El domingo pasado, día de la madre, Colombia despertó con una noticia repudiable. El médico Cristian Camilo Julio Arteaga, quien realizaba su rural en el municipio El Bagre, Antioquia, fue asesinado a tiros por dos desconocidos. El joven de 24 años fue abordado en una calle cercana a su casa mientras se disponía a encontrarse con su madre. Aunque hasta ahora se desconocen las razones del homicidio, según contó Roberto Baquero, director del Colegio Médico Colombiano a SEMANA, el crimen pudo haber estado relacionado con la venganza de una persona tras la muerte de uno de sus familiares. “Hay que esperar a ver qué indican las autoridades, pero lo que sabemos y lo que dicen algunos de sus compañeros es que, un día antes hubo una joven con una apendicitis que murió después de la cirugía. El episodio fue bastante tenso y Cristian salió esa noche del trabajo y lo balearon sin razón”, dice. Sugerimos leer: ¿Por qué se suicidan los médicos en Colombia? La teoría no es traída de los cabellos, pues como relata Baquero, a diario los médicos tienen que enfrentar ultrajes y amenazas de familiares de pacientes que descargan su ira o dolor ante la muerte de un ser querido o por los problemas de atención en salud que agobian a los hospitales. “La gente se vuelve indolente. Es cierto que el sistema no es bueno con todos, pero no es posible que la agarren siempre con las enfermeras o los médicos”, explica.
Según el director, el Colegio Médico Colombiano recibe comúnmente casos alarmantes por amenazas, apuñalamientos y agresiones contra profesionales de la salud. Incluso a muchos de ellos les ha tocado salir corriendo de sus lugares de trabajo por amenazas, sobretodo en zonas rurales o de conflicto. Y en efecto, El Bagre, Antioquia, la zona del bajo cauca donde murió Cristian, es una de las más violentas del país. Sólo en este año han muerto 12 personas presuntamente por actos de grupos delincuenciales. El suceso conmovió a todo el país, pero también motivó a que el gremio de la salud se uniera para denunciar sus precarias condiciones de trabajo. Entre ellas la falta de pago, los bajos salarios y la inestabilidad laboral. Por eso, la noche del 15 de mayo, la mayoría de profesionales de la salud salieron a marchar a las calles en homenaje a Cristian y sus derechos como médicos, en más de 17 ciudades. Entre ellas Bogotá, Barranquilla, Medellín, Cali, Manizales, Cúcuta, Armenia, Montería, Cartagena, Pasto y Popayán. “Ser presionado, amenazado y hasta golpeado, hoy se considera como algo inherente a la profesión de trabajador de la salud”. La muerte de Cristián también significó un retroceso para la población de El Bagre; pues tras su asesinato seis médicos compañeros del joven abandonaron el Municipio por considerar que no había garantías para el ejercicio de su labor. La situación obligó al hospital público Nuestra Señora del Carmen a suspender sus servicios. Una profesión en cuidados intensivos Para nadie es un secreto el estado crítico en el que se encuentra el sistema de salud en Colombia. Son cientos los pacientes que se quejan a diario por la mala atención de algunos hospitales y cientas las noticias que advierten sobre las deudas presupuestarias que han llevado a que muchas empresas prestadoras de salud (EPOS) cierren sus puertas. Pero el asunto quizá más olvidado son las difíciles condiciones con las que tienen que trabajar médicos, enfermeros, odontólogos y demás profesionales de la salud en el país. Sugerimos también: Los médicos también lloran Empezando por los casos de violencia, un estudio realizado por la Universidad Javeriana en 2016, demuestra cómo lo más preocupante de asunto es la naturalización que se le ha dado a este tipo de manifestaciones. “Ser presionado, amenazado y hasta golpeado, hoy se considera como algo inherente a la profesión de trabajador de la salud”, dice Diana Ochoa Tamayo, autora del trabajo. Algo muy delicado pues aunque prepara a los profesionales para este tipo de eventos, al soportar situaciones violentas y omitirlas, es muy probable que los médicos se transformen en personas frías, apáticas, irritantes o malhumoradas que no “administren un cuidado con calidad y humanismo”, dice. Pero este hecho, al que muchos restan importancia, también deriva en otros problemas personales. Según Ochoa, estos pueden ser de orden físico, mental o emocional al punto de no permitirle a un médico un adecuado desempeño en su sitio de trabajo, ni con su familia o la sociedad. Varios estudios incluso ya han demostrado, cómo el suicidio en médicos hombres es el doble de la población general y en mujeres, casi el triple o el cuádruple. En un artículo publicado hace poco en este portal, el psiquiatra Ariel Alarcón advirtió que estas cifras estaban estrechamente relacionadas con la sobrecarga emocional y laboral a la que están sometidos.
