radica la principal desventaja de la medicina funcional, aunque al mismo tiempo se transforma en fortaleza, puesto que el tiempo dedicado permite conocer muy bien al paciente, en el detalle y minucia de los factores de su vida que han contribuido a la pérdida de su salud. Es este tiempo y esta información completa y detallada la que permite crear estrategias personalizadas de tratamiento, descubrir lo que cada paciente en realidad necesita.

SEMANA: ¿Cuál es el impacto particular que tiene este tipo de medicina sobre las enfermedades crónicas?

J.G.: El impacto de la medicina funcional sobre la enfermedades crónicas no tiene precedentes. Va desde permitirle al médico disminuir dosis o número de medicamentos al ver que los pacientes mejoran los parámetros de seguimiento, hasta, inclusive, inducir remisión de enfermedades crónicas en algunos casos.

SEMANA: ¿Para quiénes se recomienda la Medicina Funcional?

J.G.: La recomiendo para cualquier persona que desee alcanzar el anhelado estado de bienestar, pero más aún, recomiendo una consulta de medicina funcional a cualquier paciente con enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión, dislipidemia, asma, colon irritable, enfermedades autoinmunes -como artritis reumatoidea, lupus, tiroiditis de Hashimoto-, síndrome de ovario poliquístico, dismenorrea y enfermedad de Alzheimer.

También en aquellas condiciones crónicas etiquetadas como síndromes (agrupaciones de síntomas) en la medicina convencional, para las cuales no hay fármacos que realmente modifiquen el curso de la enfermedad, como la fatiga crónica y la fibromialgia. Además para los casos donde hay síntomas crónicos y/o recurrentes sin aparente explicación, o que no se encasillan en una categoría diagnóstica, pero que disminuyen y afectan la vida del paciente, pues en la medicina funcional podrían encontrar su causa raíz y así emprender el proceso de recuperación de la salud.

SEMANA: ¿Este tipo de medicina es aceptada abiertamente en el gremio o hay médicos que no comparten su práctica?

J.G.: Este tipo de medicina tiene toda la validez científica y, de hecho, existe un diplomado en Colombia avalado por la Fundación Universitaria Ciencias de la Salud (FUCS) que brinda una formación suficiente para enfrentarse a los retos diarios de las enfermedades crónicas.

Lastimosamente hay colegas que, tomando como referencia lo que aparece en redes sociales, piensan que la medicina funcional es una moda y que no tiene sustento científico. La medicina es una sola, hoy tiene este apellido “funcional”, pero creo fielmente que, en un par de décadas, todo este conocimiento se integrará a la formación básica y estará incorporado al sistema de aseguramiento de salud de muchos países.

SEMANA: ¿En dónde nace la medicina funcional y cómo se puede aplicar en Colombia?

J.G.: La medicina funcional nace en Estados Unidos hace aproximadamente 40 años, tiene como padres fundadores a los doctores Bland y Jones. Allí, el Institute For Functional Medicine, una entidad sin ánimo de lucro, viene liderando la formación de colegas en medicina funcional.

También se han ayudado a crear colaboraciones en instituciones de alto prestigio, como el Centro para la medicina funcional de Cleveland Clinic, también en Estados Unidos. Esta clínica, pionera en tecnología y avances para la medicina, fue la primera a nivel mundial en adoptar el modelo de la medicina funcional y adaptarlo al sistema de salud, mostrando resultados sorprendentes en cuanto calidad de vida y uso de recursos.

La Medicina Funcional busca también reducir los tratamientos basados completamente en fármacos, que no responden, según el experto, a la necesidad de una vida mejor. | Foto: Gettyimages

En Colombia, existen centros como el Centro Latinoamericano para el Avance de la Medicina (CLAM), en el que se aplica el mismo modelo de Cleveland Clinic, aun para pacientes particulares fuera del sistema de aseguramiento colombiano.

Es tan llamativo este modelo de atención por sus resultados que hoy existen avances en el sector salud, a nivel de IPS, buscando adoptar y aplicar el modelo de medicina funcional para optimizar los resultados en salud de enfermedades de alto costo.

SEMANA: ¿Hay estudios o ensayos clínicos que puedan demostrar una efectividad de la Medicina Funcional?

J.G.: Sí, hay muchos estudios específicos que demuestran que la aplicación del modelo de medicina funcional trae beneficios adicionales al cuidado convencional.

El doctor Droz (2020), en Cleveland Clinic, demostró que con una intervención de 12 semanas basada en los principios de la medicina funcional, los pacientes con artritis reumatoidea tuvieron una mejoría superior en los índices de dolor y calidad de vida, comparado con el cuidado estándar habitual en la misma clínica.

Por su parte, la doctora Beidelshies, también en Cleveland Clinic en el 2019, mostró cómo una intervención grupal basada en medicina funcional podía ayudar a aumentar calidad de vida, pérdida de peso y la percepción de salud, inclusive a menor costo que las intervenciones individuales convencionales. Confirmado luego por el doctor Bharmal en comunidades con recursos limitados.