La frase “es como montar en bicicleta, nunca se olvida” es muy común y sirve de ejemplo para esas actividades que el cerebro mantiene grabadas a pesar de llevar años de no ponerlo en práctica.

Pero esa magia del cerebro también juega malos momentos cuando se olvidan cosas tan cotidianas como el nombre de una persona que acaban de presentar o las actividades que realizaron el día anterior.

La memoria es la que ayuda a grabar toda esta información, la cual tiene varias fases: la codificación, que es la encargada de incorporar la nueva información; también está el almacenamiento de los datos; y, por último, la recuperación de la información, que es cuando se busca rememorar algo del pasado.

Expertos citados por El Mundo señalan que se debe entender que está la memoria declarativa y la procedimental, para entender esas situaciones de lo que graba y lo que olvidan las personas.

La declarativa hay que dividirla en episódica y semántica. La primera es la que almacena vivencias importantes para la vida de una persona como, por ejemplo, el primer día de colegio o el primer amor.

Por otra parte, la semántica guarda el conocimiento externo, para contextualizar hay que indicar que esta sirve para memorizar detalles como lo que se estudia, también el nombres de personas o lugares. “Los humanos somos conscientes de estos y podemos transmitirlos con facilidad”, señala El Mundo.

En la memoria procedimental se integran todas esas habilidades motoras y ejecutivas que se van aprendiendo en la vida, como escribir, tocar un instrumento, nadar, conducir o ir en bicicleta.

La explicación de los expertos para no olvidar estas habilidades como montar en bicicleta es que en el centro del cerebro están los ganglios basales, una parte muy protegida en el cráneo.

Y aunque no está claro el motivo por el que este tipo de memoria persiste, el neuropsicólogo Boris Suchan explica en la revista de divulgación científica Scientific American que “hay una teoría que apunta a que está íntimamente unida a la región en la que se fijan patrones de movimiento. En la zona donde se ubica no se generan células nerviosas nuevas de manera tan habitual en los adultos, por lo que es menos probable que esos recuerdos se borren”.

Otro tema que queda claro es que esas actividades que se interiorizan desde la niñez estarán presentes para toda la vida.

Según el sitio web Bichome, en el caso de la memoria procedimental, el cerebelo cumple un papel fundamental, pues este se encarga del aprendizaje y la ejecución de movimientos coordinados.

Además, el estriado y los ganglios basales, mediante diferentes rutas neuronales, “permiten el control de los movimientos y la comunicación con otras estructuras funcionales necesarias para que el procesamiento de la memoria implícita se produzca de la manera más adecuada posible”, describen en Bichome.

En el portal Brujula bike también indican que aunque no se olviden esas actividades como montar bicicleta, no es lo mismo practicarlo a diario que no hacerlo seguido, pues con el tiempo será más difícil ejecutarlo y tener la misma habilidad.

De acuerdo al sitio web La mente es maravillosa, el cerebelo es responsable de controlar las funciones motoras como la coordinación o el equilibrio.

“Asimismo, las neuronas de Purkinje del cerebelo son las que, entre otras cosas, median en esa memoria motora y muscular que facilita el movimiento automático del pedaleo sin que tengamos que recordarlo de manera voluntaria”, explican en el mencionado portal.

Por otra parte, la neurociencia está demostrando, además, la relevancia que tiene el cerebelo en la práctica deportiva y en esas actividades que implican un proceso de aprendizaje que, al final, se vuelve automático cuando se alcanza cierta experiencia.