Cuando Juan Esteban Cisneros, de 24 años, recibió la llamada de su novia en la que le anunciaba que tenía un retraso en su ciclo menstrual y que sospechaba estar en embarazo, él cuenta que sintió cómo la vida se frenaba de repente. Estaba frente al mar en vacaciones, pero, así como las olas, sus temores de tener hijos iban y venían. Miraba a los niños que estaban alrededor y llegaba a la misma conclusión: “No quiero ser papá”.
Hay dos métodos de planificación que son casi 100 % efectivos si se tiene una vida sexual activa, que la mujer se someta a la ligadura de trompas o que el hombre se realice la vasectomía, en la cual le cortan los conductos deferentes y así se evita la producción de espermatozoides. Durante décadas, en la sociedad se optaba por la primera, “es asunto de mujeres”, decían. Pero, por el contrario, Juan Esteban desde que era un adolescente tenía claro que la solución era operarse.
Aclara que no es que no le gusten los niños, solo que tuvo una sobrina a la que prácticamente ayudó a criar, así que siente que ya ejerció su rol paterno con un hijo ajeno y, siendo consciente de la responsabilidad que implica, no está dispuesto a tener que dejar de lado su vida para formar a un nuevo ser, en una sociedad en la que incluso los recursos naturales se agotan.
Esos y otros argumentos los comparten cada vez más jóvenes. A los consultorios de los urólogos están llegando hombres entre los 18 y 30 años que dicen estar seguros de no querer tener hijos.
Noviembre es el mes mundial de vasectomía y en el marco de esta conmemoración Profamilia indica que en la última década en Colombia 175.000 hombres decidieron someterse a la intervención quirúrgica que en realidad no tarda más de 15 minutos, incluido el periodo de sedación local.
Mauricio Plata, presidente del departamento de urología de la Fundación Santa Fe y expresidente de la Sociedad Colombiana de Urología, explicó que este procedimiento es realmente sencillo y que, gracias a que dejó de ser un tabú en la sociedad, los hombres que se sienten satisfechos con el número de hijos deciden operarse.
En Colombia, un hombre que esté dispuesto a realizarse la vasectomía simplemente le dice al médico general de la EPS, él lo remite al urólogo y en esa misma cita lo intervienen. El valor de la cirugía es el mismo que paga de copago por cualquier cita.
Juan Esteban dice que esa es otra de las razones por la que decidió operarse él, porque ha notado que a las mujeres que son jóvenes, no quieren tener hijos y sí operarse para no exponer su cuerpo a cargas hormonales con métodos anticonceptivos les ponen más trabas, tienen que ir al psicólogo, “a toda horas las coaccionan con el argumento de que en cualquier momento se les despierta el instinto maternal”.
Sin embargo, SEMANA conoció que algunos hombres como David Rodríguez, quien a los 29 años se realizó la vasectomía en Bogotá, experimentó un prejuzgamiento por su urólogo, en plena cirugía. “Me decía que si tenía veinte millones de pesos para pagar la reversión”, un reproche que constantemente le lanzaba acerca de que si estaba seguro, porque cuando pasaran unos años muy probablemente podía cambiar de opinión y entre más tiempo pasara era más difícil y costoso revertirla. “Afortunadamente el no querer ser papá es una convicción siempre he tenido”, reafirmó.
En medio de la vasectomía hay muchos mitos, entre ellos que no se produce la misma cantidad de semen o que se dificultan las erecciones. El urólogo Plata desmiente por completo esos temores, aclara que el pene nunca se toca dentro de la cirugía. Juan Esteban y David respaldan desde su experiencia el concepto médico y aprovechan para aclarar otro mito: quienes se hacen la vasectomía no lo hacen porque quieran llevar una vida sexual desordenada, explican que lo hacen conscientes de una elección de vida. “Para hacerse la vasectomía se necesita ser valiente para afrontar una decisión que tendrá consecuencias por siempre”, coincidieron.