Los grandes campeones tienen una habilidad innata de trascender al miedo, el dolor, la duda y la desesperanza. El domingo pasado, Rafael Nadal mostró todas esas cualidades frente a Daniil Medvédev en la final del Abierto de Australia. Con esa hazaña puso el deporte blanco en la primera página de todos los periódicos, pero también logró que personas de distintas profesiones vieran en él a alguien más que un gran atleta: a un líder, a un ser humano fuera de serie no solo por su físico de atleta, sino por su mente adiestrada y enfocada en la victoria.
No es raro, entonces, que su caso sea objeto de estudio en las facultades de Administración de Empresas en el mundo en las que los profesores lo ven como un ejemplo de liderazgo, porque para ganar no solo se requiere talento, sino una ecuación mental específica. Lo más espectacular, dicen ellos, es que él tiene la habilidad de superar sus propias dudas.
Y es que nadie en su sano juicio pensaba que iba a ganar, dado que lo tenía todo en contra: la edad, 35 años, una lesión crónica en el pie que requirió cirugía y que lo alejó de las canchas en los seis meses anteriores al encuentro. Además, cuando había vuelto a entrenar, su preparación fue interrumpida por la covid-19. Entonces, la incertidumbre sobre su regreso a las canchas era total. Cuando se supo que participaría, algunos creyeron que usaría el torneo para entrenar y ponerse en forma, pero ni él mismo sabía cómo sería su desempeño. “Las dudas estaban –confesó– y así era más difícil para la mente”, dijo.
Algunos dicen que hay dos tipos de personas: los que lloran y los que venden pañuelos. “En la final de Australia, Nadal optó por lo segundo y eso le llevó a ganar”, explicó al diario El País el profesor de Esade Norbert Monfort. Ese día, en Melbourne, creyó en sí mismo, y en el espectáculo que ofreció al público relució su excepcional resiliencia. A pesar de que Medvédev al comienzo estaba por encima, luchó hasta el último punto para voltear el juego a su favor. Al hacerlo, rompió el pronóstico del algoritmo del win predictor, que vaticinaba en el tercer set 4 % de probabilidades de ganar el torneo para Nadal, frente al 96 % de su contrincante.
Con ese triunfo hizo historia al lograr acumular 21 grand slams, uno más que sus acérrimos contendores –Roger Federer y Novak Djokovic–, con quienes había estado empatado en 20 por un buen rato. Ahora él está un paso más adelante de los otros dos grandes del tenis. A pesar de eso, Nadal demostró otra grandeza: la humildad, que es, según los expertos, lo que separa a los campeones de las leyendas. Mientras todos celebraran su hazaña, él puntualizó: “No me importa si soy el mejor o no en la historia. Hoy honestamente no me importa. Para mí, hoy se trata de ganar un segundo Abierto de Australia más que otra cosa”.
Dicen que esa personalidad de acero fue moldeada cuando Rafa era muy chico y cayó en manos de su tío Antonio Nadal, que no solo lo educó para que fuera un gran jugador de tenis, sino una gran persona. De joven, Nadal también quería ser futbolista y seguir la carrera de otro de sus tíos, Miguel Ángel Nadal, que tuvo renombre internacional. Pero fue Toni quien vio que el niño era mejor con la raqueta que con el balón, a pesar de haber ganado un campeonato infantil en España a los once años. Toni definió su carrera al intensificar el tenis y sacarlo del colegio para convertirlo en un profesional. A finales de 2001 se inscribió en la Asociación de Tenis Profesional (ATP) y quedó en el puesto 818. Tenía 15 años. El año siguiente, en 2005, a los 17 años, Nadal ganó su primer Roland Garros, convirtiéndose en uno de los jugadores más jóvenes en conquistar el ‘abierto’ parisino. Era el segundo tenista en ganar el torneo en su primera participación, algo que únicamente había conseguido el sueco Mats Wilander. A sus 19 ya ocupaba el segundo puesto mundial en el ranking de la ATP y con 22 años se convirtió en el número uno del mundo.
