El autor Nicholas Carr presentó la semana pasada su más reciente libro, The Glass Cage (La jaula de vidrio), en el que plantea la teoría de que la tecnología y la automatización están embruteciendo a las personas. Semana.com habló con él. Semana.com: Siempre nos sorprendemos por una nueva función en nuestro teléfono celular o por una nueva aplicación en nuestras tabletas. Nos pasó con el software de GPS, cuando se introdujo SIRI... y así seguirá pasando. En realidad, todo eso hace la vida más fácil, pero, como usted lo dice en su libro, estas tecnologías realizan gran parte del trabajo que nuestros cerebros deberían hacer. ¿Cómo ve usted este dilema: debemos aceptar la tecnología tal y como nos llega, o ignorarla? Nicholas Carr: Nuestra habilidad para programar computadores que asumen más de una de nuestras tareas y talentos no se va a detener, de modo que pienso que el reto es diseñar y usar la tecnología de manera más sabia. Esto significa que hay que usar la automatización para extender y expandir nuestros talentos y no para reemplazarlos. Infortunadamente, con frecuencia –y este es el caso de la navegación por GPS– estamos muy prestos a volvernos dependientes de los computadores y perdemos la oportunidad de practicar y fortalecer nuestras habilidades. Temo que si continuamos andando ciegamente por ese camino, nuestras vidas se volverán menos interesantes y ricas. Perderemos esa conexión con el mundo que el talento y el compromiso nos proveen. Así como no debemos rechazar las tecnologías de automatización, debemos resistirnos a aceptarlas sin cuestionamientos. Semana.com: Hay un debate sobre si la tecnología está remodelando el cerebro humano. Para algunos, esto es un hecho y el resultado es positivo. ¿Qué ha encontrado? Usted da ejemplos en su libro como el de un estudio en Holanda en el cual a primera vista los sistemas ayudan a resolver problemas de manera rápida y eficiente, pero a largo plazo comprometen nuestro buen desempeño. ¿Qué dicen las investigaciones? N. C.: Sabemos que nuestros cerebros se adaptan al ambiente, y ciertamente la tecnología de los computadores hace parte importante de ese ambiente hoy. Nos apoyamos en los computadores para hacer cada vez más actividades diarias. Como lo han mostrado los estudios de los holandeses y otros más, la mejor manera de aprender es lidiar con los retos difíciles, pues es en medio de la dificultad donde los talentos se expanden. Infortunadamente, la mayoría del software es diseñado para aliviarnos de la carga de los retos difíciles. De modo que en lugar de presionarnos a desarrollar habilidades más sofisticadas, la tecnología está disminuyéndolas. Semana.com: ¿Cuál es el mensaje del libro? Entiendo que el debate entre tecnología y automatización es viejo. ¿Cómo ve usted esta polémica en el mundo actual? N.C.: Podemos usar las herramientas para incrementar nuestro compromiso con el mundo y enriquecer nuestras vidas. O podemos usar la tecnología para poner distancia entre nosotros mismos y el mundo y hacer más estrechas nuestras perspectivas. Esas son las opciones que enfrentamos en el diseño de la automatización computarizada. Yo pienso que hasta ahora hemos tomado la opción equivocada.