Jorge Téllez nació en Puerto Vallarta, México, en 1949. A los 10 años supo que había tenido poliomielitis, una enfermedad infecciosa de la que se sabía poco en los cincuenta pero que afectaba aproximadamente a 58 mil personas solo en Estados Unidos. Hoy, el 99 por ciento de la población está libre de polio y la Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que será la segunda enfermedad erradicada en el planeta, luego de la Viruela. Sin embargo, Téllez asegura que la lucha apenas comienza. El virus de polio destruye células de la médula espinal y causa atrofia o parálisis muscular. Como los síntomas se parecen a los de la gripe, muchos niños y niñas -la población más vulnerable- que la presentan no son diagnosticados. Este es el primer desafío en la erradicación de la enfermedad, pues muchas personas que tienen el virus ni siquiera lo saben, y cada uno puede contagiar de 12 a 18 personas más. Además, la polio no tiene cura y la única forma de prevenirla es con la vacunación. Cómo se transmite a través de aguas residuales, el contagio es muy fácil. En los años cincuenta, cuando Téllez se infectó, no existía ninguna vacuna y era común ver a jóvenes con bastones a causa de las parálisis, que en 1 de cada 200 casos es irreversible. Por fortuna, él no hizo parte de esas estadísticas, y hasta los cuarenta años creyó que la enfermedad que le había dado dolor y fiebre a los 10 años tan sólo le causaba dolores fuertes pero eventuales. Lea también: ¿Por qué no los vacunan? Pero un día, mientras practicaba una cesárea, se cayó al piso repentinamente. En esa época aún podía pararse solo, así que siguió con la cirugía. Sus colegas sabían que había tenido el virus y eso lo hizo sentir distinto. “Sentía que los doctores me bajaban de categoría, como si a un militar le quitaran las estrellas”, dice. Por eso, Téllez seguía luchando contra los efectos de la enfermedad. Finalmente tuvo que dejar de practicar cirugías, y sentía tanta debilidad muscular que le costaba caminar. Poco a poco empeoró, llegó a utilizar dos bastones para mantenerse de pie y sentía depresión. Un día, su hijo buscó estos síntomas en Google. Así fue como Téllez escuchó por primera vez que podía sufrir de síndrome pospoliomielitis.
Como la enfermedad no tiene cura y las células ya están afectadas, entre el 68 y el 80 por ciento de los sobrevivientes de la polio pueden sufrir este síndrome. Desde que fue diagnosticado, Téllez se ha dedicado a estudiar el síndrome y a educar a la población en la importancia de la vacuna contra el virus. Aunque este año solo se han identificado unos 25 casos en Afganistán y Pakistán, aún falta mucho para erradicar (que no exista el virus en el planeta) la enfermedad por completo. En el marco de un seminario sobre vacunas, que organizó el laboratorio Sanofi Pasteur, el doctor Abiel Mascareñas aseguró que como la polio se considera casi erradicada, muchos se han dejado de vacunar. Este es un riesgo para la Latinoamérica, que fue la primera región declarada libre de polio en 1991. Le podría interesar: No más polio Mascareñas asegura que si disminuye la cobertura de vacunas puede suceder lo mismo que con el sarampión: en 2016 la OMS aseguró que no existía y luego surgieron miles de casos. De hecho, la Organización Panamericana de Salud aseguró que este año Colombia fue el tercer país con más casos en el continente, entre otras razones, por la llegada de venezolanos que no fueron vacunados y tenían sarampión. Este desafío toma nuevas dimensiones en una época en la que aumentan los grupos antivacunas. El profesor Luis Adrián Quiroz aseguró en el seminario que esta tendencia, que ha tomado fuerza en Europa y Norteamérica, se basa muchas veces en negar las enfermedades y desconocer los beneficios de las vacunas, como la reducción de la mortalidad infantil en el caso de la viruela. Aunque esos grupos también atacan la vacunación con argumentos culturales y de medicina alternativa, Téllez dice que “los que no vacunan son criminales”, pues no solo responden por la salud de ellos y de sus hijos sino de todo su entorno. A causa de la polio, que con una vacuna se previene, Téllez necesita una silla de ruedas y terapias constantes. Por eso, lo más importante para él es que las personas entiendan que esa no es una enfermedad del siglo pasado, y que la lucha continúa.