Por Annie de Acevedo

La Navidad es una fecha tan importante en la vida de un niño que deja una huella imborrable. No hay un solo niño para el que no sea interminable la espera de la Navidad. La añoran pues se vuelven el centro de atención afectuosa de sus padres y demás miembros de la familia. Esta vivencia les recuerda que son “queridos” y “aceptados” y los tanquea emocionalmente. Los regalos que reciben son símbolos naturales del inmenso amor de sus allegados.

Es necesario fomentar las tradiciones familiares en estas ocasiones especiales. Este año va hacer un poco diferente ya que estamos en pandemia. Sin embargo, podemos tener la cena navideña y rezar la novena en nuestros hogares con la familia cercana. Estas son tradiciones que no debemos perder pues así se fortalecen los lazos afectivos. Estos ritos tienen el efecto benéfico de aquietar temores en los niños y además les dan “herramientas de pertenencia” que serán transmitidas a las próximas generaciones.

Como adultos tenemos la capacidad de convertir la navidad en algo maravilloso. Si, hay que comprar regalos pero como símbolo de afecto genuino o de agradecimiento. Si hay que reunirse en familia o con amigos y abrir el corazón.

Es importante, inculcarle que el tamaño y el precio no es lo relevante, sino demostrar que se pensó en los seres queridos. Ojalá en todos los hogares se convierta en tradición que los hijos les “den” también un regalo a sus padres.

También es importante transmitirle a los hijos que la Navidad es una época para dar y recibir. Muéstreles a sus hijos que ellos también tienen algo que “dar”. Esto puede ser desde una visita a un orfelinato un ancianato, un hospital o pasar un rato con alguien que veamos solo y necesitado. No importa que ofrezcan, ya sean regalos, momentos o promesas. El “recibir” sin el dar no es un buen mensaje. Es la Navidad una magnífica oportunidad para despertar en nuestros niños una sensibilidad social, darles seguridad y nutrirlos emocionalmente.

Permitirles a sus familias grabar “experiencias positivas” de Navidad dan una fuerza psicológica que perdura y nos permite más adelante combatir con éxito la adversidad. Los recuerdos de “Navidades felices” son el mejor regalo que un padre puede dejarle a sus hijos. Si todavía no existen costumbres navideñas en su familia nunca es tarde para comenzar.

¡FELIZ NAVIDAD!