Los recuerdos desde que se es un niño son una de las mejores cosas que pueden acompañar a una persona a lo largo de su vida, especialmente ese primer recuerdo que siempre va a estar guardado en la memoria.

Los recién nacidos pueden recordar ciertos estímulos como la voz de su mamá o el olor de la leche materna. | Foto: Getty Images

Sin embargo, algunos estudios han demostrado que la gran mayoría de personas no logran recordar acontecimientos en los que estuvieron presentes antes de los 3 años de edad.

A esta situación se le conoce como ‘amnesia infantil’ o ‘amnesia de la niñez’ que hace referencia a la incapacidad que tienen las personas de recordar situaciones en sus primeros años de vida. No obstante, los expertos han explicado que esta situación se da por la incapacidad que se tiene para poder ingresar a los recuerdos de estas primeras etapas, más no porque estos no se encuentren almacenados.

¿Los bebés puede recordar durante los primeros meses de vida?

Según varios estudios que se han realizado, los bebés pueden reconocer varios estímulos desde los primeros años de vida. De hecho, los recién nacidos pueden reconocer algunas voces de sus familiares, especialmente la de la mamá y algunos olores como la leche materna.

Los expertos explican que a esto se le conoce como memoria implícita, es la que registra y almacena la información de un modo no consciente.

Este tipo de memoria se va desarrollando poco a poco y ayuda a que los bebés asocien estímulos y respuestas, por lo que pueden aprender cierto tipo de patrones.

Ha medida que el bebé va creciendo y desarrollando su memoria, puede llegar a prender ciertos patrones a corto plazo. | Foto: RUN INC

“Este tipo de memoria es inconsciente e involuntaria. También se conoce como memoria no declarativa, ya que no es posible que sea consciente, es una memoria automática”, explica el sitio web Aptus.

Ya en los seis meses de edad, los pequeños empiezan a desarrollar la capacidad de memoria de corto plazo y por eso pueden retener cierta información que la utilizan para ciertas situaciones que se le presentan. Además, desde este punto empiezan a reconocer a sus personas más cercanas.

Ya en el primer año empieza a aparecer la memoria explícita, que hace referencia a la información que se debe recordar de forma consciente.

“Se utiliza todos los días, ya que se usa para el aprendizaje académico, para recordar la clave del wifi o la cita que tienes para ir al médico la próxima semana. Este tipo de memoria es conocida también como memoria declarativa”, señala el portal anteriormente mencionado.

En el caso de los bebés, empiezan a relacionar algunos sonidos con situaciones y a entender de una mejor manera ciertos patrones como el hecho de oprimir un botón y saber cuál va a ser la reacción.

A medida que va creciendo, el bebé logra desarrollar poco a poco la memoria a largo plazo y almacena algunas imágenes que quedarán durante varios años de su vida. | Foto: Getty Images

A medida que se va desarrollando su comunicación, el niño empieza a desarrollar consigo la memoria a largo plazo, algo que por lo general sucede a los dos años de edad. En este caso, empieza a recordar ciertas historias que le contaron o sucesos en los que estuvo presente con sus familiares.

Finalmente, a los tres años de edad su memoria ya se ha venido desarrollando y le permite empezar a almacenar pequeños recuerdos que perdurarán hasta la edad adulta, especialmente aquellos en los que se encuentra relacionado de una manera directa.

Esto se logra gracias a que en esta edad ya se encuentra desarrollada de una mejor manera su habilidad de comunicación, atención y capacidad de observación, características que son fundamentales para el progreso de la memoria.

Cabe señalar que existen ciertos consejos que pueden ayudar a mejorar la memoria una vez se está en la vida adulta. Entre estos se encuentran:

Llevar a cabo una actividad física: el ejercicio es vital para la salud del cuerpo y así mismo incrementa el flujo de sangre que influye en el cerebro, por lo que puede ayudar a mejorar la memoria.

Socializar y compartir con familiares y con amigos siempre será una de las actividades que le darán no solo salud al cuerpo sino al alma, por lo que la institución americana de investigación explica, que esta puede contribuir a la no aparición de la ansiedad y la depresión, que pueden ser factores para la pérdida de la memoria.