Cuando se habla de contaminación industrial, de inmediato la inmensa mayoría piensa en las enormes chimeneas de las industrias pesadas o en los chorros de residuos tóxicos que vierten a las aguas. Sin embargo, muy pocos piensan que las pequeñas y medianas empresas (mipymes) también son responsables de una parte importante de esta contaminación. En América Latina, las mipymes conforman entre un 70 y un 90 por ciento de la base industrial, y solo el cinco por ciento de ellas aplica métodos de producción limpia. Y Colombia no es la excepción. Según datos de la Cepal, a pesar de que desde 1997 en el país hay una Política Nacional de Producción más Limpia, solo el 10 por ciento de las mipymes “han implementado algún tipo de iniciativa de mejora de su desempeño ambiental”. Al observar que en la mayoría de las colombianas la gestión ambiental no es un elemento importante, Paola Andrea Vásquez Chaux, una ingeniera civil que está realizando su doctorado en estudios rurales en la Universidad de Guelph (Canadá) gracias a la beca otorgada por Colciencias desde 2011, decidió estudiar el fenómeno y buscarle una solución en el Valle del Cauca. En medio de su investigación doctoral, que busca identificar las dificultades de la transferencia de tecnologías limpias hacia mipymes y crear un marco teórico para facilitarlas, Andrea descubrió que a “diferencia de los hombres, las mujeres que estaban al frente de este tipo de empresas, no solo están más comprometidas con proyectos ambientales sino que los sacan adelante y los sostienen en el tiempo a pesar de las dificultades”. Por eso decidió unirse con otras mujeres que tuvieran experiencia en procesos exitosos de producción más limpia. Fue así como se juntó con Inés Restrepo, coordinadora del Grupo de Investigación de Saneamiento Ambiental del Instituto Cinara de la Universidad del Valle; Sandra Vásquez, directora de construcciones de Constructora El Castillo; y Liliana León, gerente de la pequeña empresa de metalurgia Industrias El León. Todas crearon la red Producción más Limpia y Mujer (PML & Mujer). Con las botas, estas mujeres identificaron que la construcción es uno de los sectores que más contamina. De inmediato decidieron iniciar un plan piloto de producción más limpia en esta cadena en Cali. A mediados de este año realizaron un diplomado orientado a introducir prácticas más responsables con el medioambiente en la Constructora El Castillo, una de las más importantes de la ciudad, así como en diez de sus empresas proveedoras. Los resultados fueron más que satisfactorios. Todas las empresas participantes incorporaron algún proceso de producción más limpia. La Constructora El Castillo, por ejemplo, redujo en un 50 por ciento el consumo de papel en procesos organizacionales de las firmas, generó 31 por ciento menos residuos sólidos de construcción y consumió 83 por ciento menos madera al fabricar las formaletas para fundir vigas de concreto. También creció en un 90 por ciento el uso de agua lluvia en actividades constructivas como la fragua del concreto y se reusó el 100 por ciento del agua residual proveniente del proceso de corte de ladrillo. Andrea atribuye este éxito, entre otras cosas, a que “una de las habilidades que tenemos las mujeres y que muchos hombres la llaman despectivamente ‘cantaleta’ es esa capacidad de perseverancia e insistencia hasta el cansancio en lograr una meta”. Ha sido tan exitosa e innovadora esta propuesta, que fue escogida junto con otras 15 a nivel mundial para recibir un galardón en la XXI conferencia internacional sobre cambio climático de las Naciones Unidas, en París. “Para mí este reconocimiento demuestra que en países como Colombia es posible no solo realizar acciones para enfrentar el cambio climático, sino para cambiar la perspectiva que se tiene de las mujeres en campos laborales donde los hombres se llevan el protagonismo”, afirma Andrea.