Que una sorpresa. Los siquiatras y sicólogos esperaban que la enfermedad más frecuente entre los colombianos fuera la depresión. Pero los resultados del Estudio Nacional de Salud Mental que el Ministerio de Protección Social dio a conocer recientemente mostraron que hoy los colombianos padecen más una condición conocida como trastorno de ansiedad. Bajo ese nombre se agrupa una serie de enfermedades como la agorafobia, el trastorno de pánico, síndrome de estrés postraumático, la fobia social y el trastorno obsesivo-compulsivo. Aunque cada una tiene sus características particulares el factor que las une es el temor permanente que experimentan quienes la sufren. Miedo al futuro, miedo a las arañas, a las alturas, a socializar con otra gente, a morir, a tener enfermedades, a no hacer las cosas bien, en fin. "Algunas personas hacen un recorrido por todas o sufren dos variedades de ansiedad al tiempo", dice Jorge Téllez, director científico de la Asociación Colombiana contra la Depresión y el Pánico. La gente sabe poco de la ansiedad. Los médicos no están preparados para detectarla y los pacientes muchas veces la confunden con estrés o con el miedo natural, lo cual lleva a que muchos se queden sin diagnóstico y tratamiento.El miedo y el estrés son sensaciones que hacen parte de la vida y son indispensables para poder progresar. Cuando alguien está frente a un peligro, por ejemplo la amenaza de un ladrón, el cuerpo da una señal de alarma que activa unos sistemas en el organismo y lo prepara para huir o pelear. La persona suda, siente palpitaciones, tiembla, tiene una sensación de mareo y ahogamiento. "Cuando sufre de ansiedad padece los mismos síntomas físicos pero esta vez no hay una causa aparente", comenta el siquiatra José Posada. Cuando estas alarmas se prenden sin razón hay una sensación de desasosiego muy grande y en esos momentos la tendencia es buscar un culpable. Por eso la mayoría recurre a los servicios de urgencia convencido de que tiene un infarto y va a morir. Que los médicos le digan que todo está en orden no es una gran ayuda. Por lo general el paciente vuelve a consultar una y otra vez cuando aparece otra crisis. Acude a gastroenterólogos, cardiólogos, se hace electrocardiogramas y otros exámenes hasta que alguien da con el diagnóstico. "Por eso es una de las enfermedades más costosas", dice Téllez. El costo emocional también es alto pues el miedo limita a las personas. Muchos ni siquiera son capaces de subirse a un bus y en casos más extremos ni se atreven a salir de la casa. "Todos los tipos de ansiedad son graves, depende de la calidad de vida que se pierda", agrega. Esta condición también puede ser mortal. Cuando se vuelve crónica desemboca en depresión y en estos casos el riesgo de suicidio es mayor.La falta de conocimiento generalizado hace que estos trastornos sean difíciles de tratar. Como sucede en la mayoría de condiciones mentales se le pide a la persona que ponga de su parte. "Mira, cambia tu manera de pensar, quédate tranquilo", le dicen. Pero esto no es suficiente porque la sensación es involuntaria. Los estudios clínicos muestran que varias sustancias químicas en el cerebro pueden desencadenar este trastorno. "El neurotransmisor más implicado es la noradrenalina, el cual se libera en grandes cantidades en los ataques de pánico, dice Rodrigo Escobar, médico de la Universidad de Antioquia. Esta sustancia actúa en situaciones de alerta reales pero en el trastorno de pánico se hace sin que exista un factor de este tipo, lo cual le da al paciente la sensación de que algo grave va a ocurrir", agrega el experto.Esta condición tiene un componente genético. En familias cuyos padres o abuelos han sufrido de ansiedad es más frecuente encontrar hijos con este problema. Las condiciones externas también influyen. Por eso el aumento de la ansiedad no es un fenómeno aislado en Colombia sino una tendencia en todo el mundo, según el sicólogo Charles H. Elliot, coautor del libro Ansiedad para Dummies. "La gente trabaja más, el divorcio ha aumentado, la amenaza del terrorismo es más grande y en los noticieros sólo se ven noticias trágicas", dice. Cuando estas alarmas se disparan a cada rato se daña la amígdala, la estructura del cerebro que controla estos mecanismos. "Es lo mismo que sucede con la alarma del carro. De tanto pitar un día se apaga", dice Téllez. De ahí que el tratamiento muchas veces requiera de medicamentos para restablecer las alteraciones. Pero también es importante la sicoterapia y un cambio en los hábitos de vida. La recomendación es hacer deporte, meditación, salir a caminar y tener un pasatiempo. "No se debe abusar de muchas cosas como los noticieros, el trabajo, el tabaco, las bebida o las drogas", dice Posada. También es bueno tener relaciones sanas con los demás, ser amigo de los vecinos, pero tal vez lo más importante es fortalecer la confianza en sí mismo y tener una visión positiva ante la vida.