Hay muchas formas de morir: por un accidente, por una severa enfermedad, por cáncer o por una afección cardiaca, siendo estas las más comunes. Pero, recientemente, la BBC News señaló en un informe que existen cerca de 600 víctimas anuales de la asfixia autoerótica, que los médicos llaman muerte clínica, y que en palabras más cristianas es el paso de esta vida a otra.
Diversas teorías desde distintas disciplinas han sostenido que ese instante no es de una muerte absoluta. De hecho, el mismo informe cita un experimento de la Universidad de Michigan, de 2013, en el que unos científicos midieron la actividad cerebral de unas ratas de laboratorio instantes después de haber sufrido un paro cardiaco. Los animales mostraron que sus cerebros seguían ‘vivos’. En los seres humanos podría ocurrir algo muy similar, dado la gran cantidad de historias que cuentan personas con experiencias cercanas a la muerte, ECM. De esto hay muchos títulos en literatura y cine inspirados en hechos reales.
En 2018, un estudio del Imperial College de Londres determinó que el 20 por ciento de quienes han sido calificados con muerte clínica, viven y reportan ECM, y que dicha vivencia es muy similar a estar bajo los efectos de un poderoso alucinógeno. Mónica Bustamante, escritora y coach con máster en Neurociencia, sí que ha tenido a la muerte cerca.
Consultada por muchos familiares de personas en estado de coma o declaradas con muerte clínica, puede decir hoy, gracias a los testimonios que ha recogido en su trabajo, que el cerebro sí podría tener una actividad muy rica, “pero diría que es más el espíritu el que vive una experiencia metafísica extrasensorial, más allá de lo convencional, donde estas personas, que uno las ve en una cama, siguen sintiendo. Los que van y vuelven me describen lugares, me cuentan que caminan, hablan, escuchan y hasta se encuentran con personas que les dicen algo como: ‘Todavía no es tu tiempo, tienes que regresar’. Y todo esto es muy real para ellos”, dice.
De acuerdo con Bustamante, el miedo podría tener una gran influencia, pues al ser una emoción básica del ser humano, quien está en una etapa final se aferra a la vida con tal entusiasmo y miedo que al vivir una ECM podría “estar haciendo una búsqueda en la memoria archivada o realmente vivir una experiencia en el más allá”, dice.
De ahí que la creencia de ver pasar la vida en el último instante sea tan fuerte y popular. Ella misma lo experimentó.
“Tenía el sueño de escalar el Nevado del Tolima porque quería confirmar qué tan fuerte es la mente sobre lo físico, y en un momento sentí que iba a perder la vida, y dije: ‘Dios, si este es mi momento, estoy lista, me voy con todo el amor’. Y ahí se me pasó una película de todo lo que hice en la vida, me acordé desde cuando jugaba con mi abuela, el colegio, etcétera. Tu mente genera una respuesta neuroquímica y llegas a un nivel de conciencia muy intenso, a tal punto que el cerebro genera exceso de dopamina y estás de verdad en ese momento pensando ‘todo se acabó’ y aferrándote a la vida, entonces, para llamarlo de alguna manera, sí podría tratarse de un estado psicodélico”, concluye.