Fuera de la cancha, ese destino que le ayudó a forjar su tío lo ha llevado a vivir un estilo de vida que muy pocos logran. Gracias a su carrera ha amasado una fortuna de más de 200 millones de dólares que ha invertido en lujos como una mansión en Mallorca frente al Mediterráneo, avaluada en cuatro millones de dólares, donde vive con su esposa María Francisca Perello. La pareja se casó en 2019 después de un noviazgo de 14 años. Además, es propietario de un Cessna Citation CJ2 de más de seis millones de dólares, en el que vuela a todos sus compromisos. También podría hacerlo por mar, pues tiene un superyate que mandó a construir a su medida con parqueadero para jet ski, un bar en la piscina y una gran habitación que ofrece vistas espectaculares y cuenta con un baño con bañera. Hay, además, cuatro camarotes para invitados y dos para la tripulación.
A pesar de la victoria del domingo, para muchos la competencia por quién es el más grande de todos los tiempos (GOAT, por sus siglas en inglés) no está aún definida. En Serbia, algunos solo dicen que él hasta ahora es “el mejor tenista vacunado de la historia”, haciendo alusión al escándalo que protagonizó el serbio Nova Djokovik antes de que empezara el torneo de Australia. Como finalmente fue retirado de la competencia, en su país dicen que es una victoria a medias porque “Djokovic nunca perdió ante Rafa en Australia porque fue expulsado por no vacunarse”, dice el diario Vecernje Novosti, un tabloide serbio.
Esa reacción era de esperarse. Pero fuera de Serbia muchos aducen que la cantidad de títulos, la calidad de los rivales y el carácter dramático de la final del domingo en Australia sitúan a Nadal entre la élite absoluta del deporte mundial de todos los tiempos. La atención por ahora se centra en lo que sucederá en el próximo gran encuentro, el Roland Garros en mayo de 2022. Tal y como están las cosas, Federer aún está luchando con una lesión en la rodilla que lo ha mantenido alejado de los grandes torneos desde 2020, un año en el cual solo jugó seis veces. El año pasado jugó 13 partidos. Además, ya con 40 años no ha ganado ningún grand slam en más de cuatro años. Solo ha disputado dos de los últimos siete y se retiró lesionado en uno de ellos, mientras que también se retiró de los Juegos Olímpicos de Tokio el año pasado para descansar la rodilla. Así, no se espera que participe en Francia. Del mismo modo, la participación de Djokovic en París está en entredicho porque el torneo exige a todos los participantes estar vacunados contra la covid y nadie espera que a este punto el serbio lo haga. Aunque esta semana dijo que se vacunaría.
Sin Federer ni Djokovic, todo indica que Nadal, quien ya demostró estar en forma, es el favorito para ganar el Abierto de Francia, del que ha salido victorioso en 13 oportunidades. Está claro que es el mayor que Nadal ha dominado por completo a lo largo de su carrera. Si Nadal puede capitalizar su dominio sobre la arcilla para uno o dos Abiertos de Francia más, podría resultar en una ventaja más grande frente a sus rivales.
Para ninguno de los tres será fácil competir con la nueva generación entre quienes está Medvédev, Alexander Zverev, Stéfanos Tsitsipás, Andrey Rublev, que podrían impedir que avanzaran en la acumulación de títulos.
Es cierto que, por la edad, 35 años, Djokovic parece ser el que tiene más probabilidades de terminar con la mayor cantidad de torneos, pero para algunos expertos, el serbio ha desperdiciado oportunidades de oro en los últimos años. Una fue en 2020 cuando se perfilaba como el campeón absoluto, pero fue sancionado por golpear a un árbitro de línea con una pelota que había golpeado con rabia. En el mismo torneo, un año después, estaba intentando superar a Nadal y Federer en la lista de Grand Slams cuando sucumbió a la presión y perdió en dos sets ante Medvédev. Esa es otra cosa que funciona a favor de Nadal: no estará encadenado por la presión de tratar de romper el récord y ganar 22 slams. Lo que lleva de nuevo a su gran fortaleza mental.
El tiempo lo dirá. Lo importante es que la competencia vuelve a estar vigente. Para Mats Wilander, siete veces ganador del Grand Slam, el regreso de Nadal a la conversación sobre el GOAT es increíble porque muchos como él pensaron que ya había perdido esa carrera cuando perdió ante Novak Djokovic en las semifinales de Roland Garros el año pasado. “Y de repente estamos aquí. Es increíble”.