Y es que la angustia por la inestabilidad y explotación laboral, también es uno de los principales problemas que padecen los profesionales de la salud. Según un reciente informe de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación (SCARE) y el Colegio Médico Colombiano, las deudas al talento humano en salud hoy superan en Colombia los 6 mil millones de pesos. La situación es tan grave, que como dijo a SEMANA Mauricio Vasco Ramírez, presidente de la SCARE, hay casos en los que camilleros, enfermeros, médicos generales y especialistas han dejado de recibir su salario por más de un año. “Mi último contrato lo firmé en mayo de 2018 y este es el momento en el que no me han pagado. Nunca me lo pagaron”, Carlos Rodríguez, médico cirujano. La situación es tan álgida, que el Gobierno Nacional incluyó dentro del proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, algunas disposiciones para la sostenibilidad financiera en el sector salud. Este se ha conocido como el “Acuerdo de Punto Final”, sin embargo, a la fecha, según los médicos, en este proyecto de ley no se han tenido en cuenta lo que se debe al talento humano en salud. “No veo otro sector laboral con tantos atropellos, donde los pagos sean tan largos, donde los profesionales no tengan herramientas objetivas para poder reclamar. Somos seres humanos que necesitamos vivir, pagar servicios públicos, no somos seres distintos a ningún otro colombiano. ”, denuncia Vasco. A esta postura se suma el médico cirujano Carlos Rodríguez, que lleva 30 años ejerciendo la profesión y al que actualmente Medimas le debe más de un año de salario. “Mi último contrato lo firmé en mayo de 2018 y este es el momento en el que no me han pagado. Nunca me lo pagaron”, dice. El médico dice que aunque la mayoría siguen ejerciendo sin pago por amor y ética con su trabajo, la realidad es que para que un profesional tenga un buen desempeño debe estar bien pago. “Si a una persona no le están pagando, difícilmente va a prestar un buen servicio. No sólo afecta a los profesionales sino a los pacientes”. Para Vasco también resulta frustrante que a pesar de ese altruismo, el tiempo pasa y los profesionales están cada vez están más enfermos, deprimidos y tiene problemas graves con abuso de sustancias o alcohol. “Todos tienen que ver con que no hay bienestar. Y el bienestar tiene grandes componentes, como la remuneración”, dice. Puede leer también: El mundo oculto de los médicos que Cuba envía al extranjero A esto se suma que las superintendencias cierran clínicas por condiciones de insalubridad o porque hay algo mal en la infraestructura, pero no se oponen a que a los profesionales lleven 6 meses sin pagarles un salario. “Parece que es mucho más importante la infraestructura que tratar con humanidad a los médicos”, afirma Rodríguez. Según el estudio de la SCARE, este año los especialistas que más han dejado de percibir el pago de sus honorarios son los anestesiólogos (41.66 por ciento), seguido de médicos generales (22.5 por ciento), pediatras (7.5 por ciento), ginecobstetras (5 por ciento), cirujanos (2.5 por ciento), dermatólogos (2.5 por ciento) y otras especialidades que suman el 18.33 por ciento. Para ellos, no habrá un equilibrio en el sistema de salud hasta que a todo el talento humano se le dignifiquen sus condiciones laborales. Que los contratos no sean de a tres a seis meses, por prestación de servicio, o simplemente que les reconozcan sus prestaciones. “Yo llevo 30 años laborando sin que nadie me pague unas vacaciones, unas cesantías, ni sé qué son prestaciones porque nadie me las ha pagado”, aifrma Rodríguez. “La única solución es que el Ministerio de Trabajo junto con el Ministerio de Salud deje de ignorar a sus profesionales”, concluye.