El cuerpo es todo un conglomerado de partes que funcionan activamente para mantener la vida y el estado de salud. Desde que el área de la medicina se ha especializado en estudiar cada una de las infecciones que inciden en procesos destructivos para el organismo, las personas pueden estar al tanto sobre las bacterias que pueden estar presenciando.
Para el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (NIH, por sus siglas en inglés), las bacterias son organismos procariotas unicelulares, que se encuentran en casi todas las partes de la Tierra. “El cuerpo humano está lleno de ellas, de hecho se estima que contiene más bacterias que células humanas”, indican.
Desde luego, el estudio de los organismos ha repercutido en la ciencia de varias generaciones. Por eso, investigadores del King’s College de Londres han demostrado la responsabilidad de los microorganismos en el metabolismo y concentración de lípidos, más que todo en la zona abdominal.
Bajo el liderazgo de Cristina Menni, doctora de la Universidad de Milán-Bicocca donde se especializó en genética estadística, se realizaron pruebas de muestras fecales pertenecientes a 393 parejas de mellizos, es decir 786 individuos, residentes en Reino Unido. Todo esto, con el objetivo de establecer las bacterias que pueden incidir en el abdomen.
El estudio se publicó en la revista Nature, donde se consigna que las heces suelen llevar a cabo una serie de recorrido por medio del intestino y allí adquieren bacterias de metabolitos, secretadas por las bacterias del tracto digestivo.
En efecto, la investigación marca una línea relacional entre el sistema analizado, la dieta y las bacterias. Uno de los resultados arrojados indican que aproximadamente el 10 % de las 1116 sustancias químicas encontradas se relacionan con la acumulación de grasa visceral, vinculado al aumento del abdomen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado que la obesidad es una afección que presentan millones de personas en el mundo. Conjuntamente, los científicos de la citada investigación estiman que la microbioma intestinal, posiblemente, es la principal protagonista de almacenamiento lipídico (grasas) en partes localizadas del cuerpo, como el estómago.
Sin embargo, mientras se realizaban los análisis de las muestras recogidas se halló que la correlación entre obesidad y actividad bacteriana no hacía parte de todos los grupos de hermanos, de forma genética. Por consiguiente, se pudo establecer que, aparte de la genética, factores ambientales pueden resonar en la modificación de la acción micro-biótica.
Así mismo, la especialista junto al grupo de investigadores encontraron que variables como la genética afectan únicamente a una quinta parte de los procesos internos y metabólicos realizados en el intestino. Contrariamente, el resto corresponde a causas ambientales, es términos porcentuales, esto representa cerca del 68 %.
De modo que no se descarta la idea de seguir abordando esta área de estudio y por ello futuras propuestas intentan dar más especificaciones en cuanto al entorno general que rodea cada ambiente. Por otro lado, se considera que la ingesta de varios alimentos pueden repercutir en las bacterias intestinales de metabolitos, pero aún no se ha dado a conocer cuáles son los menos convenientes.
En la búsqueda de combatir la obesidad y el sobrepeso, este tipo de hallazgos científicos permiten comprender la variabilidad y causas de la afectación corporal para poder diseñar planes y tratamientos estructurados de acuerdo a cada paciente.
Según datos compartidos por la OMS, el sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, desde desde 1975 la obesidad se ha casi triplicado por todo el mundo.
Además, la mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas que la insuficiencia ponderal.