Un mundo extraño, apuntes de una neuróloga sobre el cerebro humano es el título del más reciente libro de la española Isabel Güell. En él narra casos de pacientes que conoció durante la pandemia de la covid-19. La obra, que mezcla su experiencia en el sector salud y su preparación en la filosofía y las letras, surgió espontáneamente durante las cuarentenas. Justo a partir de ese amplio recorrido, analizó las pérdidas de memoria que vivió durante ese período de “hibernación”.
“A partir de los 60 o incluso un poquito antes empiezas a notar que retienes menos la información, que olvidas más las cosas, que tienes que apuntártelo todo… Pero yo siempre hablo de una balanza. Si te pregunto dos veces cuántos años tienes o para qué periódico trabajas, es normal. Pero si te lo pregunto cinco o seis veces, algo me pasa. Puede ser que esté deprimida, que tenga un tumor o puede ser que tenga un alzhéimer. Si eso me pasa una vez, no hay que preocuparse, pero si me pasa día tras día, hay un problema de memoria reciente”, respondió en entrevista con El Español.
En ese sentido, detalló que en su campo de estudio, la neurología, le dan mucho valor a la memoria reciente más que la memoria del pasado, pues indica, a través del rendimiento diario, si hay algún problema.
Añadió que por esta razón son importantes los familiares o acompañantes, pues alertan de la anosognosia y el deterioro cognitivo del que ni los pacientes son consientes.
Además, señaló que aunque entre los síntomas de alerta están los olvidos repetidos en el día a día, cuando la dificultad se presenta con sustantivos más usados, algo más podría estar sucediendo.
También podría ser un indicio de que un paciente está padeciendo alzhéimer el hecho de que se pierda en lugares que ya conocía o que tenga la incapacidad para recordar nombres de personas que son cercanas.
“Puede ser deterioro cognitivo normal, ligado a la edad. Con los trastornos del lenguaje nos damos mucha cuenta, porque la gran mayoría de casos de alzhéimer los cursan. La dificultad para encontrar las palabras es muy normal, pero no si son nombres propios o comunes. Aquí, el médico de cabecera ayuda a prevenir de una forma tremenda, al derivar al especialista cuando ni el propio paciente sabe lo que le está pasando”, explicó la neuróloga al medio europeo.
En lo relacionado con los hábitos ayudan a prevenir o retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas, señala que es trascendental lograr un cerebro activo a partir de la jubilación.
“Cada vez que aprendes algo nuevo, dos neuronas entran en conexión. Incluso si desarrollas la enfermedad, no vas a sufrir tanto deterioro como alguien que no haya hecho este trabajo previo. Por supuesto, hay personas intelectualmente brillantes que han sufrido alzhéimer. Pero el deterioro cognitivo ligado a la edad se puede prevenir con actividad”, enfatizó.
Asimismo, aseguró que le sorprendieron las actividades que los adultos mayores realizan en los centros de día.
“Pensaba que una persona mayor estaría mejor en su casa, pero resulta que no. Si los mantienen contentos y estimulados, son muy útiles. También andar viene fenomenal para las neuronas: oxigena el cerebro y lo mantiene activo”, respondió en la entrevista.
Ahora, profundizando en la detección temprana, sostiene que los factores genéticos son los más relevantes en los casos de demencia temprana. Y también como parte de encontrar a tiempo la enfermedad se está analizando el líquido cefalorraquídeo del cerebro con una punción lumbar, dato que en algunos años podría saberse tomando una muestra de sangre.
“Tengo la esperanza de que para entonces ya veamos tratamientos para frenar la proliferación de esas proteínas. Lo que damos desde años es la acetilcolina, el neurotransmisor que le falta a las neuronas. Como sucede con el párkinson y la dopamina, aunque ahí la relación es más clara y localizada en una zona del cerebro. En cambio, las proteínas anómalas del Alzheimer dañan toda la corteza. Damos acetilcolina con la esperanza de que lo ralentice. No lo va a curar, pero vemos pacientes que año tras año no empeoran”, añadió la autora del libro El cerebro al descubierto.
Asimismo, teniendo en cuenta que a futuro podría tenerse acceso a más tratamientos y hasta a vacunas, la doctora Isabel Güell afirma que el problema de alzhéimer va a ser cada vez mayor.
“La población está envejeciendo, cada vez hay más personas que pueden llegar a los 85 años estupendamente y que les llegue el alzhéimer viviendo solas o con poca ayuda. Es tremendo, y por eso ponemos tantas esperanzas en los tratamientos. Aparte, yo no sé hasta qué punto la Sanidad está empleando todos los recursos necesarios para atender a tiempo. Siempre digo que invertir en Sanidad acaba siendo barato. Si una persona tiene cataratas, pero operas dentro de dos años, se va a caer, se va a romper el fémur y va a necesitar asistencia. Es una cuestión práctica en realidad”, concluyó la miembro de la sociedad catalana y española de Neurología.
El papel de las familias en el tratamiento y el apoyo de las personas que padecen de esta enfermedad también es clave para conservar su calidad de vida.
Entre otras cosas, las instituciones sanitarias recomiendan como primera medida acudir a los servicios médicos de neurólogos y psiquiatras, que pueden ser de gran ayuda para recetar medicamentos que permitan manejar los síntomas.
Así mismo, se recomienda seguir de cerca a la persona para ayudarle a orientarse, ayudarle a hacer actividades cotidianas como bañarse y vestirse si así lo requiere y permitirle realizar actividades que disfrute.